MARIDO POR CONVENIENCIA

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Jimin podía sentir la penetrante mirada de Jungkook sobre él, cada vez que apuñalaba con el lápiz el poco favorable contrato, estaba desquitando toda su ira y frustración con el papel y no le importaba. Necesitaba que alguien o algo pagara su coraje y a las hojas con estúpidas letras no parecían importarle. Durante ese tiempo en ningún momento levantó la vista para mirarlo, sabía que, si miraba su sonrisa de idiota, Jimin perdería los estribos.

Minutos más tarde mientras Jungkook hablaba por videoconferencia en italiano, la puerta de la oficina se abrió, la secretaria de Jungkook entró sin llamar, dejando sobre la mesa donde Jimin estaba, una bandeja con una jarra de café, una taza y varios pastelitos, además de que junto a él colocó una bolsa de papel color azul marino con el nombre de una de firma muy costosa de ropa de hombre, sin decirle nada le sonrió muy  profesional y volvió a salir tan silenciosa como había llegado.

En un acto completamente infantil de rebeldía, Jimin continúo trabajando en rayar, tachar y hacer anotaciones en su contrato de esclavitud. Ignorando los deliciosos panecillos que olían realmente divinos, su estómago rugió de hambre ya que no había desayunado. Pero Jimin era orgulloso y obstinado.

—No has bebido el café— dijo Jungkook tiempo después de despedirse de las personas que estaban al otro lado de la pantalla.

Jimin apretó el lápiz en sus manos, sentía ganas de clavárselo en el cuello. Pero como no quería ir a la cárcel se contuvo.

—No tomó café.

—¿Desde cuándo? — Jimin sintió deseos de reír.

—Hay muchas cosas que no sabe de mi, señor Jeon, ya no soy la persona ilusa que conoció—le dijo con desdén—Aquí tiene su contrato, no necesito ir a su abogado, simplemente entreguele esto— se puso de pie y lanzó de malos modos la carpeta sobre la mesita del café, miró desafiante a Jungkook el cual seguía sentado en su escritorio.

—Esa bolsa contiene una camisa decente, ahí está mi baño privado, cámbiate, Mingyu llegará en un momento y no quiero que te coma con los ojos — si no fuera porque Jimin sabía que todo esto era una farsa, o eso creía él... pensaría que Jungkook estaba celoso.

—Pense que iríamos a verlo a su oficina.

—He cambiado de opinión— dijo mientras concentraba su mirada en la pantalla de nuevo.

Jimin apretó los dientes. Quería mandarlo al demonio, lanzarle la estúpida bolsa a su idiota cabeza. Pero estaba tan cansado, solo deseaba terminar con esto de una buena vez, e irse a su casa, se metería en la cama y no volvería a salir de ella hasta el lunes que tuviera que ir a trabajar. Se tardó en el baño más de lo necesario, se cambió la camisa, tenía que admitir que la prenda era suave y de un color hermoso, esto era algo que a él no le alcanzaría para comprarse, habían pasado demasiados años desde que él utilizara este tipo de prendas.

Cuando salió del baño, descubrió que Jungkook no estaba solo, un hombre rubio casi de la misma edad se giró para mirarlo. —Supongo que tú eres Jimin— dijo el hombre con acento extranjero.

La mirada que le dirigió el hombre no fue nada amable. Jimin supo inmediatamente que al hombre no le agradaba y no entendía la razón, ya que ni siquiera lo conocía.

—Cariño— llamó Jungkook volviéndose también hacia él — Ven, te presento a Min Mingyu, es mi abogado y un gran amigo— Jimin comprendió que era momento de comenzar su papel, aunque dudaba que el abogado no supiera las condiciones en las cuales se estaba dando todo esto.

Obligo a sus piernas a moverse y se acercó a ambos hombres, estrechó la mano que el abogado le ofrecía. —Lee Jimin— se presentó profesionalmente, no sería tan hipócrita como para añadir el típico "gusto en conocerte" Este hombre no podría tener de forma directa la culpa de lo que estaba sucediendo, pero Jimin de alguna manera sentía que era cómplice de esta farsa.