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"Buenos días, Soobin. Soy Yeonjun, quería preguntarte sobre a qué horas vendrás para estar pendiente", decía el mensaje que envió con manos temblorosas, nervioso por la inminente¹ visita. Afortunadamente, ese día no tenía clases, así que podía permitirse relajarse, aunque la ansiedad lo mantenía en un estado de alerta constante. Esa mañana, al despertarse, su corazón palpitaba con la misma intensidad que la noche anterior, cuando no lograba conciliar el sueño por anticipar el momento de volver a ver a Soobin. Era como si cada minuto que pasaba lo acercara más al instante en que la puerta se abriría y lo vería entrar, y la idea de tenerlo en su casa lo emocionaba tanto que sonreía como un tonto, incluso golpeando suavemente las sábanas con los pies.

La respuesta de Soobin llegó casi de inmediato: "¿Te parece bien a las 3:00 pm?"

"¡Por supuesto que sí, mi amor! ¡A la hora que quieras!" fue lo que realmente quería contestarle, pero la emoción lo abrumaba y optó por un simple "Sí, está bien" para mantener la compostura.

Al levantarse, sintió que una nueva energía lo invadía. Se estiró, extendiendo los brazos hacia el techo como si quisiera deshacerse de toda la tensión acumulada, y luego bajó a la planta baja para desayunar. Sin embargo, al llegar a la cocina, no esperaba encontrarse con su madre organizando algunas provisiones en la nevera.

—¡Mamá! —exclamó sorprendido, asustando a la mujer que giró rápidamente, su expresión cambiando de sorpresa a una sonrisa maternal.

—¡Sí! Buenos días para ti también, mocoso —respondió, haciéndole una mueca mientras cerraba la nevera con un gesto despreocupado.

Yeonjun hizo un puchero. —Buenos días... ¿Por qué no me avisaste que vendrías hoy?

—¿Qué caso tiene avisarte si ni siquiera respondes? Ya estoy aquí de todas formas... Anda y sírvete. Acabo de hacer unos huevos revueltos, también traje pan.

Aunque Yeonjun no estaba acostumbrado a desayunar así -su rutina habitual era un café y, si acaso, alguna fruta-, se sintió agradecido por el esfuerzo de su madre y decidió no pelear por ello. Se sirvió un plato y se sentó a la mesa, sintiendo el cálido aroma de la comida recién hecha.

—¿Cómo está papá? —preguntó mientras empezaba a comer, sintiendo la familiaridad del hogar a su alrededor.

—Cada vez más viejo —respondió su madre, aunque no había un ápice de gracia en su tono. Se giró hacia él, cruzando los brazos—. Hace rato que no nos visitas, no llamas ni mensajeas. Si quieres, ya comienzo a dejar de venir. Parece que quieres ser solamente tú.

—¡No es eso! —replicó Yeonjun rápidamente—. No he tenido tanto tiempo... Y sobre los mensajes... Soy irresponsable con eso. ¿Para qué chatear si puedo hablar en persona con alguien?

—Niño extrovertido... —murmuró su madre, rodando los ojos con una sonrisa.

—Por cierto, ¿te quedarás todo el día hoy, mamá? —preguntó, intentando cambiar de tema.

—No lo tengo planeado. ¿No debes ir hoy a la universidad?

—No tengo clases los viernes.

—Bueno, podría pasarla contigo —sugirió ella, sentándose frente a él, mirándolo con atención.

Yeonjun se mordió el labio nervioso. Se sentía un poco abrumado por la idea de que su madre se quedara en casa mientras él esperaba a Soobin.

—Hoy esperaré una visita —dijo finalmente, sintiendo que debía decirle la verdad.

—¿Tu novia? —preguntó su madre, levantando una ceja con interés.

—No, no tengo novia...

—¿Novio? —su madre sonrió, jugando con la idea.

Entre La Razón Y La Pasión  |  SoojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora