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La pequeña cafetería de Linda estaba llena de un ambiente acogedor, con el aroma a café recién hecho flotando en el aire. Las paredes estaban adornadas con fotos en blanco y negro de bandas icónicas, creando un refugio ideal para los que buscaban escapar de la rutina.

Julian se sentó en una esquina, concentrado en un dibujo mientras Paul y John discutían sobre qué pedir. Ringo, con una taza de café humeante en la mano, observaba la escena con una sonrisa.

—¿Qué tal si pido un sándwich? —dijo Paul, mirando el menú como si fuera un misterio por resolver.

—Siempre pides lo mismo, Macca —bromeó John. —¿No te atreves a probar algo nuevo?

—¡Ya sabes que tengo mis favoritos! —respondió Paul, haciendo un gesto dramático. —No voy a arriesgarme a comer algo raro.

Ringo rió y se inclinó hacia adelante. —Un poco de aventura no te vendría mal. Además, siempre puedes volver a tu sándwich favorito si no te gusta.

De repente, la puerta se abrió y Yoko entró, con su estilo bohemio que capturó la atención de todos en la cafetería.

—¡Hola, chicos! —saludó Yoko, animada, dirigiéndose directamente a ellos.

—¡Yoko! —exclamó John, levantándose para abrazarla. —Nos alegra que pudieras venir.

—He estado esperando conocer a Yoko —dijo Paul, con una mezcla de curiosidad y nerviosismo en su voz.

—Espero que no te decepcione —bromeó Yoko, sonriendo.

A medida que se acomodaban, Ringo disfrutó de la mezcla de personalidades en la mesa. John y Yoko discutían sobre arte y música, mientras Paul hacía comentarios ingeniosos de vez en cuando. Ringo se limitó a escuchar, sonriendo y asintiendo, sintiendo que era parte de algo especial.

Mientras se reían, Ringo notó que su teléfono vibraba en el bolsillo. Sacó el dispositivo y vio un mensaje de George: "¿Qué quieres para cenar esta noche?"

—Perdón, chicos, tengo que contestar esto —dijo Ringo, deslizando su dedo sobre la pantalla.

—Todo bien, hermano —respondió John, tomando un sorbo de su café. —¿Qué te dice el genio de la composición?

Ringo sonrió mientras escribía: "Cualquier cosa que no implique brócoli." Luego miró a sus amigos, aún disfrutando de la charla. —George quiere saber qué quiero para cenar. A veces me pregunto si es más chef que compositor.

—Oye, si lo que hace suena bien, ¡que cocine! —bromeó Paul, lanzando una mirada juguetona hacia John. —A mí me gusta comer bien.

—Tú siempre estás pensando en la comida —dijo John, riendo.

Ringo, disfrutando del momento, decidió enviar un mensaje de vuelta: "Pasta suena bien. ¡Nos vemos!" Y, con eso, se despidió de la mesa. —Me tengo que ir. George me está esperando.

—¡Cuídate, Ringo! —dijo Paul, mientras los demás lo miraban con sonrisas.

—Sí, dile a George que le echo de menos —agregó John, guiñándole un ojo.

Mientras Ringo se alejaba de la mesa, se sintió ligero. La conversación había sido divertida, pero la idea de regresar al departamento con George lo emocionaba. Al salir, el aire fresco le golpeó la cara, y la ciudad parecía vibrar a su alrededor.

Ringo se dirigió a casa, pensando en el año que le deparaba. Tal vez este año traería cambios, no solo en su música, sino también en su vida personal. Mientras caminaba, una sonrisa apareció en su rostro al imaginar la cena con George.

Cuando llegó a su departamento, George lo recibió con un delantal, oliendo a ajo y cebolla.

—¡Por fin! —dijo George, con un aire de dramatismo. —¡Estaba a punto de morir de hambre!

—¿Qué estás cocinando? —preguntó Ringo, mientras dejaba su chaqueta en un perchero.

—Pasta, como pediste. Espero que te guste.

—Siempre me gusta tu pasta —respondió Ringo, sintiéndose en casa. Mientras ayudaba a George a terminar la cena, Ringo se dio cuenta de que, sin importar lo que pasara con sus amigos, siempre habría un lugar para él y George, un refugio en el que ambos podían ser ellos mismos.

Two of us (Starrison)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora