Capítulo I Un Nuevo Miembro Ha Llegado Al Santuario

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El Patriarca Shion arribó al Santuario acompañado de un tierno niño vestido con una túnica azul, pantalón gris claro y una toga verde que cubría sus hombros y cuello, el cual estaba sujeto con un cinto blanco. Su cabello lila le llegaba a la altura de su barbilla, su tez era clara y sus ojos con un peculiar color verde con halo morado. Su particularidad, al igual que el Patriarca, es que, en lugar de unas cejas comunes, las del infante eran dos semicírculos de color púrpura.

- Éste será tu nuevo hogar, Mu. –le dijo el Patriarca quien también era su maestro de entrenamiento del infante

- Es un lugar muy... grande. –respondió el niño.

Riendo un poco, Shion respondió:

- Ya te acostumbrarás.

Al ir avanzando, Shion le platicaba a su discípulo los deberes y obligaciones a cumplir, que ahora iba a ser reconocido como el guardián del primer templo. Al notar el gesto de confusión en el niño, aclaró:

- Tú naciste bajo la constelación de Aries, y dotado de un gran cosmos, querido Mu. No eres como los demás que deben entrenar para desarrollar y explotar todo su poder.

- Pero si me ha entrenado desde que tengo memoria, maestro. –dijo el niño

- Es verdad, pero tu entrenamiento es un tanto diferente a los Caballeros de Plata y Bronce. Al igual que el resto de tus compañeros.

- ¿Compañeros?

Llegando a los pies de una escalinata, Mu miró que éstas llevaban a un majestuoso edificio con columnas griegas y delicados acabados en mármol pulido. Shion dijo:

- Éste es el templo del que serás guardián y protegerás con tu vida a nombre de nuestra diosa Athena. La Casa de Aries.

- ¡¿Y-yo?! –preguntó sorprendido Mu

- Sí, junto con los demás once guardianes que conforman la élite del rango más alto de las ochenta y ocho constelaciones, los Caballeros Dorados. –señalando a lo más alto de la montaña, agregó- ¿Alcanzas a ver aquel templo en la cima? Allá se encuentra el salón donde resido, y tras del mismo, se encuentra el templo de Athena.

Mu estaba sumamente sorprendido ante lo que su maestro le decía y mostraba.

Shion volteó a ver al niño, dijo:

- Ustedes doce, se encargarán de ser la última defensa y proteger directamente a nuestra diosa. No lo olvides, Mu, seguirás entrenando en el arte de reparar armaduras y en tu formación como Caballero Dorado.

El pequeño Mu sólo se limitó a asentir.

Sin más, maestro y alumno comenzaron a ascender la escalinata para llegar al templo.

En cuando llegaron a la entrada del templo, Shion y Mu miraron que un jovencito de cabellos alborotados de color azul añil, ojos color aguamarina y vestido con ropas de entrenamiento un tanto desgastadas, hizo acto de presencia. El jovencito de catorce años se sorprendió al ver que el Patriarca estaba llegando al templo acompañado de un pequeño niño, quien enseguida se ocultó tras su maestro.

- Saga, ¿qué estás haciendo aquí? –pregunto Shion- ¿No deberías estar ayudando a Aioros con los demás niños?

El joven respondió:

- Discúlpeme, gran Patriarca, tuve que dejar solo a Aioros porque estaba buscando a mi hermano.

Un tanto serio, Shion dijo:

- Sabes que tu hermano tiene una encomienda diferente a la tuya. Entre menos sepan de tu hermano, es mejor, ya te lo había explicado. En fin... -bajando un poco la vista, dijo- Ya que estás aquí, ¿podrías encargarte de este pequeño? Él es quien se encargará de este templo a partir de ahora.

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