Posé mi mano en el lado izquierdo de la cama,
las sábanas frías respondieron.Mis pasos recorrieron el lugar,
unas cuantas revistas viejas
una pila de libros sin leer
y un buró lleno de lápices.
La ventana de la habitación
permaneció abierta largo tiempo,
en espera de tu regreso y para mantener
calor en tu lado de la cama.
El café volvió a enfriarse,
el desayuno tardó en llegar,
mis manos temblaban constantemente,
¿Por qué será? Ausencias que pesan.
No puedo dormir a ninguna hora.
Las nubes me hablan, creo que me enloquecí.
Me falta el aire al despertar,
de un sueño que nunca sucedió.
Mis ojos no descansan,
mis pensamientos no cesan.
Salí a buscarte finalmente;
pero no obtuve resultados.Te busqué en aquella banca solitaria
en el parque de la esquina, al lado del risco,
en aquella cafetería, en la librería
y finalmente en nuestro hogar;
Resulta que solo estás en mis pensamientos.
Te sigo sintiendo en las noches
sigo escuchándote cantar al ducharte.
Aún me molesta el aroma a café matutino,
y tus libros siguen obstruyendo mis pasos nocturnos.Te encuentro en mis pensamientos,
en el aire con aroma a margaritas,
en la pila de hojas secas del patio,
y en el canto nocturno de la luna.No entiendo por qué te marchaste tan pronto,
apenas pudimos conversar.Ojalá le hubieras ganado la carrera a la luz,
lástima que nadie sea tan rápido, aunque,
de correr juntos aquel largo pasillo tal vez,
solo tal vez, la hubiésemos vencido.Es una pena soltar tu mano, es doloroso
escribirte y no recibir respuesta, solías responder.
¿Por qué ya no? Supongo que en el cielo no hay lápiz y papel.