Un mundo sin esquinas

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El cinturón cayó y el suelo
empezó a temblar.

Anduvo por mi cama
como si de un laberinto se tratase;
furioso, desesperado, angustiado.

Hay cuentas por pagar, es lo que dijo,
también dijo que todo era culpa de mamá,
la verdad ni lo entendí pero supongo que
debía saldar esa deuda y que mamá
no se preocupara por ese asunto.

El mundo entero hizo silencio,
corrí hacia la esquina de mi recámara
en busca de protección de la oscuridad;
Me la negó, todo se desvaneció.

Mis pupilas se dilataron, mi respiración
fue un susurro que parecía gritos de guerra,
mi pulso navegaba en el océano bajo una tormenta,
y mi voz acababa de tomarse un sabático.

Éramos mis cicatrices, el desconocido y yo.
Recorrí toda la casa, todo estaba flotando,
mamá estaba tendida en la alfombra, parecía
descansar serenamente; le concedí un beso de buenas noches,
su cabeza estaba fría y mis labios ardiendo; temí lastimarla.

Él dijo que estaríamos bien, que el mundo tiene
suficientes esquinas para que me pose a llorar.
¿Por qué una esquina? Mamá está en el centro del hogar;
Sacó el cinturón nuevamente y me gritó que pidiera un deseo;

Pedí un mundo sin esquinas.

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