capitulo 12

7 0 0
                                    

El primer día de clases finalmente llegó, y Alastor estaba decidido a comenzar con el pie derecho. Se levantó temprano, se dirigió al baño y siguió su rutina de higiene. Al verse al espejo, decidió aplicar un poco de maquillaje, no demasiado, solo lo suficiente para sentirse más seguro de sí mismo. Aún con nervios en el estómago, intentó calmarse. Se recordaba a sí mismo que había trabajado muy duro para llegar hasta allí, y que no podía dejar que los comentarios o las miradas lo afectaran.

Al salir de su habitación, Zestial seguía dormido, completamente despreocupado por el inicio del semestre. Alastor cerró la puerta con cuidado y caminó hacia el edificio principal donde se llevarían a cabo sus primeras clases. Mientras recorría los pasillos, no pudo evitar notar las miradas que recibía. Algunos estudiantes lo observaban de reojo, y otros susurraban entre ellos. Era consciente de que, siendo el único doncel en el programa, llamaría la atención, pero eso no hacía que la situación fuera menos incómoda.

Al llegar al aula, decidió sentarse en la primera fila, donde esperaba poder concentrarse mejor. Respiró profundo y sacó sus materiales, dispuesto a enfocarse en las clases y dejar de lado los murmullos a su alrededor. A medida que los otros estudiantes se acomodaban, pudo sentir cómo las miradas se posaban en él, como si estuvieran evaluándolo, pero Alastor se obligó a ignorarlas. Estaba allí para aprender, no para complacer a nadie.

Las primeras clases fueron relativamente tranquilas, aunque aburridas. Los profesores parecían agradables, aunque algunos eran un poco monótonos al hablar. En la segunda clase, una profesora extraña entró, con una energía desbordante que no encajaba del todo con la atmósfera seria de la universidad. Alastor intentó seguirle el ritmo, pero pronto la clase se convirtió en una mezcla de conceptos confusos y chistes internos que solo unos pocos parecían entender.

Todo cambió en la última clase del día. El profesor que ingresó tenía un rostro serio, casi malhumorado, y no perdía tiempo en empezar a hacer preguntas directas a los estudiantes. Su tono era desafiante, y el silencio se apoderó del aula mientras nadie se atrevía a contestar.

-¿Nadie? -preguntó el profesor, mirando a la clase con desdén-. ¿Nadie sabe la respuesta?

Alastor, decidido a demostrar que tenía el conocimiento y la capacidad para sobresalir, levantó la mano. Aunque sentía los ojos de algunos de sus compañeros sobre él, no vaciló. El profesor lo vio, lo observó por un momento, pero luego simplemente continuó haciendo la pregunta como si no hubiera notado su mano levantada. Alastor bajó la mano, incómodo, pero no se dio por vencido.

El profesor siguió lanzando preguntas, una tras otra, mientras el silencio en el aula crecía. Varios estudiantes empezaron a agitarse nerviosamente, pero ninguno se atrevía a responder. Alastor volvió a levantar la mano, esta vez con más seguridad, esperando que esta vez lo seleccionara. Sin embargo, una vez más, el profesor lo ignoró por completo y siguió hablando, su mirada afilada pasando de estudiante en estudiante.

Frustrado, Alastor intentó concentrarse, pero la situación comenzaba a desanimarlo. Luego, el profesor lanzó una pregunta que él no sabía cómo responder. Bajó la mano lentamente, intentando no llamar la atención, pero fue en ese preciso momento cuando el profesor finalmente lo miró.

-Tú -dijo el profesor, señalándolo con un gesto seco-. ¿Sabes la respuesta?

Alastor tragó saliva, sorprendido de que justo ahora lo escogieran cuando no tenía la respuesta. Podía sentir la atención de toda la clase sobre él, susurrando y esperando a ver qué haría.

-No... no lo sé -admitió con sinceridad, su voz un poco más baja de lo que pretendía.

El profesor lo observó por unos segundos, y aunque no dijo nada, la desaprobación en su expresión era evidente. Era como si estuviera diciéndole sin palabras que no esperaba mucho de él. Alastor se sintió expuesto, y esa sensación de fracaso comenzó a hundirse en su pecho.

El resto de la clase transcurrió sin más incidentes, pero Alastor no podía sacudirse la sensación de rechazo. Cada vez que el profesor lanzaba otra pregunta, se encogía un poco en su asiento, temeroso de ser señalado de nuevo. Para cuando la clase terminó, se sentía agotado, no solo física sino emocionalmente.

Recogió sus cosas y se dirigió al dormitorio con la cabeza baja, evitando el contacto visual con los otros estudiantes. No le importaba lo que pensaran de él, o al menos eso se repetía en su mente, pero en el fondo sabía que le dolía. Había esperado que su primer día fuera difícil, pero no estaba preparado para el nivel de indiferencia y rechazo que había sentido por parte de un profesor que ni siquiera se molestaba en darle una oportunidad.

Al llegar a su cuarto, encontró a Zestial preparándose para salir. Apenas intercambiaron un par de palabras antes de que su compañero saliera, dejándolo solo. Alastor se dejó caer en su cama, agotado. La fatiga emocional del día lo había dejado completamente desmoronado. Cerró los ojos y dejó escapar un suspiro largo, intentando calmarse.

-Es solo el primer día -se dijo en voz baja-. Las cosas mejorarán, tienen que mejorar.

A pesar de sus intentos de mantenerse fuerte, no pudo evitar que algunas lágrimas se escaparan de sus ojos. Se cubrió el rostro con las manos, reprimiendo el llanto para que nadie lo escuchara. No quería parecer débil, pero la presión del día había sido demasiado para él. Después de un rato, se quedó dormido, agotado por la mezcla de emociones y el peso de las expectativas que lo habían abrumado en su primer día.

Sabía que debía levantarse y seguir adelante, pero en ese momento solo quería descansar, aunque fuera por un rato.

Doncel [Static-Radio]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz