Cambio de plan

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Todo estaba preparado.

Al día siguiente, muy temprano para ser una mañana de sábado, Rei caminaba a toda prisa para llegar al café donde había logrado que Mina, Amy y Lita, aceptaran reunirse para hablar con ellas y contarles lo que estaba sucediendo.

No se sorprendió mucho cuando al entrar a la cafetería, Amy y Lita, ya la esperaban.

La primera en verla fue Lita, que levantó la mano en alto desde su asiento para que Rei las viera y fuera a sentarse con ellas. Se saludaron calurosamente, pues tenían más de un año sin verse.

— ¿Qué tal el viaje? — preguntó Ami.

— Perfecto.

— ¿Y Nicolás? — quiso saber Lita.

— Se quedó en Roma. Su padre necesitaba que le ayudara para cerrar un contrato. Pero les manda muchos saludos.

— ¿Y para cuando la boda? — preguntó la más alta, yendo directo al grano.

Rei sonrió ante el cuestionamiento y luego dejó escapar un largo suspiro.

— No estoy segura. Ya no puedo seguir aplazándolo.

— ¿No quieres casarte con él?

— Claro que sí. Pero… la próxima semana empiezo en mi nuevo trabajo y…

— No puedes elegir trabajo por encima del amor — dijo Ami.

— ¡Mira quién lo dice! La chica que prácticamente vive en un hospital.

— Pero a diferencia tuya. Yo no tengo un novio con el que he salido durante cinco años y que ya me dio el anillo de compromiso.

Rei sujetó el anillo que colgaba en su cuello, con una cadena de oro.

— Ami tiene razón — apoyó Lita.

— Lo sé. Pero… no es eso de lo que quería hablarles ¿Dónde esta Mina?

— ¡Rei!

Como si la hubiera convocado son sus palabras, la chica apareció de pie a un lado de la mesa. Con dos bolsas de papel en las manos y los brazos extendido para abrazarla.

— Hola, Mina — Rei se puso de pie, y recibió un efusivo abrazo de parte de su amiga. Luego, se sentó junto a las demás.

Mina era un remolino.

— Regalos para ustedes — les dijo a Ami y Lita, pasándoles las bolsas — El tuyo está en el auto, Rei. Es grande y no podía cargarlo. Pero estoy segura que te encantará.

— Gracias, pero…

— Ahora, cuéntenmelo todo, ¿de qué me he perdido? — le interrumpió Mina.

— Bueno, hay algo importante…

— Rei nos decía — Lita no la dejo hablar — Cuando se atreverá a fijar una fecha para la boda.

— No…

— ¡¿Enserio?! — Mina la miró con demasiada emoción reflejada en los ojos — Amiga. Marzo. Inicio de primavera. Todo es verde. Las flores. La mejor época del año.

— ¡No! — grito Rei desesperada,  dejando a sus amigas confundida por su exabrupto — No es eso. Escuchen, necesitamos hablar. Es urgente. Usagi…

— ¡Ah por favor!— suspiró Mina cruzándose de brazos al escuchar el nombre de su amiga — Y aquí vamos de nuevo.

— ¿Ahora qué hizo? — preguntó Lita con molestia.

— ¿También te llamó a ti? — preguntó Ami.

— ¿Llamarme…? — preguntó ahora Rei, confundida.

— Ayer por la tarde — respondió Mina — No sé qué quería. Pero yo estaba muy ocupada y no pude responderle.

— A mí también me llamó— agregó Lita — Y a Ami. Pero ninguna pudo atender la llamada.

— Pero…

— Tal vez era para otra de sus tonterías — comentó Mina con un sonrisilla nefasta.

— O otra de sus peleas interminables con Darien— dijo Lita — La verdad ya estoy un poco harta de sus lloriqueos.

Lita y Mina se rieron, haciendo gestos para burlarse de Usagi. Rei no podía creer que estuvieran siendo tan crueles.

— Chicas por favor — dijo Ami, y Rei se alegró al pensar que alguien defendería a Usagi — No nos olvidemos de su actitud infantil.

— ¿Qué? — Rei no podía creer que sus amigas estuvieran hablando enserio.

— No podemos culpar a Darien por perder la paciencia con ella — concluyó la peli azul.

— Aun sigo preguntándome, ¿cómo logró entrar a la universidad? — se burló Mina.

Rei las observaba sin palabras. Sin poder dar crédito a las cosas tan horribles que pensaban realmente sobre Usagi. Lo único que podía era preguntarse ¿en qué momento las chicas habían cambiado tanto?

Solo se había alejado de Tokio por un año, pero parecía que había sido tiempo suficiente para que olvidaran la promesa de cuidar a Usagi, a su princesa, ante todo y ante todos. Sí, Usagi tenía defectos, pero todo el mundo los tenía. Incluso ellas, que parecían sentirse tan superiores. Usagi daría la vida sin pensarlo por cualquiera de ellas. Pero tal parecía que  ellas habían cambiado de opinión respecto a la futura reina del planeta.

O quizá lo habían olvidado.

Con cada palabra, con cada risa que escuchaba, la furia iba creciendo. Y de pronto se sintió culpable por haber dejado sola a Usagi con ellas por todo un año. Pero, iba a enmendar su error. Y no iba a permitir que ninguna de ellas, volviera a acercársele.

— ¡Oye Rei! — Lita tuvo que moverla un poco para regresarla al café — ¿Qué sucede?

— Nada. — respondió de la forma más fría posible.

— ¿Qué era lo que ibas a decirnos?

Rei miró a las tres mujeres delante de ella. Y decidió cambiar un poco los planes para también mantenerlas a ellas alejadas de Usagi.

— Seiya está en la ciudad — soltó de pronto, desenado no equivocarse.

La sorpresa apareció en los rostros de las tres mujeres.

— ¿Cómo sabes?— preguntó Mina — ¿Lo viste?

— ¿Yaten y Taiki también están aquí? — preguntó Lita con interés.

— No lo sé— Les dijo Rei — Solo hable con Seiya.

— ¿Y qué es lo que quiere? — preguntó Amy preocupada.

— Dice… — Rei hizo una pausa. Las tenía justo donde quería — Que Usagi le pidió que viniera por ella.

El Conejo De La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora