capitulo 9

3 0 0
                                    

Vicent bajó las escaleras con calma la mañana siguiente, su semblante tan confiado como siempre. Aunque el ambiente en su hogar solía ser frío y formal, la rutina del desayuno en familia era el único momento en el que los tres se reunían en el mismo lugar a la misma hora. Sus padres, dos figuras de autoridad implacable, ocupaban ya sus respectivos asientos en la mesa. Su madre, una mujer rígida y conservadora, y su padre, el pilar de la familia, un hombre de pocas palabras y férreos principios.

Vicent se sentó y comenzó a servirse, notando cómo el ambiente de siempre persistía: formal, eficiente, casi carente de cualquier tipo de calidez familiar. Sin embargo, él estaba acostumbrado. La excelencia era el único lenguaje que se hablaba en su casa, y él había aprendido a desenvolverse perfectamente en ese ámbito.

-Buenos días -dijo, con voz segura mientras tomaba una taza de café.

Su madre asintió brevemente, y su padre, sin dejar de leer el periódico, simplemente gruñó una respuesta aprobatoria.

La conversación transcurrió sin sobresaltos al principio, sus padres no mostraron sorpresa alguna cuando Vicent mencionó que había salido en primer lugar en los resultados de admisión para la Universidad de Élite. Para ellos, era algo predecible, casi esperado. De hecho, su madre, apenas escuchando, comentó con una ligera sonrisa:

-Como debe ser, hijo. La primera posición te pertenece. Siempre.

Vicent sonrió para sí mismo, satisfecho de haber cumplido con las expectativas que sus padres habían puesto sobre él desde que era un niño. Sabía que ser el primero no era solo un logro, sino un deber que venía con el peso de su apellido y su estatus social. Pero esa mañana, mientras mordía un trozo de pan, algo le rondaba la cabeza. Un detalle del que no había hablado aún.

-Sí, pero... -Vicent hizo una pausa, notando cómo sus padres levantaban la mirada hacia él, curiosos por el tono incierto de su voz-. También hubo algo curioso en los resultados. Un doncel ingresó en mi carrera. Alastor, si mal no recuerdo el nombre.

El silencio en la mesa se volvió palpable. Su madre dejó caer la taza de té sobre el platillo con un ligero tintineo, sus ojos se entrecerraron con una mezcla de incredulidad y, luego, indignación. Vicent observó cómo su expresión se torcía, como si acabara de escuchar una blasfemia.

-¿Un doncel? -repitió su madre, su voz cargada de desdén-. ¿En la carrera de Ingeniería Mecánica? ¿Es una broma?

Vicent negó con la cabeza, sabiendo muy bien que su madre no estaba para bromas. Su padre, por su parte, dejó caer el periódico sobre la mesa con un suspiro, y lo observó con una mirada más seria. Pero luego de unos segundos, la seriedad dio paso a la indiferencia. Parecía que su interés en el tema se desvanecía tan rápido como había surgido.

-No durará mucho -sentenció su padre, con una frialdad absoluta-. Es cuestión de tiempo antes de que se dé cuenta de que ese no es su lugar. La universidad es dura, y una carrera como esa es solo para hombres de verdad.

Su madre asintió de inmediato, apretando los labios en una fina línea.

-Es ridículo -intervino, con una mueca de desagrado-. No entiendo cómo se permite esto. Es una pérdida de recursos. Debería estar en una carrera más apropiada para su... naturaleza.

Vicent los escuchaba, asintiendo de vez en cuando, consciente de que su familia compartía su visión del mundo. Los donceles y las mujeres eran considerados inferiores en ciertos aspectos, sobre todo cuando se trataba de áreas dominadas por los varones. Había crecido escuchando estos argumentos, y hasta ese momento, no había tenido ninguna razón para cuestionarlos.

Sin embargo, mientras masticaba en silencio, su mente volvió a aquel examen físico. Había visto a Alastor, con su cuerpo delgado y nervioso, esforzarse de manera impresionante. Nadie le había dado muchas esperanzas, y a decir verdad, Vicent tampoco. Pero, de alguna manera, el doncel había logrado pasar, aunque no sin dificultades. Había algo en él, una determinación que no pudo evitar notar.

-Debe de haber sido un error en el proceso de selección -añadió su madre con desdén-. O tal vez alguien lo favoreció por lástima.

-Eso suena más plausible -coincidió su padre, volviendo su atención al periódico, como si el tema ya no mereciera más discusión.

Vicent escuchó todo esto y, sin embargo, una pequeña chispa de duda se encendió en su interior. No era una duda lo suficientemente grande como para cambiar su perspectiva de inmediato, pero estaba allí, latente. Si bien era cierto que Alastor no había demostrado una fuerza física destacable, había algo en él que no cuadraba del todo con la imagen débil y frágil que su familia, y él mismo, solían asociar con los donceles.

"¿Cómo es que pasó?", pensó, sintiendo una incomodidad que nunca antes había experimentado. Claro, Alastor era el quinto en la lista, muy por detrás de él, pero eso no quitaba que había ingresado. Algo en él lo había llevado hasta ahí.

-Vicent, no permitas que cosas como esa te distraigan -la voz de su madre lo sacó de sus pensamientos-. Tienes que enfocarte en tu propio futuro, no en lo que esos... casos excepcionales logran por mera suerte.

-Lo sé, madre -contestó Vicent, manteniendo su voz firme y segura.

Y lo sabía. Sabía que no debía permitir que la presencia de Alastor lo afectara. Sabía que el lugar de los donceles no era en carreras como la suya, y que era solo cuestión de tiempo para que el otro se diera cuenta de su error y abandonara. Pero, aún así, había algo en su interior que no dejaba de preguntarse. Tal vez era la imagen de Alastor cayendo durante el examen físico y levantándose con esfuerzo lo que lo hacía dudar, o tal vez era la simple idea de que, en un mundo tan estricto y jerárquico, alguien tan fuera de lugar pudiera, de alguna manera, desafiar las expectativas.

Vicent terminó su desayuno y, sin decir nada más, se levantó de la mesa. Se despidió de sus padres con una inclinación de cabeza y se dirigió hacia su habitación. Sabía que tenía que prepararse para los días que vendrían, donde demostraría su superioridad. Pero mientras subía las escaleras, aquella pequeña chispa de duda seguía ardiendo en su mente, inusual y persistente.

"¿Qué clase de persona logra algo así?", se preguntó mientras cerraba la puerta de su cuarto. Aunque trató de ignorarlo, una parte de él empezaba a sentir una leve curiosidad por ese doncel desconocido que, contra todo pronóstico, había ingresado a la misma universidad que él.

Doncel [Static-Radio]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz