La guardiana del tiempo

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La luz brillaba con mayor intensidad al final del laberinto. Setsuna no estaba muy segura de cuánto tiempo había caminado, ni de cómo o cuando fue que llegó a aquel lugar, pero siguió avanzando al frente sabiendo que esas eran preguntas que no importaban.

No se sentía atrapada o desorientada, ni siquiera intranquila al estar rodeada de tanta oscuridad. Lo único que le importaba era llegar hasta esa luz hermosa y cálida que prometía paz. Le resultaba familiar y sabía que nada malo podía pasar si no perdía de vista aquel hermoso brillo.

Al principio no había sonido, pero poco a poco, el eco de sus pasos, rebotó en las enormes y lejanas paredes que la rodeaban. Bajó la mirada y vio la punta de sus pies; Uno delante del otro mientras seguía avanzando. Los vio porque la luz estaba cada vez más cerca.

Dudo por un segundo, pero la luz pareció atraerla como si fuera un imán y en solo un parpadeo, atravesó aquel umbral.

Apareció en una enorme habitación llena de pilares blancos apostados en cada lado. No había ventanas y por eso, las cortinas jugueteaban con cada corriente de aire que las rosaba. Miró al frente y se encontró con una mujer de largo cabello dorado.

Era ella, aunque mucho mayor de lo que debería.

— Hola, Plut.

Su sonrisa era tan cálida que no le quedo duda que realmente era ella, aun cuando su mente se negaba a abandonar su recuerdo juvenil.

— ¿Sabes quién soy?

Setsuna respondió en silencio asintiendo levemente.

— ¿Y sabes dónde estamos?

Miró a su alrededor, comprobando que no reconocía nada del entorno, y sin embargo comenzaba a parecerle tan familiar que...

— Ven — dijo la mujer extendiendo su mano frente a Setsuna — Tendremos que ponerte al día.

Setsuna sintió algo de curiosidad, pero no dudo en tomar su mano. Comenzaron a caminar recorriendo el largo e iluminado pasillo en silencio. Silencio que fue roto de repente por risas de niños y gritos de dolor.

Temerosa, Setsuna se detuvo y buscó a su alrededor el origen de que sonido.

— Ignóralo, Plut. Todo es un poco engañoso por aquí. Lo que sea que creas ver, sentir o escuchar probablemente aun no sea real.

— ¿Qué quieres decir con que aún no lo es? — pregunto la guardiana del tiempo.

Serena no respondió.

Setsuna no hizo más comentarios hasta que llegaron frente a la puerta del tiempo.

Estaba sorprendida porque no conocía el pasillo que habían recorrido para llegar hasta allí.

— ¿Sorprendida? — pregunto Usagi, adivinando su pensamiento.

Setsuna se dio la vuelta para mirarla.

— ¿En verdad eres tú?

Usagi parpadeo y de detuvo para observarla un momento.

— Eso depende de a quién te refieras con esa pregunta.

Setsuna frunció el ceño con desconfianza.

— Si crees que soy la Usagi que tú conociste hasta hace poco, lamento decirte que no. Ya no soy ella — dijo — Pero, si quieres saber si realmente soy Usagi y no una o alucinación, la respuesta es sí. En realidad soy Usagi.

Setsuna se movió con incomodidad.

— Por lo menos un futuro de ella.

— Quieres decir que... ¿no eres del todo real? — Usagi sonrió — No aun.

— Veo que entendiste mi advertencia.

— ¿Qué hacemos aquí?

— Bueno, tú me pediste que viniera.

— ¿Yo? Pero...

Las enormes puertas se abrieron frente a ellas.

— Tenemos que avanzar, o si no el futuro cambiante nos aplastara.

°°°

Cuando la guardiana del tiempo pudo abrir un portal y regresar a su habitación no podía estar del todo segura de que hubiera elegido la fecha correcta.

Se tomó un momento para analizar su entorno. La habitación estaba a oscuras y todas sus cosas intactas. No parecía haber polvo acumulado sobre los muebles. Eso era una buena señal, pensó dando ánimos.

Se acercó a la cama, donde su teléfono móvil estaba. Lo encendió y al ver la fecha que apareció en la pantalla, tuvo la certeza de que lo había logrado.

Un segundo después, entró la quinta llamaba de Haruka.

No respondió.

Se sentía culpable, pero esta vez no podía ser tan descuidad. Ahora comprendía que por más que quisiera intervenir, no debía hacerlo. Tenía que tomar su papel de guardiana de la puerta del tiempo al pie de la letra y ser nada más que una observadora de los cambios que estaban por venir.

Haruka volvió a llamar.

Setsuna suspiró, relajo los hombros, se acercó a laventana e hizo la cortina a un lado para ver la luna brillante a la mitad del cielo. Finalmente respondió.

El Conejo De La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora