No había visto al Padre desde el encuentro en el pasillo, y en parte me alegraba por ello. Después de todo lo que había sucedido, no sabía cómo enfrentarlo, cómo mirarlo a los ojos sin que todo el peso de mi confusión y vergüenza se desbordara. ¿Sabía lo que estaba pasando conmigo?
Por suerte, no tuve que enfrentarme a esas preguntas hasta la cena. Me dirigí al comedor con el mismo aire ritual que cada noche, pero al llegar, sentí un nudo en el estómago al verlo sentado en su lugar habitual, al otro lado de la sala. Estaba hablando animadamente con uno de los miembros más antiguos, sin siquiera reparar en mí. Su despreocupación me hizo dudar por un momento, como si lo sucedido no hubiera sido más que un mal sueño.
Los demás miembros también charlaban animados. La atmósfera era relajada, una escena habitual en las noches dentro del convento, y sin embargo, yo me sentía fuera de lugar. Mis manos jugaban nerviosamente con el borde de mi servilleta, mientras mi mente seguía procesando lo que había visto en el jardín, lo que el niño me había dicho, y sobre todo, la ausencia de Elvira.
Mi mirada se desvió hacia la silla vacía de la hermana Elvira. Era extraño no verla allí, y eso me preocupaba. A pesar de su severidad, ella nunca faltaba. Mi inquietud creció al recordar cómo se había comportado por la mañana, tan diferente de lo habitual, tan... frágil.
"La Madre dice que está indispuesta", me había comentado Clara antes de la cena, como si eso explicara todo.
Indispuesta. ¿Qué le había pasado realmente? No podía evitar sentir que había algo más, algo oculto. Cada vez tenía más la sensación de que todos aquí sabían algo que yo no. Me estremecí ante el pensamiento, y mi apetito desapareció por completo.
Volví mi mirada al Padre Charlie. Aún no había levantado la vista, ni siquiera para saludarme. Esa indiferencia, ¿era real? ¿O también él estaba fingiendo? Mientras él conversaba con los otros miembros, yo me sumía en el silencio de mis pensamientos, tratando de encontrar sentido a todo lo que me rodeaba.
De repente un fuerte golpe de puertas consiguió que todos en el salón voltearon al unísono, y allí, de pie en la entrada, estaba Elvira. Su figura parecía aún más delgada y pálida bajo el camisón blanco que llevaba, completamente fuera de lugar en el ambiente formal de la cena. Sus ojos estaban abiertos de par en par, desorbitados, y había una expresión de profundo terror en su rostro.
—¡Pecadores! —gritó con una voz aguda que resonó como un eco en el gran comedor. —¡Todos ustedes son pecadores! ¡Y van a ir al infierno!
El silencio se apoderó del salón. Los miembros, tan controlados y compuestos, se congelaron. Incluso el Padre Charlie, que nunca parecía perder el control, había dejado de hablar, con una mirada inexpresiva en su rostro. Nadie sabía cómo reaccionar.
Elvira avanzó, tambaleante, pero con una determinación sombría.
—¡Nos están condenando a todos! ¡A todos! —Su voz se quebró en un sollozo y se llevó las manos al cabello, tirándolo hacia atrás de una manera desesperada.
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Perdóneme Padre
Mystery / ThrillerAurora llega a un convento con la esperanza de encontrar la paz y la devoción que ha buscado toda su vida. Sin embargo, al llegar a la gran hacienda que alberga el convento, descubre un lugar de lujo que nada tiene que ver con la vida austera que e...