• Capítulo 7 • No te vayas •

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• KATY •

Esa cosa, el dueño de los rugidos, estaba libre y yo me encontraba amarrada a una silla sin posibilidades de escapar.
Realmente no sé cuanto tiempo pasó pero no había dejado de gritar y pedir ayuda hasta que la puerta se abrió. El corazón saltó en mi pecho por el miedo a que Charlie volviera, o que esa cosa me haya encontrado, el corazón paró en seco, era un chico, y me estaba mirando con temor.
—¡Ay-Ayúdame por favor! —Hablé inconscientemente, anonadada por su belleza. —¡Por favor! —Rogué y se acercó, desató mis manos y pies y me ayudó a pararme.
Sin previo aviso para él, o incluso para mi, lo abracé, no se porque lo hice pero lo necesitaba —Gracias, gracias, gracias. —Dije y él no tardó en rodearme con sus brazos, su cuerpo era demasiado cálido y me daba una increíble sensación de seguridad, pero entonces recordé porque estábamos así y el miedo volvió. —Tenemos que salir de aquí. —Dije liberándome del abrazo e inmediatamente sentí el frío calar mis huesos—. Esa cosa ha escapado.—Estaba asustada pero sus ojos se clavaron en mi, y había algo espeluznante con ellos pero extrañamente tranquilizador a la vez, era como si estuvieran vertiendo una buena cantidad de paz directamente sobre mi alma.
—Tranquila, todo está bien. Se ha ido. —Y me dí cuenta de que su mirada me había atrapado.
—Yo, lo siento—limpié mis lágrimas—. ¿Quién eres? —pregunté.
—Jimin, Park Jimin. —Respondió y luego mi mente comenzó a volar en algún mundo paralelo a la realidad, como si estuviera dentro de una nube, escuché que dijo algo sobre la cosa que había escapado del pozo pero sinceramente mi boca estaba moviéndose por si sola. En algún momento se levantó y yo quedé allí, parada observando la silla donde había estado amarrada, me imaginé ahí sin poder defenderme y con Charlie sobre mi. Jimin volvió y aventó la silla afuera mientras yo seguía sus movimientos. Tomó otra silla y me senté en ella, él se ubicó frente a mi con sus piernas envolviendo las mías.
Y ahí lo perdí, todo el auto control que poseía se fue por la borda cuando con mucha delicadeza comenzó a limpiar mi rostro con una toalla humeda. Yo lo observé detenidamente y joder, era demasiado hermoso, su piel era blanca y parecía de porcelana, su cabello de un rojo brillante, sus ojos fueron mi perdición. Me miraba con tanta devoción que me sentí desnuda ante él, pero cualquier pensamiento que tenía se borró cuando dirigí mi vista a sus labios entreabiertos, eran rosados y carnosos. Perfectos y apuesto a que sabían a gloria.
Y entonces hizo una pregunta que me trajo a la realidad, yo evité responder causando un leve giro a la conversación, pregunté quién era y dijo ser sobrino de los Herondale, pensé en cuestionar su historia pero colocó una mano sobre mi rodilla y una descarga de energía me atravesó. De pronto la temperatura subió pero no era el ambiente, era yo pero diablos, no debería estar teniendo toda clase de pensamientos calientes cuando Charlie había prometido volver por mi.
El horror me invadió nuevamente y apresurada comencé a preparar mi maleta para escapar de este lugar, él hablaba pero no lo estaba escuchando hasta que me tomó por los hombros y me sacudió. —¡Detente! —Gritó, iba a protestar pero él siguió hablando. —¡Escucha! No, no puedes irte. Es demasiado tarde, de seguro todavía anda allí afuera, si sales ahora sólo serás una presa fácil. —Bien, tenía un punto.
—Ahora él sabe donde estoy...
—Pero no sabe que yo estoy aquí —Lo miré. —No dejaré que te lastime otra vez... —Creo que dejé de respirar, sus manos seguían apretando firmemente mis hombros y nunca nadie había hablado de protegerme con tanta firmeza.
No tuve tiempo de responder, un auto llegó y Jimin aflojó su agarre a la vez que sus hombros se tensaron.
—Los Herondale. —Susurró y luego se metió al baño dejándome sola.
La puerta aún se encontraba abierta, dando paso libre a Marge que ingresó apresurada y se detuvo cuando me vió.
—¿K-katy? ¿Qué ha ocurrido?—La confusión me distrajo. ¿Cómo sabía que había ocurrido algo?
—El pozo está destruido... —Un hombre entró hablándole a Marge pero enmudeció cuando me vió. ¿Por qué todos quedaban mudos al verme?
—Te hice una pregunta niña... —Su tono era molesto pero se cortó y los ojos de Marge se abrieron como platos cuando miró detrás mío.
—Hola. —Jimin salió del baño y se paró frente a mi, como si intentara cubrirme, lo cual era extraño.
Los rostros de la Sra Herondale y el hombre a su lado, que supongo ha de ser su esposo, bajaron unos cuatro tonos de color. Parecía que hubiesen visto un fantasma. —¿Q-qué h-haces aqu-aquí? —La voz de Marge temblaba y sus ojos reflejaban un profundo temor.
—He llegado un poco antes de tiempo, lo siento tía Marge, debí haber avisado. —Jimin parecía no notar la extraña actitud de sus tíos.
—¿Qué pasó con el pozo?—El hombre pareció haber salido del estupor y sonaba molesto.
—El "demonio" —Jimin hizo unas señas con los dedos índice y mayor de ambas manos—, que había allí, ha escapado.
—¿Qué haces aquí con Katy? —Marge poco a poco iba recuperando el aliento.
—Oh, —Jimin me miró y guiñó un ojo—. Ella estaba un poco asustada y vine a hacerle un poco de compañía. ¿Mi habitación está lista?
—No... no sabía que vendrías ahora.
—No importa, yo puedo arreglarlo. Bien —Jimin dió un fuerte aplauso—. Ya dejemos a Katy descansar, mañana será un largo día, tengo muchas cosas que hacer.
—Pero...
—¿Hay algún problema tía Marge?—Lo que sea que vió Marge debió asustarla porque apretó su mandíbula tan fuerte que creo necesitará ir a un odontologo luego.
—N-no. Q-que bueno verte po-por aquí.
Jimin no respondió, caminó hacia ellos y con una mano en el hombro de cada uno los empujó hasta afuera, estaba por seguir detras de ellos pero lo tomé del brazo frenando su marcha. Volteó a verme con curiosidad o miedo, no pude descifrar su mirada. —¿Que sucede Katy?
—No... no te vayas.
—¿Qué?
—No quiero estar sola. —Suspiré, apenas lo conocía y ya lo invitaba a pasar la noche en casa pero no tenía el valor de quedarme sola sabiendo que Charlie conocía mi ubicación. Gracias a Dios comprendió lo que acababa de pedirle, porque no podría volver a decirlo en voz alta.
—Estás asustada—susurró—, de acuerdo, pero tienes que hacer algo por mi. —Lo miré no muy segura de poder cumplir cualquier cosa—. Realmente llevo mucho tiempo sin comer, muero de hambre, no estoy seguro de aguantar más.
Suspiré, eso era fácil de cumplir.
—Entonces... ¿Qué esperas aquí afuera? Entremos y veamos que puedo cocinar para ti. —Sonrió, definitivamente debería hacerlo más seguido.
Santos demonios prisioneros, este chico literalmente estaba muriendo de hambre, en apenas media hora vació mi alacena.
—¿Donde metes tanta comida? —sus mejillas se sonrojaron.
—Lo siento, mañana iré a la tienda, lo prometo.
—No te preocupes. Entonces. ¿Tu apellido es Park?
—Legalmente no, es Herondale, pero a mis padres adoptivos no les molesta que use el viejo, después de todo, mis padres biológicos no me abandonaron, ellos fallecieron.
—Lo siento.
—No lo hagas. ¿Y tú, qué haces en este pueblo?
—No es algo de lo que me guste hablar, pero dadas las circunstancias, creo que te debo una explicación. Básicamente, me ocultaba de Charlie. —Su expresión se oscureció.
—¿El es quién te golpeó?
—Sí, lo es. —Su puño se apretó sobre la mesa—. ¿Y qué harás mañana?
—Buscar empleo, tal vez algo para estudiar y comprar comida para llenar nuevamente tu alacena.—Reí y sus ojos brillaron de una manera única y hermosa.
—Tal vez pueda decirle a Zac, el Starbucks es un poco cansador para mi sola. ¿Qué te gustaría estudiar?
—No lo sé, la última vez que estuve aquí no había mucho para elegir.
—Y sigue sin haber mucho —reí—, no hay universidades, lo único es el centro de Arte y algunas personas que enseñan sus oficios.
—El centro de arte suena genial. —Sonreí internamente por saber que probablemente sería mi compañero, Ash se volvería loca y Zac moriría de celos.
El resto de la conversación giró en torno a banalidades, descubrí que es como si se hubiera quedado en el pasado a unos diez años atrás, todo lo nuevo es completamente desconocido para él. Casi nunca sonríe lo cual es una lástima porque tiene una hermosa y muy cautivadora sonrisa. Alrededor de las dos de la madrugada decidimos que ya era hora de dormir, él tomó una frazada y se recostó en el sofá, yo debo haber estado demasiado agotada porque me metí en la cama e inmediatamente caí en la inconsciencia.

La Maldición de Ladón. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora