Capítulo 4: Desvíos Innecesarios y Corazones Acelerados

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✨ Recomendación de canción para el capítulo: Lovers Rock - TV girl ✨

Satoru 🩵

Yo corría por las calles de la ciudad, con mi  respiración agitada y mi corazón latiendo a toda prisa.

Maldita sea.

El viento despeinaba mi cabello. Se suponía que debía estar ya de camino a la reunión con Megumi y Nanami, una sesión importante para coordinar la próxima presentación en la orquesta. Un ensayo crucial para nosotros pues como solistas eramos  encargados de liderar la presentación, y la presión estaba en su punto máximo.

Megumi siempre tan puntual, ya me había mandado tres mensajes recordándome la hora, mientras que Nanami, con su habitual seriedad, seguramente estaba en el lugar, esperando pacientemente a que ambos llegaramos. Aunque iba corriendo no podía evitarlo. Suguru estaba en mi mente, mi pecho latía  con fuerza como una dulce melodía que no podía ignorar.

Desde aquella noche en la que lo vi sentado en primera fila, la imagen de ese chico había invadido mis pensamientos.

¿Le habrían gustado las flores? ¿Los chocolates? Y la nota... ¡Oh, la nota!.

Recordarla me hacía ruborizarme hasta las orejas. ¿Cómo había sido tan atrevido? Mis  palabras, cargadas de emociones, me hicieron sentir como si hubiera desnudado mi alma en ese pequeño trozo de papel. Ahora, mientras corría, el peso de la vergüenza me envolvía por completo.

—¡Qué vergonzoso, Satoru! —murmure tan bajo  entre jadeos, tratando de calmar mi agitada respiración—. ¿Por qué demonios escribiste todo eso? ¿Por qué lo invitaste a una cita?...

A pesar de lo que pensaba, la pequeña llama de esperanza en mi pecho me susurraba que tal vez Suguru hubiera apreciado el gesto.

¿Quizás? No podía estar seguro, pero la curiosidad y el anhelo eran demasiado grandes para ignorarlos.

Y entonces, se me ocurrió la idea. Algo innecesario, sí, pero para mí, era  totalmente justificado. Si tomaba un desvío por la calle donde estaba la panadería de Suguru, aunque fuera un poco más largo el trayecto, podría... verlo.

Tan solo un vistazo.

Solo para asegurarme de que estaba bien, de que seguía allí, trabajando en sus panes maravillosos y... quizás sonriendo.

Con el corazón galopando, decidí cambiar de ruta. Sabía que llegaría tarde, pero ver a mi precioso chico era más importante en ese momento. El suave aroma a pan recién horneado ya comenzaba a llegar a mi nariz  antes de que alcanzara la pequeña esquina donde estaba la panadería.

Cuando finalmente llegue,  disminuí el ritmo, casi arrastrando los pies, intentando no parecer obvio. Mi respiración seguía acelerada, pero esta vez no solo por la carrera, sino por los nervios que ahora me consumían.

¿Y si me veía? ¿Y si me atrapaba mirándolo como un tonto?...

Intenté hacerme el distraído mientras caminaba frente al local, pero no pude evitarlo. Mis propios ojos me traicionaron y buscaron la figura de Suguru a través del vidrio de la ventana. Y allí estaba, detrás del mostrador, con su cabello oscuro recogido de manera casual, concentrado en lo que parecía ser una nueva tanda de panes. Radiante, hermoso, como siempre.

Sentía un calor inusual en mis mejillas y tuve que apartar la mirada por un segundo.

¡Demonios! ¿Cómo podía alguien ser tan... encantador? Todo en él me atraía como la gravedad, haciéndome caer más profundamente sin remedio.

Por un momento, creí que había logrado pasar desapercibido. Pero entonces, de manera inesperada, mire que Suguru levantaba la vista de su trabajo. ¡Sus ojos se encontraron con los míos!

 𝓗𝓪𝓷𝓷𝓪  -  𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐧𝐨𝐭𝐚𝐬 𝐲 𝐬𝐚𝐛𝐨𝐫𝐞𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora