Un acto más

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Ahí en la imagen lo imaginan a Aegon ╰(*°▽°*)╯


Saliendo del campo de entrenamiento, Aegon se detuvo abruptamente y se giró hacia Davos, con una mezcla de preocupación y reproche en su mirada.

—Pudiste lastimarlo —reclamó Aegon, su tono firme, pero con una clara nota de angustia—. Es obvio que eres más fuerte que él, Davos. Jacaerys apenas está en desarrollo.

Davos, sorprendido por la reacción de su prometido, intentó mantener la calma mientras respondía.

—Oye, tú viste que intenté frenarlo —se defendió, con su tono volviéndose más firme a medida que continuaba—. Pero también soy alfa, Aegon. No puedo permitir que me provoquen y quedarme sin responder. No es solo cuestión de orgullo, es también de respeto.

Aegon lo miró en silencio por un momento, sopesando las palabras de Davos. Sabía que había verdad en lo que decía, pero eso no aliviaba su preocupación por Jacaerys. Finalmente, Aegon suspiró y relajó ligeramente su postura.

Aegon lo jaló suavemente, apartándolo de la entrada y llevándolo hacia un árbol cercano que quedaba a la vista de cualquiera que pasara por el campo. Se recostó contra el tronco, soltando un suspiro antes de hablar.

—Sí, lo entiendo. Perdón. Estos años han cambiado a todos. Antes, Jacaerys me obedecía sin dudarlo —comentó Aegon con una mezcla de cansancio y diversión—. Ahora es un mocoso insolente.

Davos lo miró con una sonrisa comprensiva, apoyándose ligeramente en el árbol junto a él.

—Bueno, aún tiene que aprender a controlarse —respondió Davos, asintiendo lentamente—. Mi yo del pasado lo habría golpeado a la primera provocación.

Davos miró a Aegon con seriedad y soltó, casi con cautela:

—Aegon, esto podría complicar las cosas. No es por nada, pero creo que a tu sobrino le gustas.

Aegon frunció el ceño, incrédulo ante lo que Davos había insinuado. Se giró hacia él, tratando de procesar sus palabras.

—Claro que no, Davos. Jacaerys solo me tiene cariño porque los crie hasta cierta edad —respondió Aegon, tratando de restar importancia al asunto.

Davos lo miró fijamente, sin ceder.

—Dios, Aegon, no creo que seas tan ingenuo —insistió, cruzando los brazos.

—Que no es así —replicó Aegon con firmeza.

—Que sí lo es —respondió Davos, sin dar su brazo a torcer.

Desde la distancia, las figuras de Aegon y Davos parecían enfrascadas en una intensa discusión. Sus gestos y miradas eran lo suficientemente expresivos como para que cualquiera que los viera pensara que la tensión entre ellos era real y seria. Rhaenyra y Helaena, que habían llegado con la intención de llevar agua y comida a los jóvenes entrenando, se encontraron con la escena al salir del campo de entrenamiento. Ambas princesas se quedaron inmóviles, sus ojos fijos en la pareja.

Aemond y Jacaerys, que seguían a Daemon de cerca, notaron la dirección de la mirada de las princesas. Al girarse, observaron a Aegon y Davos en lo que parecía ser una acalorada confrontación. El rostro de Aemond se mantuvo sereno, aunque con una ligera preocupación en su mirada. Jacaerys, en cambio, no pudo evitar que su frustración resurgiera, recordando el intercambio de palabras que había tenido con Davos momentos antes.

Daemon, al percatarse de la situación, frunció el ceño con desagrado. Aunque el dragón siempre había tenido una naturaleza desafiante, ver a Aegon, su sobrino, envuelto en lo que parecía ser una disputa con su prometido frente a todos no le agradaba en absoluto. Sin embargo, decidió mantenerse en silencio, observando con cautela.

Segunda vida.  JACEGONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora