Aoi Todo

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Detrás de la Fuerza

Era un día soleado, el tipo de día perfecto para relajarse y disfrutar de la calma que pocas veces podían permitirse. Estabas sentada en el sofá, con una manta ligera sobre tus piernas, disfrutando de un libro cuando escuchaste a Aoi Todo moverse por la cocina. Te sorprendía cada vez que lo veías en este tipo de escenarios, lejos de la rudeza que solía mostrar en público. Contigo, él era diferente.

—¿Cómo te gustan los huevos? —preguntó Todo desde la cocina, su voz resonante pero sin la agresividad habitual.

—Revueltos —respondiste, esbozando una sonrisa al imaginarlo cocinando para ti.

El sonido de los utensilios chocando y el suave crepitar del sartén llenaban el aire, mientras él se movía con una sorprendente destreza en la cocina. Aunque era conocido por su fuerza, sabías que Aoi también tenía un lado cuidadoso, uno que rara vez mostraba a otros.

Después de unos minutos, Todo apareció con dos platos en las manos, colocando uno frente a ti con orgullo.

—Espero que te guste —dijo, sonriendo ampliamente mientras se sentaba a tu lado.

Tomaste un bocado y lo miraste con asombro. Estaba delicioso.

—Está increíble, Aoi. ¿Desde cuándo cocinas tan bien?

—Cuando vives solo, aprendes unas cuantas cosas —respondió, encogiéndose de hombros como si no fuera nada. Pero la satisfacción en sus ojos era evidente.

Después del desayuno, se acomodó a tu lado, envolviendo uno de sus brazos alrededor de ti de manera protectora. El tamaño de su cuerpo y la calidez de su abrazo te hacían sentir completamente segura, como si nada pudiera dañarte mientras estuvieras con él.

—¿Sabes? —dijo de repente, con su voz más baja y suave de lo habitual—. A veces creo que la gente no entiende quién soy realmente. Siempre piensan que soy solo músculos y peleas.

—Bueno, tienes muchos músculos —bromeaste, riéndote suavemente mientras te acurrucabas más cerca de él.

—Eso es cierto —respondió, riendo contigo—, pero no es lo único. Hay cosas más importantes que pelear. Como hacer que tú estés bien.

Sentiste un calor en el pecho al escucharlo hablar así. Sabías que Aoi no solía expresar sus sentimientos de esta manera. A veces le costaba abrirse, pero cuando lo hacía, siempre era de una forma honesta y directa.

—¿Estás bien? —preguntaste, buscando su mirada.

—Sí —dijo, apretando su abrazo un poco más—. Solo quiero que sepas que... aunque no siempre lo diga, tú eres importante para mí. Quiero que te sientas cuidada, amada.

Sus palabras hicieron que tu corazón diera un vuelco. Sabías que no era fácil para Aoi ser tan vulnerable, y ese momento significaba mucho más de lo que las palabras podían expresar. Le acariciaste el brazo, apreciando el calor de su piel y la fuerza que siempre irradiaba.

—Tú también eres importante para mí, Aoi —susurraste, levantando la mirada hacia él.

Sus ojos te buscaron por un segundo antes de sonreír ligeramente. Sin decir más, se inclinó hacia ti, dándote un suave beso en la frente, un gesto que parecía completamente opuesto a su naturaleza habitual.

—¿Sabes qué? —dijo de repente, rompiendo el silencio—. Tengo una sorpresa para ti.

—¿Una sorpresa? —preguntaste, sorprendida.

Todo se levantó del sofá y salió de la habitación, dejándote intrigada. Cuando regresó, llevaba algo en la mano, un pequeño objeto envuelto en papel sencillo. Te lo entregó con una sonrisa divertida en el rostro.

—Ábrelo —dijo, mirándote expectante.

Rompiste el papel con cuidado y te quedaste sin palabras al ver lo que había dentro. Era un collar delicado, con un pequeño colgante en forma de estrella. Sabías lo que representaba; una noche, durante una de sus conversaciones más íntimas, le habías contado sobre tu fascinación por las estrellas y cómo solían tranquilizarte.

—Es... es hermoso, Aoi. No puedo creer que lo recuerdes.

—Por supuesto que lo recuerdo —dijo, sonriendo mientras te ayudaba a ponértelo—. Cada vez que lo veas, quiero que recuerdes que estoy aquí para ti. Siempre.

Tus manos se posaron sobre el collar, y no pudiste evitar sonreír ante su gesto. Todo no necesitaba ser romántico de la manera convencional para demostrar cuánto le importabas. Lo hacía a su manera: a través de pequeñas acciones, sorpresas significativas y esa constante presencia protectora.

—Gracias —dijiste con sinceridad, alzando la vista hacia él.

—No tienes que agradecerme por eso —respondió, bajando la mirada hacia ti con una calidez que rara vez mostraba en público.

Finalmente, te acercaste a él y, levantándote ligeramente, le diste un beso en los labios, suave pero lleno de todo el cariño que sentías por él. Todo te correspondió, tomando tu rostro entre sus manos con una ternura inesperada.

Cuando el beso terminó, Aoi sonrió, su expresión completamente relajada.

—Sabes, podría acostumbrarme a días como este.

—¿Qué, estar tranquilo en casa, cocinando y dándome sorpresas? —preguntaste divertida.

—Sí, algo así —respondió, riéndose—. Pero solo porque estás aquí.

Te recostaste de nuevo sobre su pecho, y mientras él envolvía sus brazos a tu alrededor, te diste cuenta de que, aunque Aoi Todo podía ser un hombre fuerte y rudo, contigo era alguien más. Contigo, era alguien que no temía mostrar su lado más suave, su lado más amoroso. Y sabías que eso era lo que hacía vuestra relación tan especial.

One Shots, JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora