Antes no tenía a quien amar
Mucho espero por alguien especial
O alguien a quien darle lugar
Alguien como tu tan linda y diferente
No puedo ahora sacarte de mi mente
Ahora pienso en ti a cada instante
Ya encontre a la persona que esperaba
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El clima en el palacio era tenso tras el juicio de Liora. Aunque Bakugo había logrado proteger a Mei y a sus hijos, el incidente había dejado una marca en todos. La atmósfera, una vez llena de risas y alegría, ahora parecía pesada, como si una sombra se hubiera cernido sobre el reino.
Bakugo, decidido a restaurar la paz y la normalidad, convocó a su consejo de nobles. Se reunió en la sala del trono, donde se sentó en su lugar habitual, con Mei a su lado, apoyando su mano sobre la mesa, aunque un aire de preocupación aún rondaba su mirada.
—He convocado esta reunión para discutir cómo podemos prevenir futuros incidentes en el palacio —comenzó Bakugo, su tono autoritario resonando en la sala—. La seguridad de mi familia es primordial, y no permitiré que nada ni nadie ponga en peligro su bienestar.
Los nobles, que estaban sentados en una larga mesa, asintieron, pero algunos intercambiaron miradas preocupadas. Momo, una de las concubinas de confianza, levantó la mano.
—Su Majestad, sugiero que aumentemos la vigilancia en el palacio. Tal vez se podría considerar la posibilidad de un grupo de guardias específicamente entrenados para proteger a la Reina y a los príncipes —propuso.
—Estoy de acuerdo —respondió Mei, mirando a Bakugo—. Debemos asegurarnos de que nuestro hogar sea seguro para todos. No quiero que mis hijos crezcan en un ambiente donde sientan miedo.
Bakugo asintió, apreciando el apoyo de Mei.
—Haremos lo que sea necesario para proteger a nuestra familia —afirmó, mirando a los nobles—. También debemos revisar a todos los empleados del palacio. No podemos permitir que más celos y resentimientos surjan entre las criadas.
El consejo continuó discutiendo posibles medidas de seguridad, desde entrenar a más guardias hasta implementar un sistema de evaluación para los nuevos empleados. Bakugo escuchó atentamente, agradecido por el compromiso de su consejo.
Después de varias horas de deliberación, se llegaron a acuerdos sobre varias acciones a tomar. Bakugo se sintió aliviado al ver que todos estaban comprometidos a trabajar juntos para proteger su hogar.
Cuando la reunión terminó, Bakugo y Mei se retiraron a sus aposentos, donde la atmósfera se sentía más tranquila. Sin embargo, Bakugo no pudo evitar sentir la presión de ser el rey y protector de su familia. Sabía que su papel no solo era gobernar, sino también cuidar y proteger.
—¿Estás bien? —preguntó Mei al ver que su esposo permanecía en silencio, mirando por la ventana hacia el vasto jardín del palacio.
—Sí, solo... necesito asegurarme de que esto no vuelva a pasar —respondió Bakugo, volviendo su mirada hacia ella—. No quiero que tengas miedo, Mei. Ni tú, ni los niños.
Mei sonrió suavemente, acercándose a él y tomando su mano.
—Sé que harás todo lo posible por nosotros. Pero también quiero que sepas que no estás solo en esto. Yo también soy parte de la protección de nuestra familia, y juntos podemos enfrentar cualquier cosa —dijo, su voz firme.
