Te entregué mi corazón en un barco de papel,
déjalo navegar, déjalo ser, no lo hundas.
Te brindé mi tiempo en una copa de cristal,
no la dejes caer, es valiosa para mí.
Te di amor a través de una valla,
te regalé flores amarillas en un campo verde,
te brindé mis hombros para tus descansos,
te di todo aquello considerado como serendipia.
Mis manos escribieron las mejores cartas,
mi voz creó los sonidos más pacíficos.
Imaginar no me bastaba, eso te aseguraba,
Pero tú asegurabas inseguridades, cosas vanas.
Mi corazón se fue desvaneciendo como papel quemado,
mis lágrimas fueron llenando tus copas de cristal,
mi amor fue regalado al infierno y mi tiempo se mudó de hogar.
No comprendía tu actitud codiciosa.
Nunca entendí tus ojos perdidos en el ayer.
Jamás aprenderé a ser como tú, amor.
Toma tus cosas y también las mías,
al ponerse el sol, olvida que todo esto pasó.