El futuro

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—Despertad...pues ahora tenéis que tomar una decisión.

Blanca entonces abrió los ojos, y cayó de rodillas al suelo porque presenciar el calvario de Lucio Orselli fue demasiado para su joven mente, y comenzó a llorar, incapaz de procesar todo lo que le había pasado. 

Después de llorar unos cuantos segundos, Blanca se comenzó a sentir observada, y alzó la vista por lo que se percató de que se encontraba en la habitación más alta de una torre, con un enorme ventanal a través del cual se podía contemplar todo el oscuro Mar mediterráneo, en una noche de luna menguante. Luego volteo a ver a su alrededor, y vio a Nicolás Othau acompañado de decenas de hombres y mujeres de piel negra, que Blanca reconoció como esclavos.

—Todos ellos fueron esclavizados por los cristianos, justificando su violencia en nombre de Dios. Cada uno de ellos vino a mí para que les trajera esperanza de un futuro mejor, y ese futuro sois vos Blanca, pues seréis su salvadora. —dijo Nicolás Othau.

El llanto de Blanca al fin cesó en cuanto escuchó esto, pues seguía sin entender exactamente porque ella tenía tanta importancia, y porque se necesitó destruir a su familia para esto.

—¡¿Por qué yo?! —preguntó Blanca con un nudo en la garganta.

—Por que el destino os trajo a mí, y la fortuna me sonrió. Tenéis un fuerte vínculo demoniaco, gracias al cual vuestra vida fue salvada. 

»El nombre real de vuestro padre no es Claudio Fabriati, es Iván Gregorio. Huyó de Francia perseguido por la inquisición, la cual lo acusó de brujería por curar enfermos con sus conocimientos herbolarios y médicos. Se refugió en Sicilia donde se cambió el nombre a Claudio Fabriati y conoció a vuestra madre. Debido a su resentimiento contra la iglesia, es que cumplís con el siguiente requisito para ser una Maestra de Demonios: no estáis bautizada. 

»Por último, tenéis la edad perfecta para que os transforméis en una Maestra de Demonios.

—¡No quiero hacerlo! ¡Por favor dejadme ir! —suplicó Blanca de nuevo con lágrimas en los ojos.

—Pensad bien vuestra decisión. Sois demasiado importante. Vuestra madre sacrificó su vida para traer el cadáver de Lucio Orselli. Vuestro padre sacrificó su mente, mi esposa sacrificó a decenas de soldados con tal de salvaros, y todos estos esclavos están dispuestos a servir como sacrificio en los rituales demoniacos que se necesiten, con tal de convertiros en su salvadora, la Maestra de Demonios más poderosa que Bencivenni y que yo.

—No quiero hacerlo...por favor...no me obliguéis...

—Entiendo. 

Acto seguido, Nicolás Othau alzó sus manos y lo que antes era noche, mar y viento, de nuevo se convirtió en un cielo rojo, llamas y cenizas.

—¡¿Qué me vais a hacer?! —preguntó Blanca llena de pánico, en cuanto Nicolás Othau la sujetó de los brazos y la jaló en dirección al ventanal.

Ninguno de los esclavos hizo nada, en cuanto escucharon los gritos de la niña, y cómo es que Nicolás Othau la lanzó hacia las llamas del infierno, como castigo.


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