¿Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde?
Yoongi y Hoseok, dos almas destinadas a encontrarse para unirse y sanar juntas el dolor acumulado a lo largo de sus vidas, pero cada uno lo sobrelleva de diferente manera: Hoseok no deja que su corazón s...
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Recostado boca arriba y mirando el techo, Yoongi permaneció en silencio escuchando el ruido de sus pensamientos y sintiendo el agobio de su conciencia luego de recordar lo que habían sucedido la noche anterior.
No sabía cómo interpretar lo que estaba sintiendo porque no era nada bueno, y teniendo la imagen del sirviente dormido en su cama, no ayudaba a dejar de sobrepensar.
Por un poco más de treinta días había tenido a Hoseok a un lado de la cama cada que había despertado, pero esa mañana todo fue diferente porque el chico no estaba ahí.
Fue extraño encontrarse nuevamente con su soledad, con su propia presencia con la que tenía qué lidiar. Pero decidió no quedarse encerrado ahí, evitando escuchar más sus pensamientos.
Se levantó, quitando las sábanas de su cuerpo y de la cama, y dejó todo en el suelo como siempre hacía para que cambiaran la ropa de su cama.
Se dirigió al baño dentro de su habitación y se colocó frente al lavamanos. En el espejo se contempló por un momento, observando lo que él consideraba, todos sus peores defectos físicos.
Con un gesto de desagrado, peino su cabello hacia atrás con los dedos.
—Agh... ¿otra vez tú? Por qué no desapareces... —le dijo a su reflejo antes de rápidamente alejarse del espejo.
Se desnudó y entró a la ducha, lavando perfectamente cada parte de su piel que había sido tocada por ese extraño que había llevado a casa. Quizás la noche anterior había estado muy acalorado, pero en ese momento, con el agua tibia cayendo por su cuerpo, se sintió con asco, con repulsión por besos que había compartido y que se arrepentía de hacerlo.
Seguía sobrepensando una cosa sobre otra, revisando una y otra vez cada palabra salida de su boca, cada mínimo error en su hablar, en su caminar, en su actuar. Sentía que estaba volviéndose loco, por lo que con urgencia se apresuró a vestirse para salir hacia otro de los negocios de su madre.
Vistiendo uno de sus costosos trajes, decidió peinarse con la frente descubierta, haciendo un apartado por la mitad de su cabello y dejando que los mechones azabaches cayeran naturalmente.
Se colocó el reloj en su muñeca y únicamente guardó el celular, las llaves de su auto y su billetera en sus bolsillos, y salió de la habitación.
Desde que Hoseok había llegado a su casa, su padre no volvió a aparecerse en su habitación por las mañanas para despertarlo e insultarlo, así que eso también se sentía extraño y hasta un fugaz nudo en su garganta apareció, ¿acaso echaba de menos esos días?
Antes de abrir la puerta principal, se detuvo un momento en tanto sus ojos recorrían el espacio del recibidor hacia la sala de estar. No había nadie pero le intrigaba saber en dónde estaba Hoseok y por qué no había estado ahí al despertar. Así que, metiendo las manos dentro de los bolsillos de su pantalón, caminó con sigilo en dirección a la cocina donde sabía, estaban los empleados.
