Día 7...

367 47 3
                                    


—¡Maldito! ¡¿Qué haces aquí?! —Akutagawa estaba exaltado. Dio un paso al frente, intentando proteger a Atsushi sin ser demasiado obvio.

—¿No adivinan? He venido por ustedes porque me harté de jugar a las escondidas. Creí que serían más capaces de dar conmigo, pero son unos inútiles y el tiempo se me acaba. Así que me tomé el atrevimiento de venir a interrumpir su pequeño romance para, de una vez por todas, acabar con ustedes y largarme de este lugar.

—Creo que podemos cumplir tu pequeño capricho, solo que saldrás de aquí muerto —respondió Akutagawa con frialdad. Atsushi puso un rostro de preocupación; conocía ese tono, y sabía que significaba que Akutagawa estaba dispuesto a todo, incluso a romper su promesa.

—¿En serio? ¿Un chico envenenado y un chico herido van a detenerme? No seas ridículo. Cuando estaba a punto de irme de este lugar, supe que habían enviado varios agentes para exterminarme. Tuve que esconderme, pero tras varios días, descubrí que solo eran ustedes dos los que venían tras de mí. Es una lástima, porque debí sentir pena por ambos y dejarlos vivir, pero ya habían visto mi rostro, y no me gusta dejar cabos sueltos.

—No vamos a dejar que escapes, Mikhail —Atsushi intentó colocarse al lado de Akutagawa, quien se movió ligeramente frente a él, bloqueándolo, lo cual no pasó desapercibido para el chico tigre.

—Lo siento, niño, pero me esperan millones de yenes tras vender esto —Mikhail les mostró por un instante la pequeña caja que llevaban días buscando, guardada entre sus ropas.

—¡La caja! —exclamó Atsushi.

—¿Entonces sí era lo que buscaban? Me lo supuse —el hombre sacó una metralleta de entre sus ropas—. Pero bueno, estará en mejores manos en unas horas. Yo tendré mi dinero, me desharé de esta caja tan conflictiva y ustedes estarán muertos. ¡Qué feliz final! —Y sin más, comenzó a disparar a quemarropa.

—¡Rashoumon! —gritó Akutagawa, invocando su habilidad para protegerlos, mientras Atsushi se movilizaba para atacar por la espalda, intentando adelantarse a su compañero para evitar un ataque mortal.

—¡No tan rápido, niño! —Mikhail sacó una segunda metralleta y comenzó a disparar a ciegas detrás de sí. Atsushi esquivó las balas con dificultad, mientras Akutagawa avanzaba entre los disparos, preocupado por el riesgo que corría su compañero. En un instante, logró cortar la primera metralleta en dos. El hombre retrocedió, disparando al azar en su desesperación por escapar.

—¡Nunca debiste venir a buscarnos! ¡Eso te costará la vida!

—¡No, espera! ¡No lo mates! —le gritó Atsushi, perdiendo la concentración. Mikhail aprovechó el momento y disparó tres veces, alcanzando a Atsushi en el abdomen. El chico cayó de espaldas contra la puerta del chalet, dejando manchas de sangre en la madera.

—¡Maldito! —Akutagawa corrió hacia la puerta, mientras Mikhail aprovechaba para huir. Atsushi, que yacía en el suelo sangrando, apenas consciente por la pelea con los lobos, vio cómo Akutagawa, en lugar de perseguir a Mikhail, se detenía a su lado y se agachaba, visiblemente alterado.

—Jinko, ¿estás bien?

—Sí, lo estoy... Tú, ve tras él, no te preocupes por mí —Atsushi respiraba con dificultad. Akutagawa lo miró un momento y, llenándose de ira, iba a levantarse cuando el detective lo tomó de la muñeca.

—Solo... por favor, no lo mates... hazlo por ti.

Akutagawa se quedó en silencio por un instante. Sus miradas se encontraron y, tras un momento de duda, salió corriendo tras Mikhail. Atsushi se quedó mirando cómo el chico se alejaba entre la nieve, reuniendo fuerzas para intentar seguirlo.

Mikhail corría, dejando un rastro de huellas en la nieve, que caía cada vez con más fuerza. Finalmente, llegó a un camino sin salida: una barranca profunda, oscurecida por la tormenta.

—Creo que se te acabó la suerte —dijo una voz fría que emergía de la penumbra.

—No vas a matarme. Ese chico lo dijo —Mikhail puso una sonrisa burlona en su rostro.

—¿Y tú crees que voy a hacerle caso a ese "niño", como lo llamaste? 

—Si me matas, caeré por este barranco y perderás la caja. Puedo ofrecerte dinero.

—No me interesa tu dinero, solo cumplir mi misión. Ahora, dame la caja y te dejaré marchar.

—¡¿Y quedarme sin nada?! ¡Jamás! —Mikhail sacó la metralleta que le quedaba y empezó a disparar hacia donde creía que estaba Akutagawa.

—¡Rashoumon! —Akutagawa comenzó a cubrirse de las balas—. Es inútil, la oscuridad es parte de mí.

—¡No dejaré que me...! ¡AHHHH! —gritó Mikhail al resbalar por la nieve helada. En un instante, perdió el equilibrio y cayó por el barranco, desapareciendo en la profundidad de la noche.

—¡NO! —Akutagawa miró impotente cómo el hombre desaparecía, junto con la caja—. ¡Maldición!

—¡Akutagawa! ¿Estás bien? —gritó Atsushi, alumbrándolo con una linterna. Había llegado con gran dificultad, siguiendo las huellas a través de la tormenta.

—Él... cayó por el barranco. Yo... yo no lo maté —Akutagawa miraba al chico con un atisbo de preocupación—. No rompí nuestra prom...

Pero no terminó de hablar, porque Atsushi lo abrazó con fuerza, respirando agitadamente.

—¡Qué bueno que estás bien!

Ambos se quedaron en silencio. La luz de la linterna estaba a espaldas de Akutagawa, ocultando sus expresiones, aunque el calor en sus rostros delataba algo más que el frío ambiente.

Cuando Atsushi se dio cuenta de lo que hacía, lo soltó rápidamente, y ambos se miraron.

—¿Tú... me crees? —

—No tengo por qué dudar de ti —Atsushi puso una amable sonrisa en su rostro, lo que calmó la preocupación de Akutagawa, quien bajó mejor su mirada, con lo que notó la sangre en la ropa del chico.

—No debiste seguirme; estás herido.

—No te preocupes, estaré bien. Aunque... 

—¿Qué pasa?

—No pudimos recuperar la caja... Hemos fallado en nuestra misión, Akutagawa.


Continuará...

Nota de la autora: Oops! misión fallida... ¿o no?

Cómo perder a un hombre en diez días... Shinsoukoku BSD FINALIZADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora