Two of us (Starrison)

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La semana transcurrió con la misma rutina que se había convertido en su nuevo normal. Ringo despertaba cada mañana con una sensación de satisfacción. Aunque ahora tenía menos alumnos particulares, su trabajo en la escuela le proporcionaba una alegría renovada. Enseñar a los jóvenes lo llenaba de energía, y disfrutaba de compartir su pasión por la música con ellos.

George, por su parte, también disfrutaba de su nueva etapa. Había sido contratado por una importante productora para trabajar en una banda sonora, un proyecto que lo mantenía emocionado y ocupado. Pasaba horas en su home studio, explorando nuevas melodías y letras. La música fluía de él como nunca antes, y la inspiración parecía estar a la vuelta de cada esquina.

Mientras tanto, Paul había comenzado a oficializar su relación con Linda. Se les podía ver a menudo en la cafetería, riendo y compartiendo momentos. Sus amigos no podían evitar sonreír al ver a Paul tan feliz. Su relación parecía auténtica, y todos esperaban lo mejor para ellos.

La cuenta regresiva para el concierto en la azotea había comenzado. Todos estaban emocionados y, aunque George aún sentía un poco de nerviosismo por lo que había sucedido en la última fiesta, el apoyo de Ringo lo mantenía firme. Sabía que esta vez sería diferente.

Una tarde, mientras Ringo y George se acomodaban en el sofá para ver una película, el grupo de WhatsApp estalló con mensajes.

Paul: Chicos, estoy tan emocionado por el concierto! ¡Va a ser genial! 🎉

John: ¡espero que la gente no se muera de calor en la azotea!

George: ¿Y si la policía viene a cerrar el antro antes de que podamos tocar?

Mientras leían, George no pudo evitar sonreír.

—¿Crees que va a haber mucha gente? —preguntó George, dirigiéndose a Ringo.

—Seguro que sí. Todos están ansiosos por vernos —respondió Ringo, ajustando el control remoto—. Y esta vez, no habrá nada que nos detenga.

Al caer la tarde, Ringo se recostó, y George sintió que, a pesar de los nervios y las incertidumbres, estaba listo para lo que viniera.

La vida iba bien, y mientras esperaban el día del concierto, sabían que solo había que disfrutar cada momento.

(...)

Todo iba de maravilla, hasta que, de repente, George sintió que su teléfono vibraba en la mesa. Al mirar la pantalla, vio el nombre que no quería ver: Pattie. Su corazón se aceleró, y una sensación de malestar se apoderó de él. A pesar de sus sentimientos encontrados, sabía que debía contestar.

—¿Hola? —dijo, su voz temblando levemente.

La voz de Pattie sonó del otro lado, quebrada y tensa.

—George... necesito hablar contigo. Es importante.

Su tono lo alertó. La risa y la diversión que había compartido momentos antes se desvanecieron en un instante. George se puso pálido, incapaz de procesar lo que podría estar ocurriendo.

—¿Qué pasa? —preguntó, tratando de mantener la calma.

—Es... es sobre el bebé... —la voz de Pattie se cortó y George sintió que su estómago se revolvía.

Las palabras se hicieron eco en su mente. Su experiencia previa con la pérdida hizo que su corazón se hundiera. Recordó aquellos días oscuros y cómo había afectado a su relación con Pattie.

—¿Qué ocurrió? —su voz era un susurro, lleno de preocupación.

—Perdí al bebé, George. Estaba esperando... y ahora ya no está.