Ya había transcurrido un mes desde que Mu llegó al Santuario y conoció a Saga.
Aquella misma tarde, Saga llevó a Mu al noveno templo, la Casa de Sagitario, donde Mu conoció a Aioros, un joven de trece años, cabellos castaño oscuro, piel bronceada y ojos verdes, quien cuidaba a cuatro niños. Su hermano menor Aioria, un niño muy activo de cabellos castaño claro; Aldebarán, un niño dotado de una gran estatura que no parecía tener seis años; Milo, un alegre niño de cabellos azules igual de activo que Aioria, y su amigo Camus, un niño de cabello azul aqua un tanto reservado. Mu se sorprendió que Aioria y Milo estaban por cumplir los seis años.
En poco tiempo, Mu se acostumbró y se adaptó a vivir en el Santuario. Todos los días, por las tardes, se les permitía a los niños convivir entre ellos bajo la supervisión de Saga y Aioros. Los cinco niños se divertían y jugaban como tal, olvidando un poco el duro entrenamiento que todos ellos llevaban. Para el atardecer, los jóvenes mayores se encargaban de regresar a los niños en su respectivo templo. Aioros se encargaba de llevar a Milo y Camus, y Saga de llevar a Aioria, Aldebarán y Mu.
Una regla que se debía cumplir, es que los niños debían quedarse solos en sus templos. Cada cierto tiempo, se les permitía dormir con un compañero o todos juntos, pero fuera de esos días especiales, debían estar en sus respectivos templos sin la compañía de nadie más. Esa era una regla que a Mu no le gustaba. Nunca había estado solo. Shion siempre le hizo compañía desde que tiene memoria. La primera noche lloró mucho hasta quedarse dormido. Las otras noches, simplemente no podía conciliar del todo el sueño debido a lo oscuro que era su templo por las noches. No fue hasta que, transcurrida la primera semana, Mu le pidió a Saga que se quedara con él. Primero pidiéndole que se quedara por un rato para no sentir miedo, después le pidió que se quedara hasta que él se quedara dormido, finalmente, fue un hábito que ambos tuvieron que mantener en secreto.
Después de dejar a Aldebarán en su templo, Saga escoltó a Mu hasta la Casa de Aries. Mirando para todos lados, Mu tomó la mano de Saga, pidiéndole en silencio que se quede con él.
- Sabes que nos pueden regañar por esto.
- Por favor, una noche más.
Con un ligero resoplido, Saga accedió.
Estando acostado en su cama, Mu miró que Saga sólo se quedó sentado en la orilla. Notó que su amigo tenía un gesto preocupado.
- ¿Estás molesto? –preguntó tímidamente Mu
- No... sólo no quiero que te metas en problemas y nos regañen, es todo.
Pensando un poco, Mu dijo:
- Juguemos a algo.
- Ya es tarde, Mu.
- Mira. –el niño se sentó y señaló fuera de su recamara- Prende una luz y dime que dormirás en la sala. Si lo haces, yo pensaré que sigues aquí.
Un poco sorprendido, Saga preguntó:
- ¿Ése es tu juego?
Mu asintió.
- ¿Y con eso te dormirás?
- Sólo si me dices que dormirás en la sala.
- De acuerdo...
Saga se levantó de la cama y arropó de nuevo a Mu. Mientras acariciaba su cabeza, dijo:
- Duerme, Mu... Estaré en la sala leyendo un libro.
De nuevo, Mu asintió y se acomodó a dormir.
Tal y como se acordó, Saga salió de la recamara de Mu para después dejar una luz fuera de la misma. Al notar que el niño se encontraba tranquilo, Saga esperó un poco más antes de volver a su templo.
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Una Vida Amándote
Fiksi Penggemar¿Es posible amar a alguien desde la niñez? ¿Cuándo es el momento indicado para decir si es amor o no? ¿Cómo puede uno saberlo? La vida de Mu, no sólo se basará en conocimiento, preparación y entrenamiento como guardián del primer templo, sino de con...