Capítulo 4: La Niña Misteriosa

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Han pasado 23 años desde que Clara fue puesta en coma, embarazada y a punto de dar a luz. Ahora, en un lugar desconocido, un gran laboratorio se oculta en las sombras, donde la luz apenas se atreve a entrar. La oscuridad envuelve los pasillos, creando una atmósfera opresiva, mientras los murmullos de científicos y gritos infantiles se entrelazan en una sinfonía de desesperación.

En una cápsula de agua, una niña misteriosa permanece atrapada, dormida, ajena al horror que la rodea. Sin embargo, un científico, motivado por un impulso de redención, logra liberarla justo antes de que los militares irrumpan con brutalidad.
La niña despertó, aturdida y cubierta por un traje de hospital empapado. No tuvo tiempo de procesar lo que sucedía. Un disparo resonó en la sala. El científico, su salvador, cayó muerto. La niña sintió el impacto frío de una bala atravesando su cráneo. La oscuridad casi la consumió, pero algo en su interior despertó. En un destello de luz, su cuerpo se desvaneció, solo para reaparecer detrás del militar que había disparado. Con una rapidez letal, aplastó su cabeza contra la pared, haciendo que la sangre salpicara las superficies
cercanas.

Salió de la habitación, caminando con los cables que aún colgaban de su cabeza y espalda, arrastrándolos tras de sí. El pasillo del laboratorio era un paisaje de horror: el suelo cubierto de sangre, las paredes manchadas, con cables eléctricos retorcidos en el suelo, luces que parpadeaban, y cuerpos esparcidos por todas partes. Científicos y niños yacían muertos, sus cuerpos inertes entre el caos de cristales rotos y charcos de sangre.

A cada paso que daba, el ambiente era más sombrío. La niña avanzaba hacia la salida, pero de repente, una voz rugió por el pasillo: "¡Ahí está! ¡Es la niña!
¡Disparen!"
Los militares abrieron fuego sin piedad. Las balas perforaban su cuerpo, una tras otra, desgarrando su carne. Una bala atravesó su hombro, otra se incrustó en su muslo, pero ella continuaba caminando hacia ellos, lenta pero imparable, como si el dolor no existiera. Su rostro no mostraba más que una calma perturbadora.

De pronto, desapareció de la vista. En un parpadeo, se materializó frente a uno de los soldados y, con una fuerza descomunal, aplastó su cabeza contra la pared, su cráneo haciéndose añicos en un estallido de sangre. Rápidamente, se movió con una velocidad casi invisible, eliminando a los soldados uno por uno. Sus movimientos eran precisos, letales, como una tormenta incontrolable de destrucción.
-

Cuando el último militar cayó al suelo, la niña, exhausta, se desplomó. El tiempo pasó en un suspiro, 40 minutos en los que su mente vagaba en el abismo entre la vida y la muerte. Al despertar, su mirada recorrió los cuerpos que yacían en el suelo, rodeados de sangre. Con una frialdad inhumana, Pero La Niña como si no le importara, se quitó los cables que aún colgaban de su cabeza y espalda.
Se levantó y Caminó lentamente hacia la gran puerta de piedra, sus pasos resonando entre los cadáveres. La sangre corría por el suelo como ríos oscuros. Al llegar, De Alguna manera Desconocida La Gran puerta Se abrió, y una luz blanca y brillante se derramó desde el otro lado. Sabía que estaba a punto de enfrentar un mundo completamente nuevo y desconocido, pero no retrocedió y siguió adelante.

Porque, aunque el camino hacia la libertad estuviera lleno de sombras, la niña tenía claro que su lucha apenas comenzaba.

The Multiverse Of MadnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora