CAPÍTULO 7

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Pete: (Con preocupación en su voz, sus ojos recorren a Vegas) Vegas, estás rojo, tienes fiebre. ¿Estás bien?

Vegas: (Con una mirada salvaje, su voz tiembla de ansiedad) No me toques. ¿Dónde están los inhibidores?

Pete: (Confundido, retrocede un paso, sintiendo un nudo en el estómago) No sé, tú los guardas en tu mesa de noche. ¿Qué te pasa, Vegas?

Vegas: (Su voz se vuelve amenazante, cargada de pánico) ¡Quédate ahí! ¡No te muevas! Necesito mis inhibidores... ¡No soy una bestia! ¡No lo soy! (Su mirada brilla con frenesí, la desesperación lo consume.) Joder, ¿dónde están, Pete? ¡Dámelos! Tú los tienes aquí, ¡nadie más entra!

Pete: (Tembloroso, la voz apenas un susurro) Te juro que no los tengo. ¡Te lo juro! (Sus manos tiemblan, el miedo se apodera de él.)

Vegas: (Su risa es cruel y desgarradora, como un eco macabro) ¿De verdad crees que eso importa? (Se acerca lentamente, su presencia opresiva hace que el aire se vuelva denso y caliente.) ¿Sabes lo que sucede cuando no tengo mis inhibidores, Pete?

Pete: (Con el corazón latiendo con fuerza, atrapado entre el terror y la confusión) No, Vegas, por favor...

Vegas: (Con voz profunda y seductora) Te diré lo que pasa. La bestia dentro de mí se libera. (Su tono es peligroso, casi hipnótico.) Comienza a gritar, a exigir lo que le pertenece. Y tú, pequeño omega, eres todo lo que quiero.

(Pete siente cómo el sudor le recorre la frente, el pánico comienza a invadirlo mientras se da cuenta de la gravedad de la situación.)

Pete: (Desesperado, la voz quebrada) No, Vegas, no puedes...

Vegas: (Con una risa fría que provoca escalofríos) ¿No puedo? (Se mueve más cerca, su aliento caliente roza el rostro de Pete, el peligro palpita en el aire.) Así que, dime... ¿estás listo para lo que viene? Porque esta vez, no habrá vuelta atrás. (Su mirada se oscurece, la desesperación de Pete lo alimenta, y se acerca más, disfrutando del control que tiene sobre él.)

Pete: (Sintiendo que el mundo se desmorona a su alrededor, suplicante) ¡Por favor, Vegas! ¡No! ¡No quiero esto!

Vegas: (Con una mirada intensa, sus ojos ardientes) ¡No! ¡No soy una bestia! Entonces lárgate, ¡SAL DE LA CELDA! (Su voz retumba con una furia contenida, cada palabra es un grito de desafío.) ¡Soy más fuerte que eso! ¡Vete, por favor!.  ¡Sal de la celda, porque si no lo haces, voy a terminar rompiéndote en pedazos!

Su cuerpo tiembla, y las manos que antes habían aferrado a Pete con fuerza, ahora se sueltan bruscamente, como si liberaran una tormenta de emociones. La lucha interna de Vegas se refleja en su rostro, cada rasgo marcado por la tensión de lo inevitable. El eco de sus palabras resuena en la celda, llenando el aire con una presión insoportable, un recordatorio del caos que podría desatarse si Pete se queda.

Pete: (Con el corazón latiendo desbocado, siente que el terror se apodera de él) Vegas...

Vegas: (Con el rostro abatido y la voz quebrada por la culpa) Y cuando termine contigo, te juro que me odiarás. ¡Vete, carajo, vete! Esta es tu última oportunidad. ¡Lárgate, mierda! ¡Lárgate! Porque si te quedas, te juro que te voy a romper largo. ¡Vete! ¿Qué miras? ¡Te estoy salvando de mí! (Sus ojos se clavan en Pete, llenos de desesperación y miedo. Cada segundo que Pete permanece ahí, Vegas siente la bestia empujando más fuerte, cada vez más cerca de tomar el control por completo.)

(Vegas, completamente fuera de sí, se tambalea mientras la furia consume cada fibra de su ser. Su respiración es pesada, casi animal, y la temperatura de su cuerpo sube rápidamente, un fuego interno que lo devora. Sus ojos, desbordantes de rabia y descontrol, recorren la celda buscando el inhibidor desesperadamente. El alfa dentro de él está al borde del colapso.)

TRAVESURAS DE MEDIANOCHE (VEGAS Y PETE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora