capitulo 14: la última misión

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Narrador: Diego, con el corazón lleno de dolor y determinación, sabía que debía completar una última misión. No solo debía salvar la tierra, sino también asegurarse de que el alma de Lucía llegara a su destino final, un lugar donde él también deseaba estar algún día.

—No puedo fallar ahora —dijo Diego, mirando el cielo—. Lucía, te prometo que cumpliré con esta misión.

Narrador: Guiado por el poder del amuleto y la presencia de Sombra, Diego se dirigió hacia el lugar indicado en el mapa. El camino estaba lleno de obstáculos y peligros, pero Diego no se detuvo. Cada paso que daba era un tributo al sacrificio de Lucía.

Narrador: Finalmente, llegó a un antiguo santuario, oculto en lo profundo de una montaña. El santuario estaba rodeado de una energía mística, y Diego sintió que estaba cerca de completar su misión.

—Este es el lugar —dijo Diego, con voz firme—. Aquí es donde todo terminará.

Narrador: Entró en el santuario y encontró un altar similar al del templo. Colocó el amuleto en el centro y comenzó a recitar las palabras del antiguo libro de hechizos. Una luz brillante llenó el santuario, y Diego sintió una presencia cálida a su lado.

—Lucía… —susurró Diego, con lágrimas en los ojos—. ¿Eres tú?

Narrador: El alma de Lucía apareció ante él, radiante y serena. Diego sintió una mezcla de alegría y tristeza al verla.

—Diego, has cumplido tu promesa —dijo Lucía, con una sonrisa—. Estoy orgullosa de ti.

—Lucía, te he extrañado tanto —dijo Diego, con la voz quebrada—. No puedo vivir sin ti.

—Debes ser fuerte, Diego —respondió Lucía—. Mi tiempo en el mundo de los humanos ha terminado, pero siempre estaré contigo en espíritu.

Narrador: Lucía le explicó a Diego quién era realmente. Ella no era solo una humana, sino un ser celestial enviado a la tierra para proteger el amuleto y salvar el mundo. Se había enamorado de Diego por su valentía, bondad y amor incondicional.

—Me enamoré de ti porque eres un alma pura, Diego —dijo Lucía—. Tu amor me dio la fuerza para cumplir mi misión.

—Lucía, siempre te amaré —dijo Diego, con lágrimas en los ojos—. No sé cómo seguir sin ti.

—Debes vivir, Diego —respondió Lucía—. Vive por nosotros y por el futuro que hemos salvado. Algún día, nos volveremos a encontrar.

Narrador: Con esas palabras, el alma de Lucía comenzó a ascender, rodeada de una luz celestial. Diego, aunque devastado, sintió una paz interior al saber que Lucía había encontrado su destino.

—Te prometo que viviré por nosotros, Lucía —dijo Diego, mirando al cielo—. Y algún día, nos volveremos a encontrar.

Narrador: Con el corazón lleno de tristeza y esperanza, Diego salió del santuario, sabiendo que había cumplido su misión. La tierra estaba a salvo, y el sacrificio de Lucía no había sido en vano.

Narrador: Diego continuó su vida, llevando siempre el recuerdo de Lucía en su corazón. Sabía que su amor trascendía el tiempo y el espacio, y que algún día, en algún lugar, volverían a estar juntos.

Narrador: Mientras caminaba por el sendero de regreso, Diego recordó los momentos que había compartido con Lucía. Cada risa, cada lágrima, cada promesa. Sabía que esos recuerdos serían su fuerza para seguir adelante.

—Hasta entonces, Lucía —dijo Diego, con una sonrisa—. Viviré cada día en tu honor.

Narrador: Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. Diego se dedicó a proteger la tierra, utilizando el conocimiento y el poder que había adquirido. Sombra, siempre a su lado, era un recordatorio constante del sacrificio de Lucía y de la misión que aún debía cumplir.

Narrador: Un día, mientras exploraba una antigua biblioteca en busca de más respuestas, Diego encontró un pergamino que hablaba de un portal entre el mundo de los vivos y el de los espíritus. Decidió investigar, con la esperanza de volver a ver a Lucía.

—Si hay una manera de verte de nuevo, la encontraré —dijo Diego, con determinación.

Narrador: Después de meses de búsqueda, Diego encontró el portal en un lugar remoto y olvidado. Con el corazón latiendo con fuerza, se preparó para cruzarlo, sabiendo que podría ser su única oportunidad.

—Voy a verte de nuevo, Lucía —dijo Diego, entrando en el portal.

Narrador: Al cruzar el portal, Diego se encontró en un mundo etéreo, lleno de luz y paz. Caminó por un sendero de luz, guiado por una fuerza invisible, hasta que finalmente vio una figura familiar.

—Lucía… —susurró Diego, con lágrimas en los ojos.

Narrador: Lucía, radiante y serena, se acercó a él con una sonrisa.

—Diego, has venido —dijo Lucía, con voz suave—. Sabía que lo harías.

—No podía vivir sin verte de nuevo —dijo Diego, abrazándola—. Te he extrañado tanto.

—Y yo a ti, Diego —respondió Lucía—. Pero debes saber que mi tiempo en el mundo de los humanos fue solo una parte de mi misión. Ahora, debemos seguir caminos diferentes, pero siempre estaré contigo en espíritu.

Narrador: Lucía le explicó que su amor había trascendido el tiempo y el espacio, y que siempre estarían conectados. Aunque no podían estar juntos físicamente, su amor los uniría para siempre.

—Debes seguir viviendo, Diego —dijo Lucía—. Protege la tierra y vive una vida plena. Algún día, nos volveremos a encontrar.

—Te prometo que lo haré, Lucía —dijo Diego, con lágrimas en los ojos—. Viviré cada día en tu honor.

Narrador: Con el corazón lleno de amor y esperanza, Diego regresó al mundo de los vivos, sabiendo que Lucía siempre estaría con él. Su misión no había terminado, pero ahora tenía la fuerza y la determinación para seguir adelante.

—Hasta que nos volvamos a encontrar, Lucía —dijo Diego, mirando al cielo—. Viviré cada día por ti.

Cuándo El Amor se acaba: Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora