Capítulo 14: Problemas

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Era una mañana soleada en el palacio, y Bakugo había decidido que era el día perfecto para llevar a sus hijos a ver a los dragones, criaturas majestuosas y poderosas que vigilaban los cielos del reino

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Era una mañana soleada en el palacio, y Bakugo había decidido que era el día perfecto para llevar a sus hijos a ver a los dragones, criaturas majestuosas y poderosas que vigilaban los cielos del reino. Había algo en la naturaleza indomable de los dragones que siempre había fascinado a Bakugo, y ahora, como padre, quería compartir ese asombro con su familia.

-Vamos, enanos, hoy les tengo una sorpresa -dijo Bakugo con una sonrisa mientras entraba a la habitación donde Mei estaba jugando con los cuatrillizos, Eirian corriendo de un lado a otro con su energía incansable.

-¿Sorpresa? -preguntó Mei, mirando a Bakugo con curiosidad.

-Así es. Hoy llevaré a los pequeños a ver a los dragones. Ya es hora de que conozcan a las bestias más imponentes del reino -dijo él, su tono lleno de orgullo.

Eirian, que ya comenzaba a entender lo que significaba la palabra "dragón," gritó emocionado. -¡Dragones, papá! ¡Quiero verlos volar!

Mei sonrió mientras acomodaba a uno de los cuatrillizos en sus brazos. -Será una buena aventura para ellos. Pero asegúrate de que no se acerquen demasiado.

-No te preocupes, los tendré bajo control. Además, los dragones responden a mí -respondió Bakugo con confianza.

Pronto, el rey Bakugo y sus cinco hijos, con Eirian liderando la marcha, se dirigieron hacia el recinto de los dragones. Mei los observaba desde una ventana mientras se alejaban, una mezcla de orgullo y algo de preocupación en su corazón.

El gran campo donde vivían los dragones estaba a las afueras del palacio, protegido por altos muros y cuidados por los mejores domadores del reino. Cuando llegaron, Bakugo levantó a Eirian en sus brazos para que pudiera ver por encima de los muros. Los cuatro bebés estaban acomodados en un carro especial, vigilados de cerca por los cuidadores.

-Ahí están, Eirian. Los dragones del reino -dijo Bakugo con una sonrisa.

Eirian observó con asombro mientras las enormes criaturas aladas alzaban el vuelo, sus escamas brillando bajo el sol. Los cuatrillizos, aunque todavía pequeños, también miraban hacia arriba, fascinados por el espectáculo de los dragones surcando el cielo. Aunque no entendían del todo lo que estaba sucediendo, sus ojos brillaban con curiosidad.

-Papá, ¡quiero volar como ellos! -gritó Eirian, moviendo sus brazos como si fueran alas.

Bakugo soltó una risa baja. -Tal vez algún día, hijo. Pero por ahora, vamos a verlos de cerca.

Llevó a los niños más cerca del recinto, donde los domadores cuidaban a los dragones que descansaban en la tierra. Eirian no podía contener su emoción, saltando de un lado a otro, apuntando a cada dragón que veía.

-¡Mira, papá! ¡Ese es enorme! -decía, señalando a un dragón negro de ojos rojos que parecía más grande que los otros.

-Ese es el líder de los dragones. Lo llaman Rhaegor, y es tan feroz como se ve -dijo Bakugo, con una sonrisa de orgullo. Sabía que ese dragón en particular lo respetaba más que a nadie.

𝐋𝐚𝐳𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐀𝐦𝐨𝐫 ᵇᵃᵏᵘᵍᵒ ᵏᵃᵗˢᵘᵏᶤ ˣ ᵒᶜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora