𝓗𝓪𝓷𝓷𝓪 - 𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐧𝐨𝐭𝐚𝐬 𝐲 𝐬𝐚𝐛𝐨𝐫𝐞𝐬

Capítulo 20: Promesas a Medianoche

⭐ Recomendación de canción: Do do do - Dansu ⭐

Satoru 🩵

Algunas semanas pasaron desde aquella noche en la que habíamos tenido sexo y más que sexo habíamos hecho el amor, al día siguiente tuvimos suficientemente tiempo para hablar más de un tema, aquellos clientes intensos, de las discusiones, nuestras diferencias y sobre todo de un tema que me llenaba de vértigo:

Una familia.

La sola idea, para alguien que siempre había navegado entre la indiferencia y el desdén por la responsabilidad afectiva, era como abrir la puerta a un mundo desconocido, uno que yo, sin embargo, estaba dispuesto a explorar junto a él aunque sinceramente me daba miedo.

La verdad es que, con Suguru, todo era distinto.

Desde el primer momento en que lo vi, me atrapó; y ahora, siendo su pareja, entendía lo que era la plenitud. Solo que esta semana... las cosas se han vuelto, no sé, más frías, más distantes. Suguru me dijo que no había resentimientos, pero cada noche se aleja un poco más en nuestra cama compartida. Cada vez que llego cansado de los ensayos, ni siquiera me recibe, y su abrazo es ausente. Sigue dejándome el desayuno cada mañana, como si fuera un ritual sagrado, pero el beso de despedida es solo un toque suave, sin la calidez que solía colarse por cada rincón de mi ser.

Y todo esto por mi bocota, por no saber qué decir, por decirle de forma cruda que no quería oír más sobre niños hasta que estuviéramos casados.

¿Cómo pude ser tan... estúpido?

Me tortura ver cómo lo he alejado, con una sola palabra, de algo que parece tan natural para él, como respirar. Mi precioso panadero, que me hablaba siempre de los niños que entraban a su panadería, y que sonreía como si tuviera una familia entera en ese pequeño lugar.

Me había comenzado a tratar más indiferente por mi estupidez.

Pero la verdad solo quería no saber de esos pequeños engendros hasta un buen rato.

Así que esta noche, con el peso de mis errores acumulado en cada fibra de mi ser, me lancé a beber con Nanami y Megumi. Quizá solo estaba buscando desahogarme. No sé en qué momento las copas empezaron a hacerme hablar. Me escucho a mí mismo, dolido y vulnerable, cosa que siempre he odiado sentir.

-Le dije que no quería hablar de niños -digo con un suspiro, la voz entrecortada por la culpa-Que hasta que no nos casáramos, no quería saber nada de eso.

Nanami me mira con esos ojos llenos de paciencia y prudencia, mientras Megumi se cruza de brazos, como si ya supiera que iba a decir algo de lo que me arrepentiría.

-¿Y qué esperabas que pasara después de eso, Gojo? -su voz es suave, pero firme- Suguru quizás de verdad le agradan los niños, o quizás solo te comparte anécdotas de aquellos que llegan a su panadería. Si te habló de su amor por los pequeños, es porque realmente lo siente.

-Sí, lo sé... -siento cómo mi voz se quiebra, y bajo la cabeza, apoyando la frente en la mesa. No soy bueno lidiando con esto, nunca lo he sido- Solo... me asusta, es como si él ya estuviera pensando en ese futuro, y yo apenas estoy aprendiendo a manejar esta relación, a ser alguien en quien pueda confiar.

-Y por eso mismo debes ser honesto con él -añade Nanami, y sus palabras resuenan en mi cabeza como un eco-Si lo amas tanto como dices, no puedes dejar que el miedo a algo tan humano te aleje de él.

Levanto la vista, mis ojos ardiendo por el alcohol y la vergüenza.

-No quiero que piense que solo lo quiero por lo físico -me oigo decir en un susurro- ¿Sabes? Nunca había sentido tanto miedo de perder a alguien, Suguru... él... me da la paz que ni siquiera sabía que necesitaba.