¿Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde?
Yoongi y Hoseok, dos almas destinadas a encontrarse para unirse y sanar juntas el dolor acumulado a lo largo de sus vidas, pero cada uno lo sobrelleva de diferente manera: Hoseok no deja que su corazón s...
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Si le pidieran explicar con palabras simples, lo que estaba haciendo en ese momento, Yoongi se quedaría completamente en blanco al no tener una respuesta certera ante su acción de besar a su empleado.
No podía dar una explicación porque simplemente no la había quizás, solo necesitaba hacerlo, sus labios solo exigieron probar los otros porque, desde aquella horrible noche en que sin vergüenza alguna había tenido sexo con un desconocido a un lado de él, no había podido dejar de pensar, en sentir la necesidad de besarlo.
Pensó fugazmente que había posibilidad de que solo se tratara de los efectos del alcohol haciendo de las suyas, pero entonces volvió a estar sobrio y siguió deseando lo mismo: besarlo.
Dormir a su lado solo había potenciado el deseo, ¿Hoseok le estaba gustando? Y no como una más de sus experiencias o para pasar el rato, realmente no podía con la ternura y el afecto que el chico le causaba, de la seguridad y la protección que sentía al estar a su lado.
No quiso darle tiempo al tiempo para obtener una respuesta, porque era evidente que estaba enamorándose; sí claro, eso podía estar sucediendo.
Lo besó con delicadeza, probando sus dulces labios con rastros del sabor a las palomitas, y podía sentir como él apenas abría un poco la boca.
Al acercar la otra mano a su cintura, se dio cuenta de su cuerpo tenso, así que, luego de mantener los ojos cerrados, los abrió para verificar que todo estuviera en orden. Pero lo vio ahí, con los ojos abiertos de par en par, viéndose asustado y confundido.
Antes de separarse para preguntar, dejó un último beso en su labio superior y alejó la cabeza sin separar su cuerpo del otro.
—¿Hoseok...?
Pero inesperadamente Yoongi alcanzó a escuchar las risas de su padre, reconociendo muy fácilmente su voz y su única manera de reír.
Mientras que Hoseok, solo tenía miedo a la reacción de su amo, quizás iba a molestarse; estaba confundido. Pero escuchó la voz de la señorita Park también, haciendo que llevara su atención detrás de ambos, separándose de inmediato con mucha vergüenza.
Por la escalera eléctrica venía bajando la pareja, tomados de la mano, bromeando y riendo entre ambos.
Yoongi los observó fijamente, con el gesto serio y casi endurecido y, cuando Hoseok se percató, presionó suavemente su antebrazo.
Su amo volteó a verlo y él le suplicó con su mirada que no perdiera el control. Así que Yoongi relajó su entrecejo, sonriendo únicamente para él, porque seguía sin agradarle la idea de su padre en una relación con esa mujer.
—Oh, Yoongi, Hobi, ¿qué hacen aquí? —preguntó Jungkook cuando los encontró en la entrada del estacionamiento.
—Hola, chicos —saludó Jimin amablemente a ambos, mirando fugazmente al hijo de su novio.
