3. Sentimientos involuntarios

31 15 6
                                    

Demián había estado todo el día de mal humor desde que sus padres le habían dicho que tenía que casarse urgente con una desconocida.

En ese momento estaba con mucho sueño y resaca, apenas podía pensar mientras el padre le alcanzaba la ropa que se tenía que poner para ir al registro civil apurándolo.

Enseguida que vio a la jóven, le pareció una chica muy linda, pero él no podía permitirse pensar en ella como mujer.

Aún amaba a Blair, no aceptaba el hecho de que estuviera muerta, no se resignaba y creía que jamás lo iba a hacer.

Se pasaba todo el día durmiendo o bebiendo, quería morirse ahogado en el alcohol, no soportaba su realidad al darse cuenta de que Blair no estaba más en su vida, se negaba rotundamente a ese hecho.

Despertar solo en la cama que había sido de los dos le dolía demasiado, las mucamas le tiraron el alcohol, entonces tuvo que salir a comprar más, se bajó la botella de camino a su casa, apenas entró a la cocina vio a la que era ahora su nueva esposa.

Detrás de su borrachera veía su cuerpo tentador, aún en ropas de algodón, nada provocativa y sin maquillaje, pero le gustaba como le quedaba.

Deseaba borrar de su mente esos pensamientos, él no estaba para ver a otra chica que no sea el recuerdo de su amada Blair.

Adela lo veía con cierto temor en su rostro, lentamente él se acercó hasta donde se encontraba ella, lo que hizo que ésta se hiciera unos cuantos pasos alejándose, luego vio que éste abrió la heladera para sacar una jarra con agua, entonces esa acción la relajó.

Ninguno de los dos hablaba nada, ella siguió ordenando las cosas de la cocina para poder irse a su habitación lo antes posible, en un instante que él notó que Adela estaba con la guardia baja entonces aprovechó y la acorraló, estaba tan borracho que no medía lo que hacía.

La aprisionó con todo su cuerpo contra la isla de la cocina para que no tenga ninguna escapatoria, también hizo rozar levemente su miembro encima de la zona íntima de ella sin darse cuenta, él notaba que ésta temblaba bajo su tacto pero tampoco ponía nada de resistencia.

Ambos estaban tan cerca, podían sentir la respiración uno del otro, él no sabía por qué hacía todo eso y por más que intente retractarse, era tarde, por la borrachera la veía borroso, pero le gustaba lo que sentía al tenerla así, temblando debajo de él, no sabía por qué.

Ella ni siquiera sabía lo que estaba sintiendo, su corazón se percibía más acelerado que nunca, le vibrava todo su ser interna y exteriormente, también notaba demasiado calor, sobre todo en aquella zona más íntima de su cuerpo, la cual rozaba contra la de él, que por cierto sentía cierta dureza de manera gradual.

Nunca había sentido eso por nadie, le asustaba no saber el por qué.

Durante toda su vida creció en una burbuja entre monjas y curas, lo poco que sabía de la sexualidad había sido en un par de clases muy teóricas que había tenido acerca de cómo se hacían los hijos, pero nada más, todo su conocimiento era muy limitado e ingenuo.

No tenía idea de muchas cosas al no haber asistido a un colegio normal como las demás personas, en el hogar les enseñaba ahí una maestra a todos por igual.

Nunca había tenido amigas ni siquiera cuando trabajaba en las anteriores mansiones, tampoco tuvo trato alguno con las demás empleadas, todo lo que sabía, lo había logrado sola, le gustaba ser solitaria pero en éstos momentos necesitaba saber que le pasaba a su cuerpo.

Ni siquiera en algún momento de su vida había sentido la necesidad ni curiosidad de explorar su cuerpo y sexualidad, así que estaba nula totalmente, todo era absolutamente nuevo para ella.

Beneficio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora