Tormenta

43 8 2
                                    

Usagi deambulo por las calles después de salir de la casa de Darien. Avanzaba arrastrando los pies, sumergida en sus pensamientos, mientras las lágrimas se secaban en sus mejillas.

La mejilla comenzó a hincharse por el golpe, pero nadie se detuvo a preguntar si se encontraba bien. No sabía dónde estaba, pero cuando se detuvo a mitad de la calle vacía, se recargó en la pared de una casa, miró al cielo y dejó que su cuerpo se deslizara hasta el suelo. Se abrazó las rodillas contra el pecho y ocultó la cara en ellas.

Las nubes en el cielo, dejaron caer su lluvia. Pero a Usagí poco le importó mojarse.

°°°

Haruka salió de casa en el auto a pesar de las advertencias de Michiru por la lluvia que no tardaría en aparecer, prometiendo que no iría demasiado rápido y que tendría cuidado. Aquella mañana una extraña inquietud se había posado sobre su corazón, un que no entendía por qué se sentía tan intranquila.

Pidió a Michiru que revisara su espejo en busca de algún problema, pero no había visto nada fuera de lo normal. Habló con Tsetsuna, pero tampoco sabía de nada por lo que preocuparse. Sin embargo, algo en su corazón le decía que debía de estar alerta. Aun así, no podía dejar de sentirse inquieta y atrapada.

Esa misma sensación extraña, le decía que su lugar era en la calle.

Lo que comenzó como una ligera llovizna, pronto se transformó en una fuerte tormenta. No tenía sentido manejar a alta velocidad por las calles con el diluvio que caía. Era peligroso y una tontería. Pero, cuando estuvo a punto de dar la vuelta y regresar, vio a una joven hecha bolita a mitad de la calle mojándose bajo la lluvia.
No le fue nada difícil reconocer aquel largo y rubio cabello.

Frenó de golpe, y sin importar la fuerza del agua cayendo sobre la ciudad, bajó y fue con ella. Trató de cubrirse lo más que pudo con su chaqueta, pero de nada sirvió. La tormenta era constante y fuerte.

— ¡Cabeza de bombón! — gritó Haruka, pero su voz fue silenciada por un relámpago que cayó demasiado cerca.
Usagi ni siquiera la escuchó, así que tuvo que correr hasta ella.

— ¿Qué estás haciendo aquí, Usa…?

La joven rubia levantó la mirada llena de dolor y tristeza, dejando a Haruka sin palabras. Estaba llorando, y aunque las gotas de lluvia le cubrían el rostro, los ojos la delataban. Pero no fue solo eso lo que alerto a la más alta, si no el horrible golpe que tenía Usagi en la mejilla.

— ¡Pero qué demonios!— Haruka se acuclillo frente a ella — ¿Qué pasó, Usagi?

Fue hasta entonces que los ojos de Usagi la miraron realmente, haciendo contacto directo con los de Haruka. Expresando con solo una mirada lo terrible que se sentía.

— Usa…

La rubia se lanzó sobre ella, y termino desmayándose en sus brazos.

Haruka llevo de inmediato a Usagi al primer lugar que se le vino a la mente.
El templo Hikawa.

La sorpresa en el rostro de Rei reflejo el caos que Haruka sentía.

Apenas diciendo palabra, la llevaron a la recamara de la sacerdotisa. Le quitaron la ropa mojada y la metieron a la cama tratando de que su cuerpo regresara a su temperatura normal. La piel de Usagi estaba tan fría, y tenía los labios un poco azulados, que Haruka temía que pudiera tener hipotermia.

— Llamaré a Amy — le dijo Rei a la más alta, ofreciéndole un poco de ropa seca — Es de Nicolás. Creo que te quedara bien.

Haruka tomó los pantalones y la sudadera y se desnudó delante de Rei, provocando que la más bajita, se ruborizara y se girara de inmediato para no verla.

El timbre del celular de Amy, sonó varias veces, pero su amiga no respondió.

— No responde — le dijo a Haruka mirándola cambiada — ¿Qué fue lo que pasó?

— No lo sé. Iba manejando cuando la encontré en la calle.

— ¿Caminando con esta lluvia?

— No estaba caminando. Usagi… estaba hecha bolita en mitad de la calle.

Rei miró de nuevo a la joven en su cama. Parecía que poco a poco el color regresaba a sus mejillas. Las cobijas y la ropa seca, estaban haciendo su trabajo.

— Cuando me di cuenta que era ella, baje del auto y fui a donde estaba. La llamé, pero parecía no entender. Luego vi el golpe en su mejilla, quise saber lo que había pasado. Se lo pregunté, pero ella se desmayó. No sabía qué hacer y de inmediato recordé que hoy llegabas a la ciudad y por eso la traje aquí.

La voz de Haruka era nerviosa, como nunca la había escuchado antes. Había algo que no le estaba diciendo.

— Te dijo algo más, ¿cierto?

— Ella…

¿Duda?

¿Desde cuándo Haruka era una persona que temiera decir algo? Se preguntó a sí misma Rei, pero una nueva posibilidad brillo en su mente como una luz en la oscuridad, tal vez, lo que Usagi le había dicho, era algo terrible, tanto, que Haruka dudaba en revelarlo.

— ¿Qué fue lo que te dijo?

— Dijo que, Darien… le había hecho esto.

— ¡¿Qué?!

El Conejo De La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora