La Maldición del Hambre Eterna

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El pacto con Der Schlund no era simplemente un intercambio de sacrificios por prosperidad. El dios exigía más que simples ofrendas; requería la transformación de sus seguidores en portadores de su hambre. Aquellos que participaban en los rituales no solo ofrecían carne humana, sino que también la consumían, creyendo que, al hacerlo, obtenían la bendición de Der Schlund y una conexión directa con su poder.

Sin embargo, esta "bendición" era una maldición disfrazada. Quienes comían la carne humana bajo los rituales del culto quedaban atados para siempre a una insaciable hambre. La única forma de apaciguar este deseo voraz era continuar el ciclo: capturar, sacrificar y consumir a otros. Así, el culto se perpetuaba, pasando de generación en generación.

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