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Lo cierto es que la situación no estaba yendo como Yeonjun lo había planeado. En su mente, había visualizado un encuentro más íntimo, una conversación fluida y agradable entre los dos. Se imaginaba desplegando sus dotes de seducción, permitiéndose ser él mismo frente a Soobin, liberando su verdadero yo en ese espacio privado. Sin embargo, la realidad era muy distinta. Soobin había impuesto una barrera inquebrantable entre ambos, manteniendo estrictamente los roles de terapeuta y paciente. Desde el principio, dejó en claro que todo seguiría un proceso formal y profesional, recordándole constantemente cuál era su papel y cuáles eran los límites de su interacción.

«Antes que nada, somos terapeuta y paciente. Vamos a seguir un proceso medianamente profesional. Mi ética es ayudarte con tus problemas, nada más. Ya te lo he mencionado antes... Si veo que estás jugando, terminaremos con esto», le había dicho mientras anotaba la fecha en su tabla. Luego, comenzó a pedirle información básica: su nombre completo, su edad, algunos detalles sobre su familia y su carrera. Después de recopilar los datos necesarios, continuó explicándole el plan para las sesiones. «Esta primera sesión será introductoria. Queremos establecer un ambiente cómodo para que te sientas en confianza. La siguiente será para analizar tu situación y, después de eso, en la tercera, te presentaré algunos métodos que podrían ayudarte. En teoría, no deberían ser más de seis sesiones, pero evaluaremos conforme avancemos».

Yeonjun, todavía algo confundido por la estructura tan rígida, decidió preguntar:

—¿Qué tanto puede alargarse una sesión?

Soobin, manteniendo su tono profesional, respondió.

—Las sesiones duran como máximo una hora y media, pero la cantidad de sesiones es indefinida. Un paciente puede estar en terapia durante años, pero lo ideal es que encuentre otras formas de mejorar. No te preocupes, Yeonjun. Nosotros nos veremos una hora cada viernes, al menos durante cinco semanas, ¿te parece bien este método?

A pesar de sentirse un poco desconcertado, Yeonjun asintió con seriedad, aceptando las condiciones. Sin embargo, lo que había idealizado como un momento lleno de química y tensión emocional terminó siendo una situación monótona¹. La energía que había imaginado se desvaneció rápidamente, dejándolo sumido en un estado de ánimo decaído. La expectativa de una conversación divertida y coqueta se convirtió en largos momentos de silencio incómodo. A duras penas respondía a las preguntas que Soobin le hacía, sintiendo que el ambiente se tornaba cada vez más frío y distante. No tenía el valor de soltar algún comentario atrevido o hacer una broma; evitaba mirar a Soobin y se concentraba en las líneas del suelo, desviando su atención a las piernas cruzadas de su terapeuta, sintiendo el peso de su mirada sobre él.

A pesar de la rigidez del momento, Soobin no le presionaba. De hecho, dejaba que el silencio se extendiera, creando un ambiente enigmático que, lejos de incomodarlo, parecía ser parte de su estrategia. No obstante, cuando lo consideraba necesario, intervenía.

—¿En qué estás pensando ahora mismo, Yeonjun?

La pregunta tomó por sorpresa a Yeonjun, quien, siendo honesto, tenía la mente en blanco. Pero la sensación de desilusión permanecía latente. Jugueteando con sus dedos y abultando el labio, decidió restarle importancia.

—Sólo pensaba que no imaginé que nuestras sesiones serían así —admitió, sintiendo que sus palabras podían ser una oportunidad para entablar una conversación más fluida.

Soobin, aunque mantuvo su seriedad habitual, mostró un leve interés.

—¿Y cómo pensabas que sería? —preguntó, sin dejar de lado su tono indiferente, aunque en cierta parte, tranquilo para evitar sonar tajante².

Entre La Razón Y La Pasión  |  SoojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora