Me desperté y vi a Jackson al lado mío. Aún me estaba abrazando y mis dedos estaban enredados en su cabello. Sonreí suavemente y me moví un poco para acomodarme. Jackson lo sintió y abrió los ojos lentamente.-¿Qué sucede? ¿Te vas a escapar hoy también?
dijo sonriendo, aún medio dormido.
Me llevé la mano al pecho, indignada en tono de broma.
-¡Idiota!
Él rió y volvió a hundir su rostro en mi estómago.
-Jackson, hoy tengo que ir a visitar a mi madre -le dije, casi susurrando.
Jackson se quejó y me abrazó aún más fuerte, como un niño pequeño.
-Solo cinco minutos más -me rogó, y yo sonreí.
-Ya me tengo que ir, pero regresaré para el almuerzo -le prometí.
Él alzó la mirada.
-Bien, pero irás con guardaespaldas.
Suspiré y asentí.
-¡Joder, bien!
Jackson me soltó y yo me levanté de la cama.
Él se sentó y, jalando de mi mano, me atrajo y me dio un besito en la frente.
-Prométeme que regresarás -me miró con unos ojitos muy tiernos.
Sonreí y asentí.
-Lo prometo.
Jackson me soltó y, unos minutos después, estaba en uno de sus tantos autos, con un chófer y un guardaespaldas.
Llegué al hospital y entré a la habitación de mi madre. Ella se veía un poco mejor y Jackson había cumplido su palabra; ella ya estaba en un buen hospital y pronto le harían su cirugía.
-Mi querida hija -dijo con una sonrisa. Inmediatamente sonreí y me acerqué para abrazarla.
-Mami, te ves mejor -le dije acariciando su cabello.
-Sí, y todo gracias a mi adorada hija, pero me preocupa que estés trabajando mucho -me dijo preocupada.
La miré tiernamente.
-Mami, tranquila, estoy bien.
Pasamos un par de horas hablando y cuando salí del hospital junto al guardaespaldas, dos camionetas negras se detuvieron. El guardaespaldas se puso atento, pero rápidamente lo noquearon.
-¡Mierda, otra vez no! -grité mientras miraba al cielo. En ese momento, me taparon la boca con un trapo y rápidamente me adormecí.
Cuando desperté, estaba siendo sostenida por unas cadenas que colgaban del techo y apretaban mis muñecas. Me dolía demasiado la cabeza y veía borroso; no sabía cuánto tiempo había pasado.
De pronto, un hombre alto y moreno entró a la habitación y rápidamente mi mirada se volvió penetrante.
-Vaya, vaya, dormiste tres días. Creo que te pusieron mucho adormecedor -dijo con una sonrisa macabra.
Fruncí el ceño.
-¿Dormí tres malditos días?
El hombre se acercó a mí y yo empecé a jalar de las cadenas para intentar soltarme.
-Maldito, suéltame -le grité, haciendo que él se detuviera.
-¿Sabes quién es Jackson? -me preguntó. Esto hizo que lo mirara extrañada.
-¿Eso qué te importa? -respondí.
Él se rió un poco.
-Tienes valor y la verdad sí importa, porque si no lo sabes, tú eres la debilidad de Jackson. Estoy sorprendido, lograste domesticar a la serpiente.
-¿A qué te refieres? -le pregunté fríamente.
Él se acercó a una mesa con artefactos que parecían ser de tortura y empezó a limpiarlos.
-Eso significa que si te hago daño... le hago daño a él.
Él alzó la mirada; en sus ojos se veían rencor y odio.
Abrí los ojos y me empecé a mover, para soltarme.
Él sonrió.
El suspiró y caminó a mi alrededor.
-Pero conste que lo que te haré es sin rencor, no me odies.
El hombre tomó un cuchillo y rompió mi camisa, dejando mi brasier al descubierto.
-Buenos pechos.
Empecé a patalear y él solamente se rió, se acercó a mi pierna y empezó a hacer una raya larga con el cuchillo suavemente.
Grité del dolor y continué moviéndome mientras él solamente se reía.
ESTÁS LEYENDO
Una Serpiente Domesticada
AventuraUna chica preocupada por cómo pagaría la operación de su madre, que padecía un tumor, un día su prima la invitó a un club... sin saber que en ese club se encontraría con alguien que le cambiaría la vida y le enseñaría lo que es el amor y el placer.