• Capítulo 15 • Feliz Cumpleaños •

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KATY

Desperté con los rayos de sol en mis ojos, los abrí despacio para acostumbrarme a la luz y descubrí que el problema no era el sol, mas bien, el brillantemente relajado y hermoso rostro de mi —ahora— novio. ¿O debería decir caballero? Ahogué una risa, no quería despertarlo pero cubrir mi boca inmediatamente no funcionó. Sonrió adormilado y rodeó mi cintura con su brazo.
—Buenos días —balbuceo con voz ronca, sexy.
—Hola.
—¿Qué es tan divertido? —Seguía balbuceando con los ojos cerrados y extrema tranquilidad.
—Sólo, fue un pensamiento, uno extraño y terriblemente cursi.
—¿Terriblemente cursi eh? ¿Puedo saber?
—Sí, estaba pensando, si yo soy tu doncella ¿Tu qué serías, mi caballero? —Abrió los ojos y me miró durante unos largos segundos. Su mirada inexpresiva me puso un tanto nerviosa.
—No. No soy lo suficientemente bueno para ser un caballero, tal vez, podría ser la bestia que custodia tu castillo.
—¿No es una torre?
—Torre, castillo, palacio, da igual. Lo importante es que yo soy la bestia, una versión amable de la bestia que lo custodia. Yo soy quien te protegerá de cualquier villano que simule ser un noble caballero. —Analicé sus palabras un momento y luego reí sin poder evitarlo.
—¿Estás ebrio?
—Kat —suspiró—, acabas de matar todo el romanticismo.
—Lo siento. —El calor subió por mi rostro y él beso mi mejilla.
—Adoro cuando te sonrojas —sonrió.
Desayunamos entre sonrisas y miradas cómplices, no necesitábamos palabras para saber que era la mejor mañana que ambos habíamos tenido en años. Caminamos hasta el centro de arte tomados de la mano, y me soltó sólo cuando el director lo llamó ni bien llegamos.
—Te ves alegre. —Fue el saludo de Ash al ingresar a la clase de pintura.
—Es una buena mañana —sonreí.
—¿Tu amigo es el motivo de que sea una buena mañana? —se sentó frente a su lienzo.
—Lo es. Resulta que yo soy quien le gusta y me lo dijo anoche. —Me miró sorprendida.
—¿Jimin te confesó sus sentimientos? —Ahora quien estaba estupefacta era yo.
—Nunca dije que fuera Jimin.
—No, no lo hiciste, pero ayer estuve todo el día en tu casa y pude ver cómo lo mirabas.
—¿Tanto se nota?
—Sí, y él te veía de la misma manera. Creo que esa es la razón por la que Zac no lo quiere...
—¿A quien no quiere Zac? —Clary la interrumpió al llegar, se ubicó a mi otro lado.
—A Jimin. —Ash se inclinó para ver su rostro.
—¿Zac no quiere a Jimin?
—No, creo que son celos. Pero tu deberías saberlo, digo, eres su hermana ¿No?
—Zac últimamente anda muy extraño.
—De seguro está sintiendo lo que él me ha hecho sentir todo este tiempo. —Escupió con molestia Ash.
—¿Y eso qué sería específicamente? — Miré a Clary con el ceño fruncido mientras decía "No" con la cabeza.
—Descuida Katy, no me molesta que lo sepa. Sentía dolor, celos, enojo, traición, decepción. ¿Es eso suficiente para ti? —Clary aclaró su garganta en un intento de aliviar la incomodidad.
—Lo siento, yo no...
—Déjalo así. Volviendo a Jimin. —Posó sus ojos en mi y no tuve tiempo de frenar sus palabras—. ¿Son novios ahora? —Clary miró directo a mis ojos y pude ver en los suyos una mescla de dolor, celos, molestia y felicidad. No sabría decir cual de ellos era el predominante pero si estaba segura de haber visto todas esas emociones en sólo segundos.
—¿Qué? —su voz sonó baja y sorprendida.
—Yo, lo siento...
—No te disculpes, ayer te di mi consentimiento ¿o ya lo has olvidado? —Ash me dio una mirada de disculpa en cuanto comprendió la situación pero cambió de direccion cuando la voz de Jimin llegó desde la puerta.
—Buen día señoritas. —Caminó hasta quedar detrás de mi, posó su mano en mi cuello y con una rápida inclinación besó mi mejilla.
—¿Qué te trae por aquí Jimin? — Preguntó Ash.
—A partir de ahora tomaré esta clase. - Las tres lo miramos curiosas. —El director me vio de la mano con Kat —la explicación iba dirigida directamente a Ash—. El reglamento prohíbe las relaciones entre maestros y alumnos, pero lo convencí de que nos permita salir si tomo alguna de las clases, así técnicamente seriamos compañeros. —Sonrió victorioso y mi rostro se ruborizó.
Tres semanas de completa paz le siguieron a ese incómodo momento. Ash se volvió una buena amiga, Clary superó su dolor y Zac dejó de intentar salir conmigo en cuanto recibió la noticia de mi relación con Jimin. De vez en cuando venían todos a casa y pasábamos buenos momentos juntos. Jimin dormía en su casa y en el día estaba en la mía. No hacía preguntas sobre mi pasado, respetaba mi silencio y se lo agradecía. Tampoco hablaba del suyo y yo también lo respetaba, era el chico más dulce y amable que había conocido jamás. Se convirtió en el ídolo del hermano de Ash, no me extrañaría ingresar a la habitación de Ben y encontrar las paredes cubiertas con grandes posters de Jimin. Zac aún tenía por él ese sentimiento de aversión pero creo que era mutuo así que nadie intentó averiguar la razón. Ash y Clary lo adoraban, rápidamente se las ganó como amigas y hacían todo por él.
Pero un lunes todo cambió, el desayuno fue normal, risas y caricias llenas de amor. Caminamos a clases tomados de la mano y pasamos la primera hora en música, luego le siguió una divertida clase de escultura y terminó con unas agotadoras sesiones de baile. Todos fueron a almorzar a casa y la estábamos pasando estupendo a pesar de las constantes peleas entre Zac y Jimin, todo iba perfecto hasta que la Sra. Herondale golpeó a la puerta.
—Hola linda ¿cómo has estado? — Marge ingresó a pesar de no haber sido invitada, miró a todos y mostró una gran sonrisa al ver a Jimin—. Jimin, querido —Se acercó a él y lo abrazó—. Feliz cumpleaños. — ¿Cumpleaños? Ash y Clary me miraron sorprendidas y yo también lo estaba. Marge le entregó un paquete azul con la forma de una pintura no muy grande y con un ostentoso moño blanco—. Sé que tu cumpleaños es mañana pero Harry y yo saldremos de viaje, no podré estar aquí para felicitarte así que te he traído tu obsequio ahora. No es el mejor regalo para un joven que cumple veinte años, pero espero que te agrade. — Jimin frunció el ceño y sostuvo el paquete en sus manos.
Aún recuerdo con claridad cuando Jimin dijo que los Herondale no eran buenas personas, pero si rechazaba el obsequio frente a todos, quién quedaría como un irrespetuoso sería él. Me acerqué y acaricié su brazo de manera tranquilizadora, me miró con la frente arrugada por unos segundos que parecieron horas y luego comenzó a romper el papel envoltorio. Observé como quedaba a la vista la parte trasera de un porta retrato de considerable tamaño, lo volteó e instantáneamente sus manos se apretaron a su alrededor. Su reacción fue notoria y la curiosidad me envolvió. Era un porta retrato múltiple con una foto grande mía en el centro y en los otros cuadros más pequeños, fotos de chicas rubias, todas diferentes pero iguales a la vez. La confusión debió verse reflejada en mi rostro porque Marge dió su explicación sobre el obsequio.
—Se suponía que debía ir tu fotografía al centro y alrededor otras de ambos, son una linda pareja y me pareció bonito que tuviera donde plasmar buenos recuerdos, pero no tengo fotos de ustedes dos. Las chicas venían con el cuadro. —Volví mi vista a Jimin, sus nudillos estaban blancos por la fuerza, sus manos comenzaron a temblar y una gota de sudor corría por su frente a la vez que una lágrima caía por su mejilla. Marge también lo notó e inmediatamente salió sin decir nada. En cuanto cerró la puerta tras de sí, Jimin aflojó su agarre dejando caer el cuadro, uno de los vidrios se partió y yo solté un pequeño grito. Jimin me miró y sin previo aviso me abrazó, hice una mueca de dolor por la fuerza que utilizó, me costaba respirar pero cuando pensé en intentar soltarme, él comenzó a llorar. Quisiera decir que eran sólo lágrimas pero no, realmente lloraba y nadie sabía que hacer. Yo estaba allí entre sus brazos y todos me miraban confundidos. Jimin me sujetaba como si de eso dependiera su vida, su cuerpo entero temblaba y no escuchaba absolutamente nada de lo que le decíamos. De un momento a otro su cuerpo empezó a calentarse, la temperatura subió de manera inmediata y le pregunte si tenía fiebre, sólo entonces reaccionó y me soltó. Se dejó caer en una silla con los codos sobre sus rodillas y la cabeza entre las manos. Aproveche esa oportunidad para despedir a todos y disculparme con ellos.
Volví y me arrodillé frente a él, tomé una de sus manos entre las mías y me quedé allí en silencio esperando a que se tranquilizara. Sollozó durante tanto tiempo que mis rodillas comenzaron a doler, pero no me iría de su lado, tantas veces él me había consolado y ahora yo lo haría para él. Sin soltar su mano cambié mi posición, me senté con las piernas cruzadas, quedé mucho más abajo y debía mirarlo hacia arriba pero funcionó. Sus ojos encontraron los míos y las lágrimas abandonaron mis ojos; había tanto dolor en su mirada que, a pesar de que no sabía la razón, lloré junto a Jimin demostrándole todo mi apoyo. Varios minutos pasaron antes de que sonriera, fue una sonrisa cansada, angustiada y agradecida. Me puse de pie y besé sus labios con ternura, me atrajo hacia él sentándome en su regazo y rodeó con sus brazos mi cintura.
—Lo siento —murmuró y escondió su rostro en mi cuello.
—No entiendo que sucedió, y no te pido una explicación, pero puedes confiar en mi. —Acaricié su espalda y él levantó la cabeza buscando mi mirada.
—Lo sé, y deseo contarte pero aún no estoy listo. —El dolor brilló como faros en sus ojos mientras se volvían vidriosos otra vez—. Mis cumpleaños siempre han sido los peores días de mi vida, quiero que no hayan secretos en nuestra relación pero no me siento preparado para compartir esto con nadie, aún no consigo dominar los sentimientos de odio y culpa, y tengo miedo. Estoy jodidamente asustado de no poder controlarme y cometer una locura de la que después me arrepienta, y me aterra hacerte daño y perderte luego. —Una lágrima rodó hasta su boca y yo la limpié con mis labios.
- No vas a lastimarme, y no me perderás. Esperaré el tiempo necesario hasta que estés listo para hablar, y no sé que te tiene tan asustado, pero prometo que no permitiré que eso nos separe. —Envolví su rostro entre mis manos y lo besé. Me puse de pie y lo llevé de la mano hasta la habitación, quité sus zapatillas y lo ayudé a meterse en la cama. Me recosté a su lado y a diferencia de las veces anteriores, yo lo abracé a él. Acomodé su cabeza en mi pecho y acaricié su cabello hasta que su respiración se hizo regular.
Desperté con la luz del sol en mis ojos, giré en la cama y pronto me senté. Estaba sola. Me levanté aún adormilada y recorrí toda la casa, Marge Herondale me recibió en la puerta cuando fui a buscar a Jimin. No estaba allí y tampoco en el centro de arte, Clary, Ash y Ben me acompañaron hasta el rio pero tampoco habían señales de Jimin allí. Para cuando cayó la noche, mi cuerpo temblaba y estaba asustada. Tenía miedo de que Jimin me abandonara, de que nunca volviera. Con ayuda de Clary, Ash y mucho té de tilo conseguí calmar mis nervios y conciliar el sueño. A la mañana siguiente ambas me arrastraron hasta la clase de música, me obligué a mi misma a estar tranquila y tener fe en que volvería pero en mi interior quería llorar y gritar como una nena. Convencí a todos de que estaba bien y no necesitaba compañía, regresé sola a casa y mi corazón saltó en mi pecho cuando vi la puerta abierta. Jimin había vuelto, corrí a su encuentro pero me detuve, la sala estaba vacía. Recorrí toda la casa por segunda vez y no había nadie. Con el corazón en la boca salí de la habitación diciéndome a mi misma que todo estaba bien pero una sombra en la entrada expulsó el aire de mis pulmones.
Era él.
Charlie había vuelto.

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Hola !! Lamento la demora, mi abuelo enfermó y cómo muchas saben, trabajo de noche TT-TT trabajar en la noche y cuidarlo a él en el día me dejó muy cansada u.u Andaba casi sin dormir, me tocó fin de semana libre en el trabajo y no pude descansar porque pasé los 3 días en la clínica.. Por suerte ya salió y ahora puedo continuar con mi vida diaria..

Gracias por esperar y leer mi historia.. Las amo *o*

La Maldición de Ladón. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora