Capítulo III Estrellas y Una Promesa

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Entre entrenamientos, lecciones y convivencias, tres años transcurrieron en un parpadeo. Mu ya era un niño de nueve años y estaba comenzando una nueva etapa dentro del Santuario. Las reglas y rutinas que se le habían asignado a él y a sus demás compañeros de su misma edad ya no eran las mismas. Los niños se iban por su cuenta a su respectivo templo, ya no había necesidad de que cada cierto tiempo tuvieran a un compañero para pasar la noche y, ocasionalmente, llegaban a juntar a los seis niños para dormir juntos. A nadie le sorprendió esos cambios ya que se les había explicado que era para que se adaptaran a vivir dentro del Santuario y pudieran conocer y relacionarse mejor con sus compañeros.

Mu había logrado hacer una sólida amistad con Aldebarán y Aioria, sin embargo, a quienes seguía considerando sus mejores amigos eran Saga y Shaka, y era con quienes más convivía, pero ellos seguían sin llevarse del todo bien. De hecho, a Shaka le disgustaba que Mu se juntara con Saga, quien ya tenía diecisiete años.

Una tarde, Shion convocó a los niños al gran salón. Aioros y Saga se encargaron de llevarlos hasta la cima del Santuario.

Los niños no dejaban de curiosear el lugar. Todo les llamaba la atención, desde las enormes columnas, la alfombra de color rubí, las cortinas tras el trono del Patriarca y los candelabros. Mientras cuchicheaban entre ellos respecto al por qué fueron citados al gran salón, Shion apareció para darles una inesperada noticia que los sorprendería a todos.

- Jóvenes, agradezco que estén aquí. Debo decirles algo muy importante. –hizo una pausa a la vez que miraba los rostros curiosos de los niños que tenía frente a él. Dijo- Como saben, ustedes llevan un entrenamiento diferente al resto de los Caballeros, en donde han demostrado muy buenos resultados. Sin embargo, como los nuevos Caballeros del más alto rango, deben pasar a la siguiente fase y es el de enviarlos a diferentes lugares para que sigan el entrenamiento por su cuenta.

Los niños se sorprendieron por lo que escucharon. Aioria preguntó:

- ¿Nosotros solos?

- Así es.

- ¿Ya no viviremos aquí? –preguntó Milo

- Sólo por una temporada.

- ¿Por cuánto tiempo? –preguntó Aldebarán

Acercándose un poco a los niños, Shion explicó:

- Por seis años, ustedes entrenarán por su cuenta en diferentes regiones dependiendo de sus habilidades. Aioria y Mu se quedarán aquí en Grecia por tres años, pero después deberán partir.

- ¿Por qué sólo ellos? –preguntó Camus con tono de enfado

- Porque sus maestros están aquí. Una vez que terminen de aprender lo necesario, deberán seguir por su cuenta. Los demás, partirán dentro de una semana. Durante estos días, preparen lo necesario y descansen lo suficiente.

- ¿No tendremos entrenamiento? –preguntó Mu

- No en esta semana. –respondió Shion. Levantando un poco el rostro agregó- Nos vemos dentro de una semana al amanecer a la entrada del Santuario. Saga y Aioros los acompañarán a la salida.

Aunque estaban tristes por la noticia, los niños hicieron una ligera reverencia antes de reunirse con sus compañeros mayores y retirarse del gran salón. Mientras se encaminaba a la salida, Mu escuchó que su maestro lo llamaba.

- Ven. Debemos hablar.

Estando dentro de un enorme despacho que se ubicaba en el pasillo a mano derecha del trono, casi oculta la entrada tras las enormes cortinas rojas que decoraban la sala, Mu se encontraba sentado en una silla frente a un escritorio grande. Shion, quien estaba sentado frente a Mu, observaba a su alumno como si lo estudiara. Preguntó:

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