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❝Astra's pov❞
Ya tenía todo preparado para cuando llegaran los chicos. Beth ya estaba aquí, comiéndose los Doritos mientras veía su celular. Suspiré, le había dicho como 30 veces que no se los comiera porque eran para todos. ¿Me hizo caso? No. Así que tuve que ir por otro paquete que tenía guardado en la cocina, y en ese momento sonó el timbre.
—Beth, abre la puerta, porfis.
—Voy. —Se levantó del sillón y recibió a los chicos (solo a Ro, porque a Kevin lo mandó a la mierda).
—Hola, As —me saludó Rodri mientras entraba a la cocina.
—Hola, Ro. —Yo terminé de echar los Doritos en un bowl—. Toma, llévalos a la sala, pero que Liz no los vea todavía.
—Bueno, dale. —Se fue de la cocina y yo agarré unos vasos y el refresco para que ellos tomaran, porque yo estaba tomando energética, soy adicta a eso.
—Hola, Astrita de mi corazón —Kevin se me acerca y me abraza por los hombros.
—Qué apodo de mierda, Kevin —lo miro con el ceño fruncido, no me gusta que me digan así.
—Me rompes el corazón cuando me tratas así —Ken hace un puchero y se tira sobre el sillón. Mala idea, porque Liz estaba cerca. La piba sonrió con malicia y lo empujó con los pies, haciendo que este se cayera directo al suelo, y Ro se empezó a reír de inmediato, pegándonos la risa a todos.
—Dios, no podés ser tan hija de puta, Lizbeth —se quejó Kevin, sentándose en el suelo mientras se sobaba la espalda por el golpe.
—Sí, sí puedo, ¿querés ver? —Lo miró desafiante, y él solo bufó, sentándose al otro extremo del sofá.
—Bueno, ya córtenla, empecemos con esto que es un dolor de cabeza.
MORIR. Eso queríamos Rodri y yo. Apenas habíamos avanzado un poco, no porque no entendiéramos, de hecho, yo sentía que estaba un poco fácil, pero Kevin y Lizbeth peleaban cada cinco segundos. Kevin le jalaba el pelo a veces, y otras Liz le tiraba patadas, las cuales a veces nos llegaban a Rodri y a mí. Ahora, Liz estaba a punto de pegarle una piña en la cara a Kevin, quien intentaba soltarse. Suspiré, me levanté del suelo, me dirigí hacia ellos y los agarré de la oreja a ambos, mirándolos mal.
—Ustedes deberían comportarse, ya están muy grandecitos para hacer estos dramas. Ahora se me tranquilizan y empiezan a hacer su tarea, que no han avanzado nada por andar peleando. —Rodri miraba la situación divertido, mientras Liz y Kevin se quejaban.
—Pero, As, esta piba empezó.
—Si vos me jalaste el pelo, qué decís, mentiroso —Los miré mal y se quedaron callados. Volvieron a sentarse en el suelo frente a la mesita de centro, y nos pusimos a trabajar de nuevo, hasta que empezó a sonar el teléfono de Ro.