El Pan de la Muerte

La Revelación

El sótano estaba decorado con ganchos de carnicero colgando del techo, en los que pendían cuerpos parcialmente desmembrados. El olor, una mezcla de sangre fresca y carne cocida, le revolvió el estómago. En un rincón, vio a Heinrich y Greta trabajando en silencio, como si llevaran a cabo una tarea cotidiana.

Thomas retrocedió, horrorizado, pero no lo suficientemente rápido. Un ruido seco resonó cuando golpeó una vieja lata, alertando a los Bäcker. Heinrich levantó la vista, con los ojos llenos de rabia. "Tenemos visita", murmuró.

Sin pensarlo, Thomas corrió hacia la salida, pero Klaus ya estaba bloqueando su camino, con una sonrisa torcida en los labios. "¿Te quedas a cenar?", preguntó burlonamente, mientras cerraba la puerta con un chirrido siniestro.