XVII: ¡Qué insistas con Deshojo!

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Algunos días corrieron desde aquella noche. Tras una larguísima charla, Iván y yo aclaramos las cosas e hicimos las pases. Me gustó recuperar su amistad y que, nuevamente, los tres pudiésemos compartir juntos, como al principio.

Después de acompañarlos para la revisión final del proyecto, pasábamos el rato en el acogedor Starbucks que solíamos visitar en esa clase de días. Reí mucho con ellos, sus bromas o la forma en que Feli se burlaba de su círculo vicioso.

—Es que eres un ejemplo —dijo Feli con ironía y probó un poco de su bomba de azúcar, Iván lo contempló con ojos rasgados, a la espera—. Neta que sí, pero de pendejo.

Solté una fuerte carcajada. Iván no se inmutó, le devolvió una sonrisa punzante.

—¡Ay, niña, cada quien tiene sus propios y oscuros secretitos! —le contestó.

—¡Cállate los ojos!

La respuesta de Feli me hizo reír. Iván decidió ignorarlo y pasar un brazo sobre mis hombros antes de hablarme.

—Sigue mi consejo, guapo. ¡Insístele a Deshojo!

—¿Lo dices de verdad? —pregunté, impresionado.

Iván afirmó con la cabeza. Creí que serían dos contra uno. Sin embargo, antes de poder decir cualquier cosa, Felipe intervino, alterado, incluso le gruñó.

—¡¿Qué clase de consejo es ese?! ¿Cómo lo mandas a ilusionarse con alguien que no conoce? —Masajeó su frente, fastidiado—. ¿Qué no ves que está chiquito y puede estar cayendo en las garras de un timador?

—Pendejo —le dije con mala cara y sonrió.

—¿Y si te equivocas? ¿Qué tal si es una buena persona, pero demasiado tímida? —refutó Iván muy tranquilo, observaba a Feli con ojos achinados.

—¡Claro! ¡¿Y si quedan de verse y le roba un riñón?!

—Feli, creo que exageras —le dije sonriente, luego me cubrí la cara con ambas manos.

—¿Yo exagero? ¡Ustedes son un par de crédulos!

Su reacción me hizo reír y mientras él seguía con su preocupación, Iván permaneció enganchado a mi hombro para aconsejarme y ver las fotografías del perfil de Deshojo. Feli no dejó de gruñir varias veces, frustrado, por no conseguir nuestra atención.

—¡Oh, ahora lo entiendo! Ese tatuaje te hizo pensar que se trataba de mí —dijo Iván, risueño—. Mira, guapo.

Se soltó los botones inferiores de su camisa y me mostró su vientre moreno, libre de tatuaje. Abrí los ojos, sorprendido.

—Era temporal, galán. A veces uso para los shows.

—Ahora me siento más tonto —respondí con pesar y me llevé ambas manos al rostro.

—No digas eso, es normal confundirte. Después de todo, ¡mira que estilazo tiene Deshojo! —refutó mientras scrolleaba la pantalla— Lástima que no se atreva a mostrarse.

Afirmé con la cabeza en silencio mientras él me palmeaba el cabello. Felipe nos miró con cara de "¿qué diablos?", y blanqueó los ojos debido al tono melancólico empleado por Iván.

Pese a la negativa de Feli, seguí el consejo de Iván, disfrutando cada uno de mis encuentros virtuales con Deshojo. Podíamos hablar de todo y nada a la vez, de su día y el mío, e incluso nos trasnochamos, mientras me contaba acerca de su próximo viaje a Santa Mónica, motivo primordial para echar a tierra aquel plan de salir juntos sin estarlo.

FuckTheFlowers: vaya, me habría gustado llevar a cabo nuestro acuerdo...

DeshojoLaMargarita: 🙈 perdón, olvidé que debía darte un paseo por la ciudad.

¡Qué no me llamo Osvaldo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora