Capitulo 7: la revelación oscura

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Narrador: Lucía abrió los ojos lentamente, sintiendo un dolor punzante en su pecho. Estaba débil y desorientada, pero al menos estaba consciente. A su lado, Diego la observaba con preocupación, su rostro marcado por la angustia.

—Lucía, ¿cómo te sientes? —preguntó Diego, tomando su mano con suavidad.

Débil… pero estoy aquí —respondió Lucía, esforzándose por sonreír—. ¿Qué pasó?

—Tuviste un ataque al corazón —dijo Diego, con voz temblorosa—. No sé por qué, pero fue muy repentino.

Narrador: Antes de que pudieran hablar más, la puerta de la habitación se abrió de golpe. El hombre misterioso entró, seguido por sus secuaces. Su presencia llenó la habitación de una tensión palpable.

—Veo que te has recuperado, Lucía —dijo el hombre misterioso, con una sonrisa siniestra—. Pero no por mucho tiempo.

—¿Qué quieres de nosotros? —preguntó Diego, poniéndose de pie para proteger a Lucía.

—Quiero lo que me pertenece —respondió el hombre misterioso—. Ese amuleto es mío, y no permitiré que nadie más lo tenga.

Narrador: El hombre misterioso se acercó a Lucía, sus ojos fríos como el acero. Lucía sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

—¿Qué me hiciste? —preguntó Lucía, con voz débil.

—El amuleto tiene un poder antiguo —dijo el hombre misterioso—. Un poder que puede ser tanto una bendición como una maldición. Tu ataque al corazón fue solo el comienzo. Si no me entregas el amuleto, las cosas solo empeorarán.

—¡No te dejaremos llevarlo! —gritó Diego, con furia en sus ojos.

Narrador: El hombre misterioso hizo un gesto a sus secuaces, quienes se abalanzaron sobre Diego. Lo golpearon y lo inmovilizaron, mientras el hombre misterioso se acercaba más a Lucía.

—Diego… —susurró Lucía, con lágrimas en los ojos.

No te preocupes, Lucía —dijo el hombre misterioso, con una sonrisa cruel—. No le haré daño… si haces lo que te digo.

Narrador: Diego luchó con todas sus fuerzas, pero los secuaces eran demasiado fuertes. El hombre misterioso comenzó a hablar, sus palabras llenas de veneno.

—Diego, eres un tonto por pensar que puedes protegerla —dijo el hombre misterioso—. No eres más que un obstáculo en mi camino.

—¡Cállate! —gritó Diego, con desesperación—. ¡No sabes nada de nosotros!

—Sé más de lo que crees —respondió el hombre misterioso—. Sé que el amuleto tiene el poder de proteger a su portador, pero también puede destruir a aquellos que se interponen en su camino.

Narrador: El hombre misterioso levantó una mano y golpeó a Diego, dejándolo aturdido y sangrando. Lucía gritó, su corazón lleno de dolor y miedo.

—¡Basta! —gritó Lucía—. ¡Déjalo en paz!

—Solo si me entregas el amuleto —dijo el hombre misterioso, extendiendo la mano.

Narrador: En ese momento, el amuleto comenzó a brillar intensamente. Una luz cegadora llenó la habitación, obligando al hombre misterioso y a sus secuaces a retroceder.

—¡No puede ser! —gritó el hombre misterioso, cubriéndose los ojos—. ¡El amuleto…!

Narrador: La luz del amuleto se intensificó, creando una barrera protectora alrededor de Lucía y Diego. Los secuaces del hombre misterioso fueron arrojados contra las paredes, y el hombre misterioso mismo fue expulsado de la habitación.

—¿Qué está pasando? —preguntó Lucía, asombrada.

—El amuleto nos está protegiendo —dijo Diego, con voz débil—. No dejará que nos hagan daño.

Narrador: Con el hombre misterioso y sus secuaces fuera de combate, el médico entró rápidamente en la habitación. Atendió a Diego y Lucía, asegurándose de que ambos estuvieran a salvo.

Estarán bien —dijo el médico, con una sonrisa tranquilizadora—. Solo necesitan descansar y recuperarse.

Narrador: Mientras descansaban, Lucía y Diego sabían que su aventura estaba lejos de terminar. El amuleto había demostrado ser una poderosa herramienta, pero también un objeto de gran peligro. Juntos, estaban decididos a descubrir todos sus secretos y protegerse mutuamente de cualquier amenaza.

Vamos a resolver este misterio, Lucía —dijo Diego, tomando su mano—. Y te prometo que no dejaré que nada te haga daño.

Lo sé, Diego —respondió Lucía, con una sonrisa débil—. Juntos, podemos enfrentar cualquier cosa.

Narrador: Con el corazón lleno de esperanza y determinación, Lucía y Diego se prepararon para el siguiente capítulo de su aventura. Sabían que el camino sería difícil, pero estaban listos para enfrentarlo juntos.

Cuándo El Amor se acaba: Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora