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❝Astra's pov❞
Yo sabía que esto iba a pasar, pero aun así me permití soñar, pensar que todo, por una vez, podría salir bien. No me molestaba que estuviera con alguien más, ya que, en parte, fue mi culpa, pero ¿por qué justo ella? ¿Qué tenía ella contra mí? No era la primera vez que lo hacía. Creo que llegó la hora: hablemos de mí.
Desde pequeña siempre estuve sola, hija única, con padres que eran infelices juntos, pero seguían juntos por su hija, a la cual culpaban de sus tragedias.
—¿Y qué querés que yo haga? No es tan fácil para mí dejar mi país. Si vos te querés ir, andate, pero a mi hija no te la llevás —le gritó mamá a mi papá.
Era algo normal: las peleas, los gritos, los golpes. Era parte de mi vida y yo sabía que no estaba bien, que eso no era normal, pero ¿qué podría hacer una nena de seis años?
—Para vos es fácil decirlo. Es mejor que nos vayamos a mi país. Ahí no estaríamos luchando por sobrevivir. No lo hago por vos, lo hago por mi hija —le gritó mi papá de vuelta.
—¿Vos te pensás que soy pelotuda, Máximo? Vos y yo sabemos bien que no querés irte por el bien de ella.
Los gritos seguían. Yo solo trataba de concentrarme en hacer mi tarea, mientras un pitido agudo empezó a sonar. Los ruidos de fondo se escuchaban, pero ya no eran tan notables.
¿Siempre sería así? ¿Mi vida nunca cambiaría? Esas eran las preguntas que solía hacerme. Ahora que lo pienso bien, a medida que fui creciendo, la relación de mis padres empeoró, pero ya no se desquitaban entre ellos; se desquitaban con su única hija: yo.
Un día, los gritos volvieron a despertarme y decidí salir a la plaza que estaba cerca de mi casa. Al fin y al cabo, esas peleas eran tan largas que ellos no notarían mi ausencia. Estaba jugando en los columpios cuando la vi: una nena de pelo rubio siendo molestada por unos chicos.
—¿Por qué tu pelo es de ese color? Es feo. Además, mi mami dice que las rubias son tontas —dijo uno de los chicos, y los demás se rieron.
—Pero yo no soy eso... —le respondió la nena entre lágrimas, y el mismo chico la empujó.
—Sí, sí lo sos, porque sos rubia y las rubias son tontas y huecas —dijo el chico. Fue ahí cuando decidí acercarme.
—Oye, ¿por qué la empujás? —Ayudé a la nena a levantarse y miré al chico de nuevo.
—Yo... Es que... mi mamá dice que las rubias son malas —dijo el chico, avergonzado, mientras miraba sus zapatos.
