Episodio 13 (La despedida)

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El sonido de las pesas y las risas llenaban el gimnasio mientras Nick y Alice entrenaban juntos. Era un ambiente familiar, uno en el que habían construido recuerdos. La energía del lugar era contagiosa, y Alice no podía evitar sonreír cada vez que veía a Nick concentrado en sus ejercicios.

—Vamos, solo una más —dijo Nick, levantando una pesa mientras su mirada se mantenía firme en Alice. Ella lo animaba desde el otro lado del banco de pesas, sus ojos brillando con admiración.

—¡Eso es, campeón! —gritó, aplaudiendo. La motivación en su voz siempre hacía que Nick se sintiera más fuerte.

Después de terminar su serie, Nick se acercó a Alice, sonriendo de oreja a oreja. —¿Ves? ¡No hay nadie que pueda detenerme cuando tengo a mi animadora personal! —dijo, guiñándole un ojo.

Alice se rió, sintiéndose agradecida por esos momentos. —Deberíamos hacer esto más a menudo. Tu motivación es contagiosa.

—Eso es porque tengo un gran motivo para entrenar —respondió Nick, inclinándose hacia ella con un brillo juguetón en sus ojos—. Quiero estar en forma para cuando hagamos una competencia de parejas.

Ella se sonrojó, sabiendo que su relación había crecido de una manera hermosa. Se sentía cómoda y segura a su lado, disfrutando de cada momento. Después de su rutina, decidieron hacer estiramientos juntos en una esquina del gimnasio.

Mientras se estiraban, Alice no pudo evitar pensar en lo feliz que la hacía estar con él. Pero, al mismo tiempo, una sombra se cernía sobre su corazón. En unas semanas, tendría que regresar a la Ciudad de México. La idea de dejar a Nick la preocupaba, y no sabía cómo decírselo.

—¿Estás bien? —preguntó Nick, notando que su sonrisa se desvanecía. —Pareces distante.

Alice se mordió el labio, intentando encontrar la manera de hablar de sus sentimientos. —Solo… estoy pensando en que me queda poco tiempo aquí.

Nick se sentó, mirándola con curiosidad. —¿A qué te refieres?

—Es solo que… —comenzó, pero las palabras se atoraron en su garganta. La idea de que Nick pudiera estar triste la asustaba. Ella no quería ser la razón de su tristeza. —Nada, solo cosas de la vida.

—Alice, sabes que puedes hablarme de cualquier cosa —dijo Nick, acercándose un poco más, su tono serio. —Siempre estaré aquí para ti.

Ella sonrió débilmente, sintiendo el nudo en su pecho. —Lo sé, es solo que… hay tantas cosas que quiero hacer antes de irme.

Nick asintió, pero la preocupación en su rostro no desapareció. —Está bien, pero no quiero que te sientas mal. ¿Te gustaría hacer algo especial este fin de semana? Tal vez una escapada o una cena en ese lugar que tanto te gusta.

Alice sintió que su corazón se calentaba con la idea de pasar más tiempo con él, pero también la invadía un profundo temor. —Sí, suena perfecto —dijo, tratando de mantener la alegría en su voz.

Después de terminar su sesión de ejercicios, decidieron ducharse y luego salir a comer. Mientras caminaban hacia el restaurante, la tensión en el aire aumentaba. Nick charlaba animadamente sobre sus planes para el futuro, pero Alice no podía dejar de pensar en cómo iba a romperle el corazón.

Ya en el restaurante, mientras compartían risas y anécdotas, Alice lo observaba. Nick estaba tan lleno de vida, y la idea de alejarse de él la hacía sentir un dolor profundo. Era como si el tiempo se detuviera, y cada risa que compartían se volviera más significativa.

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