𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 7

689 75 53
                                    

𝑉𝑜𝑡𝑜 𝑣𝑖𝑛𝑐𝑢𝑙𝑎𝑛𝑡𝑒

Todos estaban en silencio mientras Mai era el centro de atención. La habitación parecía contener la respiración, esperando el próximo movimiento. De repente, Naobito se levantó del suelo, con su rostro aún pálido por el golpe anterior. Levantó sus manos en un gesto de rendición y afecto, y Mai sonrió, correspondiendo el abrazo cuando Naobito se acercó.

—Gracias por venir, Mai —dijo Naobito, con su voz llena de gratitud.

Mai sonrió y abrazó a Naobito con fuerza, pero su mirada se desvió hacia Hakari, quien salió por completo de la cocina y se rasco la nuca, confundido.

—¿Qué pasa aquí? —preguntó Hakari, con su voz llena de curiosidad.

Pero antes de que alguien pudiera responderle, Mai nota que Hakari estaba sangrando a chorros por su obvia carencia de brazo izquierdo. Se separó de Naobito y miró a Sukuna con el ceño fruncido.

Sukuna puso cara de aburrido y desvió la mirada.
—Creo que me dejé llevar un poco —dijo, con su voz indiferente.

—Curalo —ordenó Mai, su tono era firme.

—¿Y si no quier...? —comenzó a decir Sukuna, pero no pudo terminar su frase al recibir la mirada enojada de Mai, mientras ponía sus manos sobre sus caderas— No soy un niño al que puedas mandar —gritó Sukuna, con su rostro enrojecido.

Mai apuntó a Hakari, quien comenzaba a tambalearse sobre su lugar, con su rostro pálido por la pérdida de sangre.

—No quiero —dijo Sukuna, cruzándose de brazos.

—Ahora —dijo Mai en un tono autoritario.

Sukuna suspiró pesadamente y se acercó al chico, curándole con su energía maldita. Un nuevo brazo creció en el lugar del anterior, y Hakari miró esto con satisfacción y morbo.

Naobito se quedó atónito, observando a Mai con sorpresa. ¿Era esta la misma persona que siempre había sido tan dulce, gentil y tímida? ¿Cómo podía estar hablando con ese tono autoritario y mandón hacia alguien que casi los había matado? La transformación era impresionante, y Naobito no podía evitar preguntarse qué había cambiado en Mai.

La habitación parecía haber cambiado, la tensión y la violencia habían dado paso a una extraña sensación de familiaridad y autoridad. Mai estaba en control, y todos lo sabían.

—Ahora devuelvele el cuerpo a Itadori —dijo Mai, su voz era firme y autoritaria.

Sukuna suspiró, alargando el suspiro lo más que pudo, como si estuviera renunciando a algo precioso. Luego, sus ojos inferiores se cerraron y las pupilas de los ojos superiores cambiaron, indicando que Yuji tenía el control nuevamente.

Itadori se rascó la cabeza, confundido, y miró a sus alrededores. El salón principal de su casa estaba en ruinas. Las paredes estaban agrietadas, los muebles destrozados, las ventanas resquebrajadas y el suelo cubierto de escombros. El aire estaba lleno de polvo y olor a madera astillada.

—Está un poco desordenado, ¿no? —dijo Itadori, intentando hacer una broma.

Pero Mai no estaba de humor. Una vena se hinchó en su frente y miró a Yuji severamente, cruzándose de brazos.

—¡¿Un poco?! —dijo, su voz estaba llena de enojo.

Yuji tragó saliva, sintiendo todo el peso de la mirada de la Zen'in.

—Mai —dijo Naobito, intentando llamar su atención.

Pero ella también le miró con enojo.
—Tú también, abuelito. Ayuda a limpiar este desastre.

Sukuna... ¿es bueno?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora