Día 2...

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Cuando Akutagawa salió, no vio a Atsushi por ninguna parte. Era medianoche, y el silencio parecía infinito. Eso lo desconcertó aún más, hasta que notó las huellas del chico en la nieve y las siguió hasta un pequeño claro frente a la casa, que quedaba al borde de la colina, permitiendo ver todo el paisaje, como desde la alcoba.

Y allí, mirando al cielo, estaba Atsushi.

—¿Qué se supone que...? —comenzó a preguntar, pero calló al notarlo. Atsushi extendía los brazos y las manos, con las palmas hacia arriba, para atrapar la nieve que empezaba a caer. No parecía importarle el frío, mientras movía las manos de un lado a otro bajo la suave nevada.

Akutagawa no supo cómo reaccionar. No comprendía del todo lo que sucedía.

—No quería asustarte, es solo que quería venir a ver la nieve caer.

—¿Y qué tiene de especial, si todo esto está lleno de nieve?

—Es que —respondió Atsushi, volteando a verlo con la luna creciente detrás— nunca había visto nevar ni sentido la nieve caer.

—Pero en Yokohama nieva cada año —dijo Akutagawa, desconcertado.

Atsushi bajó la mirada, avergonzado, y, observando los copos de nieve en la palma de su mano, confesó:

—Donde yo vivía casi no me dejaban salir, y menos de noche, como supongo que bien sabes. El caso es que nunca me permitieron estar afuera cuando nevaba, así que jamás había sentido la nieve caer... Sé que es algo tonto para alguien como tú, así que no tienes por qué estar aquí en el frío.

Akutagawa se quedó impactado. No sabía qué responder. Solo podía observar a su rival, con los cabellos iluminados por la luz de la luna, mientras veía cómo un copo de nieve se deshacía en su mano. Entonces, Atsushi levantó la mirada y se encontraron con sus ojos.

En esos segundos, ambos pensaban en lo que el otro estaría imaginando. Mientras que Atsushi se sentía avergonzado por haberse comportado de manera tan «infantil», Akutagawa lo consideraba una tontería, que su rival le confesara una «debilidad» de esa manera.

De repente, un sonido lejano de lobos aullando rompió el silencio, lo que Akutagawa aprovechó.

—Será mejor que entres o, por lo menos, te abrigues; recuerda que tenemos trabajo.

—Sí...

Al final, ambos entraron con los cuerpos fríos y se dirigieron a sus respectivos lugares para dormir. Atsushi, fascinado con la nieve, seguía mirando desde su cama cómo los pequeños copos caían fuera del chalet, como si fuera un niño pequeño. Akutagawa, en cambio, observaba el fuego de la chimenea crepitar y pensaba en lo que el chico tigre había dicho minutos antes, sintiéndose incómodo no solo por haber salido a ver si estaba bien, sino porque, por un momento, había sentido pena al escuchar su historia sobre la nieve.

Así, el cansancio los venció y ambos cayeron dormidos.

A la mañana siguiente, Akutagawa se despertó con el aroma que venía de la cocina. Al llegar, vio que había un desayuno preparado para ambos, cortesía de Atsushi, quien, al verlo, dijo:

—Creí que no despertarías hoy.

Solo recibió una mirada seria de parte del joven, por lo que se sentó y comenzó a comer.

—Bueno, ¿a dónde tendremos que ir o a quién tenemos que buscar?

—Estos son los datos —respondió Akutagawa, mientras se sentaba y le mostraba los documentos que Dazai le había confiado, dejándolo a cargo de la misión, lo cual lo llenaba de satisfacción. No solo porque él tomaría las decisiones, sino porque, al cumplir con éxito, recuperaría a Dazai como mentor, ya que obviamente Dazai perdería el reto que habían pactado. No iba a enamorarse del chico tigre, eso estaba claro.

—El hombre que debemos buscar se llama Mikhail, y se supone que vive en alguna parte de este bosque. Es necesario encontrarlo, ya que tiene en su poder una caja cuyo contenido es desconocido, pero que tanto tu Agencia como mi Organización están buscando. Su habilidad aún es un misterio, pero se dice que funciona mejor en este tipo de clima y territorio; ese es el motivo por el que se esconde aquí.

—Obviamente no vamos a matar a nadie en el proceso, ¿verdad? Después de todo, tenemos una promesa.

—No, no lo mataremos —respondió Akutagawa, de mala gana—. No olvido que me hiciste prometerte que no mataría a nadie, ni pelearía contigo.

—Vale —dijo Atsushi, sonriendo—. Entonces, el mapa señala el lugar donde se le ha visto, ¿no?

—Sí, pero podría estar en cualquier parte. Estas pistas, según lo que me dijo Dazai-san, provienen de los testimonios de los aldeanos. Nosotros estamos en el centro de varios de esos puntos. Es cuestión de buscarlo; nos separaremos y...

—Akutagawa, no creo que sea buena idea que nos separemos. No sabemos cuál es su habilidad ni conocemos el lugar —interrumpió Atsushi.

—¿No me digas que esto te asusta, gatito miedoso?

—No, no me asusta. Pero es por la seguridad de ambos.

—Tenemos ocho días para encontrarlo. Según los informes, si la caja no se recupera en ese tiempo, esta zona podría correr un grave peligro. Por eso no podemos perder el tiempo en tonterías. Iremos rodeando estos puntos —respondió Akutagawa, señalando algunos sitios en el mapa—, y nos reuniremos antes de abordar el siguiente punto. Nunca estaremos tan lejos como para que te asustes por no verme.

—Eres tan... —dijo Atsushi, mientras se llevaba los trastes a lavar, sin mirarlo ni decir nada más. Akutagawa, por su parte, tomó los papeles y comenzó a prepararse.

Ataviados con gruesas chaquetas y botas para la nieve, salieron a recorrer los puntos. Partían de un sitio y se encontraban más adelante en otro, de modo que tampoco pasaban mucho tiempo sin verse. Así transcurrió la mañana y parte de la tarde, sin mayores incidentes que encontrarse con algunos animales de la zona y sentir el frío cada vez más en sus rostros.

—Por hoy deberíamos parar.

—¿No me digas que ya estás cansado, chico tigre?

—No, pero tardaremos un rato en regresar al chalet, y será mejor hacerlo con luz. No solo por lo que nos recomendó el hombre que nos trajo, sino por el frío, que será más intenso.

—No nos iremos aún y punto. Te recuerdo quién está al frente de la misión.

—Se nota que no sabes trabajar en equipo. No se trata solo de lo que tú quieras.

—¿Tengo que aguantar tus desplantes solo porque tu agencia «trabaja en equipo»? No seas patético. Si quieres irte, eres libre de hacerlo. Yo seguiré un rato.

—No debí aceptar esta misión, ni siquiera con lo que me prometió Dazai-san a cambio —susurró Atsushi, mientras se daba la vuelta para regresar al chalet, lo que impactó a Akutagawa. Este corrió y se puso frente a él, bloqueándole el paso, y gritó:

—¿Qué te prometió Dazai-san?

—Eso no es asunto tuyo, así que déjame pasar.

—Es mi asunto, y ahora mismo me vas a decir qué te prometió Dazai-san a cambio de que vinieras.

—¿O qué, Akutagawa? —lo retó Atsushi.

—O tendré que hacer que me lo digas...

Continuará... 

Nota de la autora:  Muchas gracias por leer y pues, al paso que va Akutagawa claro que va a ganar la apuesta con Dazai, después de todo recordemos que si Ryu no se enamora de Sushito entonces Dazai volverá a ser su mentor. Así que veamos que pasa ♥

Cómo perder a un hombre en diez días... Shinsoukoku BSD FINALIZADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora