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Como ya era costumbre de Jimin,  al menos en las últimas cuarenta y ocho horas, deseaba correr, correr muy lejos y esconderse. Apenas habían transcurrido menos de dos días que había vuelto a encontrarse con Jeon Jungkook después de varios años y ya estaba mentalmente y físicamente exhausto, no quería ni imaginar como sería su vida por el siguiente par de años.

Después de que Jungkook se marchara esa mañana, Jimin se había quedado en la cama, pero después no quiso que Hanna pensara que era un holgazán, se levantó, arregló la habitación y se quedó sin nada que hacer, el desayuno le fue preparado por Hanna y Soobin se ofreció a llevarlo de compras, por orden de Jungkook.

¿Esa sería su vida ahora? Jungkook ordenaba y el obedecería. Tal vez podría soportarlo, al menos no tenía otra opción para ello, como no la tenía en soportar a los amigos de Jungkook. Por la tarde había llegado acompañado de Min Mingyu, trabajaron un buen rato en su despacho hasta que llegó la hora de la cena y si ayer había tenido la impresión de que el abogado no lo toleraba, hoy le quedaba más que claro. El hombre era cortés con Jimin. Educado, frio y distante, lo odiaba y Jimin temía que la única razón posible es que esos dos, eran o fueron amantes. Porque la cercanía y la complicidad entre ambos hombres era obvia para cualquiera, durante su tiempo en el instituto y la universidad, Jimin había sido testigo de que Jungkook no era el típico que hiciera amigos fácilmente, siempre tuvo compañeros de clase, de equipo o de trabajo, nunca amigos. Incluso su compañero de habitación durante la universidad en una ocasión le comentó que era muy complicado vencer las barreras de Jungkook, ya que él era reservado y no muy sociable, además de que siempre exigía demasiado de las personas que lo rodeaban.

Pero al parecer eso había cambiado con los años, Jungkook y Mingyu parecían llevarse muy bien. Demasiado bien en realidad ¿Debería preocuparse por eso? Frunció el ceño, lo que Jungkook hiciera o deshiciera con su abogado no era de su incumbencia, en el acuerdo prenupcial no había ninguna cláusula que dijera que serían fieles.

Jungkook parecía ajeno a la incomodidad de Jimin y al desagrado de Mingyu por él. Habían llegado con la intención de revisar unos asuntos pendientes y simplemente fue natural suponer que se quedaría a cenar, debería de estar agradecido porque no estaría a solas con Jungkook, pero no sé sentía así. El abogado no le agradaba nada, lo hacía sentir incómodo y fuera de lugar, el hombre estaba cómodo en la casa, lo que no le era fácil Jimin.

Muchos años atrás Jimin dejo de ser refinado o de preocuparse por los modales y las apariencias, no las necesitaba en su nueva realidad, y ahora en ese momento con esos dos, no podía dejar de sentirse intimidado. Jamás había sentido su autoestima tan mermada como en ese momento. Intentó recordar todo el daño que pudo haberle causado a Jungkook para que decidiera vengarse de él de esa manera ¿Por qué él? ¿Por qué no Mingyu? O cualquier otro, viéndolos conversar desde el sofá, Jimin se daba cuenta que había complicidad entre ellos. Mingyu era elegante, refinado, culto, apuesto. Sería mejor pareja para Jungkook que él.

Antes de que Hanna anunciara que la cena estaba lista, Jungkook fue a buscar una nueva botella de vino, los tres minutos que tardó en ir a buscarla, el abogado y Jimin se quedaron en el salón sin saber que hacer.

Jimin en el sofá de una sola plaza y Mingyu junto a la chimenea artificial. El silencio fue algo incómodo.

—¿Estás casado señor, Min? — preguntó Jimin, ni siquiera supo que lo impulso a hacerlo. No tenía porque ser cordial con ese hombre y no era una pregunta de cortesía, estaba intentando averiguar qué terreno estaba pisando.

—No lo estoy, desgraciadamente no todos tenemos la suerte de encontrar a la persona adecuada. — Fue toda la respuesta del abogado antes de que Jungkook regresara.

MARIDO POR CONVENIENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora