6. ♡

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-¡Ni-ki, ya está oscureciendo, vámonos! -El grito de Jay retumbó en el parque, haciendo eco entre los árboles. Ni-ki, que estaba dando una última vuelta en su patineta, lo escuchó claramente y asintió con la cabeza antes de impulsarse una vez más, dejando que la brisa fresca de la tarde lo acompañara mientras alcanzaba a los dos mayores que ya caminaban hacia la salida.

Los tres caminaban por las calles que brillaban con el resplandor anaranjado del atardecer, una mezcla de luces doradas y sombras alargadas. El clima estaba caluroso, típico de las vacaciones de verano, pero al comenzar a oscurecer, una brisa refrescante se colaba entre los edificios, aliviando un poco el calor del día. Jake y Jay caminaban por la vereda, mientras Ni-ki, con su patineta, se deslizaba lentamente por la calle junto a ellos, asegurándose de no adelantarse demasiado.

-Entonces, ¿cada quien vuelve a su casa? -Jake escuchó la voz del rubio, quien levantaba una ceja mientras los tres se acercaban a la esquina donde solían separarse al final de sus encuentros.

Jake, que caminaba con las manos en los bolsillos y la mirada en el horizonte, respondió casi sin pensarlo, con una calma que no reflejaba las pequeñas ideas de compañía que le rondaban en la cabeza.

-No hay nadie en mi casa hasta tarde, así que, si quieren, podemos pasar un rato allí -sugirió, cambiando de dirección sin esperar una respuesta inmediata. Sabía que, como siempre, Ni-ki no se negaría. El más joven nunca dejaba pasar la oportunidad de prolongar el tiempo que pasaban juntos, siempre encontrando una razón para quedarse un poco más, a pesar de que se veían casi todos los días. Era como si valorara cada segundo con ellos, como si disfrutara esos momentos sencillos más de lo que él mismo admitía.

Jake podía escuchar la patineta de Ni-ki empezar a moverse de nuevo, rodando con suavidad por el pavimento mientras el menor aceleraba para no quedarse atrás. Jay simplemente sonrió, encogiéndose de hombros, como si aceptara sin objeciones la propuesta de Jake.

Los tres caminaron con tranquilidad hacia la casa de Jake, disfrutando del silencio cómodo que los envolvía. Cuando llegaron, tal como Jake había mencionado, la casa estaba completamente vacía, oscura, y con una quietud que solo era interrumpida por el eco de sus pasos al entrar. Sin embargo, esa tranquilidad se rompió en cuanto Layla, la golden retriever de Jake, los recibió con una energía desbordante, meneando la cola con tanta fuerza que parecía que su cuerpo entero se movía con ella.

-Hola, mi niña -Jake se agachó con una sonrisa que no podía contener, saludando a su perra con ternura mientras sus manos acariciaban el suave pelaje dorado de Layla.

La golden retriever, emocionada, comenzó a lamerle la cara con entusiasmo, haciendo que Jake soltara una suave risa que resonó por toda la casa. Era como si la energía contagiosa del animal aliviara, al menos por un momento, el peso invisible que siempre cargaba en su pecho.

Después de unos segundos, Jake se levantó, limpiando su cara con el dorso de la mano, y se dirigió hacia la cocina, dejando que Layla saludara a los otros dos chicos con la misma euforia. Jay se arrodilló en el piso para darle una bienvenida cálida, pasando sus manos por el pelaje suave de la perra, despeinándola con cariño.

-Cada vez que vengo, parece que Layla está más grande -comentó Jay, sonriendo. Jake, que estaba ocupado en la cocina, escuchó el comentario y no pudo evitar sonreír mientras sacaba algunas cosas de la heladera.

-¿Quieren algo de beber? -se escuchó la voz de Jake desde la cocina, su tono despreocupado mientras cortaba un sándwich en tres partes sobre la encimera.

Ni-ki, sin esperar más, entró a la cocina, su curiosidad siempre lo empujaba a explorar cada rincón. Se dirigió directamente a la heladera, abriéndola con facilidad y examinando lo que había dentro.

യᩙ   ݂    ݁   𝗕𝗲𝘆𝗈𝗇𝖽  𝘁𝗶𝗆𝖾   💍ᩙ꤬᭪  |  𝖲𝗎𝗇𝗀𝖩𝖺𝗄𝖾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora