La ignorancia de la mujer la hizo pensar que su hijo solamente sería azotado por su crimen de robo, pero al enterarse de su condena en la hoguera, desesperadamente acudió al tribunal de la inquisición, rogando por la vida de su hijo, jurando por su inocencia, y culpabilizándose ella por sus acciones. Todo en vano, ya que ahora ambos tendrían el mismo final.
Su reencuentro fue de lo más triste. Solo volverse a ver, para en unos instantes ser asesinados de esa forma tan inhumana. Segundos después, Lucio perdió la resignación y debilidad causada por la tortura, y comenzó a rogar por la vida de su madre, suplicando que ella no fuera ejecutada. El miedo de ver a su madre quemada viva, y la impotencia de no poder defenderla, le dieron fuerzas para luchar contra sus verdugos, aunque con muchísima torpeza debida al maltrato físico y mental al que fue sometido, y la fuerza física de sus captores le hicieron comprender cuan inevitable era el destino de su madre, y mediante dolorosos golpes le hicieron comprender cuan inútiles eran sus esfuerzos.
Después de unos pocos minutos que parecieron una eternidad, en los que sucedió todo esto y en los que había perdido toda razón y control, se pudo percatar que su madre se encontraba en la misma situación, pero a diferencia de Lucio, aun teniendo el mismo terror y tristeza que él, ella mantuvo la serenidad y resignación que el perdió.
—Siempre os amaré Lucio. Todo estará bien —dijo la mujer, con un semblante de gran tristeza pero haciendo el esfuerzo de sonreír.
Lucio no pudo contestarle, esa mezcla de emociones encontradas ocasionó que de sus ojos no pararan de brotar lágrimas y con un nudo en la garganta no hizo más que gemir de dolor, un dolor en el alma todavía peor que el físico. En sus últimos segundos antes de la ejecución, la situación no cambió, y solo se dedicaron a mirarse a los ojos, el mayor tiempo posible, aunque sea por última vez. Su madre observó que siguió llorando, y por eso sintió la necesidad de volver a hablarle a su hijo.
—Os amo hijo mío. Me alegra veros, aunque sea por última vez —dijo la madre de Lucio, lo que consiguió que su espíritu se hiciera cenizas antes de que siquiera las llamas tocaran su cuerpo.
Lucio comprendió la inevitabilidad de sus destinos, y comenzó a rogar a los verdugos para que tuvieran misericordia de su madre, y la ahorcaran antes de prender las llamas. Muchas veces rogó y suplico, y su esperanza fue alimentada porque uno de los verdugos parecía mostrar un poco de compasión hacia ellos, y estuvo a punto de acceder a su petición, de no ser porque el obispo Abel Domenecht que estaba presente ordenó lo contrario, ya que el grado de herejía por el que eran condenados era tan alto, que no merecían esa clase de piedad. Así mismo, sentenció que la mujer tenía morir primero, ya que era su última voluntad: no ver a su hijo morir.
—Perdonadme —dijo entre lágrimas la mujer, por haberlo delatado, arrepintiéndose de no haberlo comprendido y por miedo haberlo acusado ante la Inquisición —Lucio...no importa lo que pase...os voy a amar hasta mi último aliento.
Mediante un palo le acercaron un crucifijo que ella besó tres veces, pidiendo perdón a Dios, y en ese momento, la hoguera fue encendida, y las llamas lentamente llegaron a su cuerpo, pero al principio la mujer no se inmutó.
—Padre nuestro, que estáis en los cielos... —fue la oración que comenzó a recitar la mujer.
La mujer continuó su oración, pero no pudo finalizarla, pues en ese momento sintió el calor de las llamas de una forma tan dolorosa que no pudo evitar reemplazar sus oraciones con gritos y alaridos causados por unas quemaduras insoportables. Lucio no pudo resistirlo, el hecho de estar ante los más terribles y espantosos gritos de dolor que jamás había escuchado, y que eran provenientes de madre, le causaron el peor de los sentimientos, haciéndole conocer el infierno en vida. La mujer fue lentamente devorada por las llamas.
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Páctum
HorrorEs una noche de 1629, y Blanca Fabriati, niña de 11 años, se encuentra agonizando en su lecho de muerte por culpa de la gangrena. Si estuvieras en el lugar de sus padres, ¿harías un pacto demoniaco repugnante con tal de salvarla? ¿o preferirías deja...