A esa hora de la madrugada, la mansión estaba en absoluto silencio, pero en la cocina, el cuerpo de éstos dos internamente estaban acalorados con un sin fin de sentimientos, emociones, vibraciones, etc.
Demián más allá de que se encontraba bajo el efecto del alcohol sabía miy bien que se hallaba besando a Adela, no podía parar de besarla, era como una droga en ese momento para él, estaba demasiado excitado, quería poseerla sexualmente a como diera lugar.
Por otra parte Adela estaba batallando internamente con experiencias que nunca en su vida hubiera imaginado vivir.
Se dejaba llevar por la sensación placentera que le brindaba Demián, se agarraba de los hombros de éste para poder estabilizarse, le temblaban las piernas, él de a poco iba subiendo una de sus manos por dentro de su remera acariciando toda su espalda a medida que la besaba también por su cuello.
Ella reaccionando a su contacto respondía entre jadeos y gemidos involuntariamente, luego él desliza su mano con suavidad desde la espalda hacia adelante hasta llegar rápidamente a uno de sus senos, los cuales estaban sin sostén debajo del pijama, un acto que hace que ésta en ese mismo instante se aparte.
— ¿Qué pasa? No te puedes retractar ahora, estamos aún calientes. — Le dice él con la respiración entrecortada.
Ella no le decía nada, trataba de contener la respiración agitada pero era imposible, su corazón estaba muy acelerado y sus zona íntima ni hablar.
Demián se vuelve a acercar a Adela con intenciones de continuar pero ella lo detiene con su mano.
– Basta por favor. — Ella estaba pasando por una contradicción interna, su cuerpo quería más de él, le gustaba que la bese y que la toque en esas partes que jamás nadie lo había hecho, pero su cabeza le decía que no era correcto, ella se encontraba en esa casa por un propósito que no era ese en lo absoluto.
— ¿Qué mierda te pasa ahora pendeja? Me vienes a calentar ¿Y ahora me quieres dejar con las ganas?. — Le dice él ya enojado.
— ¡Tú empezaste! .— Responde ella sin saber que más decir.
— Pues entonces voy a terminar lo que empecé. — La intenta poseer nuevamente pero ella se sale de su agarre y se va corriendo de la cocina.
— No te me vuelvas a cruzar Adela, porque no te vas a poder volver a escapar de mí. — Siente ella sus gritos a medida que subía la escalera, rogaba que no se escuche nada desde las habitaciones de Aurora y Lalita la mucama.
Esa noche a los dos les costó dormirse, él por su lado se tuvo que masturbar pensando en Adela, por supuesto, en su piel suave de la espalda, el pecho que le alcanzó a tocar, en ese pequeño instante que tuvo, logró sentir la dureza de su pezón erecto, después de haber eyaculado, aún seguía pensando en ella.
No se podía sacar de la cabeza a Adela temblando debajo de su tacto y besos, no entendía por qué ella lo alejaba todas las veces que intentaba tocarla, si era obvio que su cuerpo le pedía a gritos que siga, eso lo hacía enojar hasta el punto de decidir no intentarlo más, parecía que lo hiciera a propósito para dejarlo con las ganas a él, eso lo irritaba aún más.
Adela por su parte no paraba de pensar en sus besos y caricias, aún se estremecía en su cama de solo recordar cada toque, sentía la necesidad de que todavía él estuviera tocándola, se arrepentía en cierto modo de haberlo detenido, pero por otro lado sabía que era indebido.
Ese hombre era un imbécil en todos los aspectos, según ella, no hacía otra cosa más que dormir, beber alcohol y atacarla en todos los sentidos posibles, desde irritándola hasta estremecerla, admitía que le gustaba lo segundo, pero no se lo podía volver a permitir, ni siquiera se preocupaba por ver o estar con sus hijas, eso era lo que más la enfurecía.
Esas bebés inocentes no tenían culpa de absolutamente nada, estaban creciendo como si fueran huérfanas por completo, tenía que hacer algo para no permitir que sufran el rechazo de su propio padre, teniéndolo bajo el mismo techo.
Temprano a la mañana siguiente, Adela se vistió y salió de su cuarto dirigiéndose hacia la mucama que justo estaba saliendo de la habitación de Demián de con la canasta de ropa sucia de él.
— Buen día Lalita ¿Demián ya salió de su cuarto?.— Pregunta ella amablemente.
— No, aún está durmiendo..yo entré de manera sigilosa a sacar ésto porque después no me da el tiempo, se lo pasa encerrado y cuando sale yo estoy ocupada en otras cosas.
— Ok, sí entiendo, gracias, por fa te agradezco si me traes el desayuno aquí arriba, voy a estar esperando a que se despierte Demián.
Cuando la jóven sale de su vista, Adela se dirige hacia la habitación de las niñas, Candy se hallaba queriendo salirse de su cuna y como era de esperarse, la niñera no estaba donde debía estar.
— Oye pequeña, si sigues así, te voy a tener que llevar a dormir conmigo, donde pueda vigilarte. — La besa mientras la alza en sus brazos y la niña se acurruca en su pecho como siempre, ambas habían formado un vínculo hermoso.
Faltaban cuatro meses para que cumpliera los dos años de edad y era obvio que Adela iba a conocer al resto de la familia en la fiesta que le estaban preparando entre Leonor y Clarisa, la otra abuela de las niñas.
Adela estaba terminando de desayunar en el sector de reposeras, frente a la pileta climatizada, en un ángulo que daba a la puerta de la habitación de Demián, se encontraba jugueteando con ambas niñas, más al pendiente de Candy, ya que era la que caminaba y no debía acercarse demasiado a la pileta.
En eso ve que sale Demián, entonces toma a Candy en brazos y se dirige hacia él, dejando a Mili en la carriola.
— Debemos hablar, te estaba esperando. — Demián la mira con cara de dormido y destruído por la resaca.
— ¿No te parece que es muy temprano para querer terminar lo que no quisiste anoche? Ahora te aguantas.
— Oye, te estás desubicando, por si se te olvida, a quien tengo en brazos es tu hija mayor, la cual a su edad, ya percibe las cosas, por favor, no te vayas de la casa aún, voy a dejar a las niñas con la niñera y vengo, necesito que estés sobrio para lo que te tengo que decir. — Le dice ella en tono suave para que Candy no se asuste, porque en realidad en su interior estaba que explotaba de la rabia, pero debía controlarse delante de la niña.
— ¿Y por qué no me lo dices ahora y ya?. — Le dice él con la mandíbula apretada, estaba enojado y le dolía la cabeza.
— Porque debe ser a solas. — Le dice mientras le hacía señas hacia la niña para que se controle también.
Al rato que lo va a buscar lo ve que sale de su habitación vestido para salir, pasando por su lado, ignorándola a punto de bajar la escalera, ella lo detiene tomándolo por el brazo con fuerza.
— ¿Qué es lo que haces?
— Me voy ¿Acaso no estás viendo? Nosotros no tenemos nada de qué hablar, así que hazme caso de una vez y no te me cruces, no quiero volver a verte, estás aquí para lo que te paga mi mamá. ¿Entendido?
Ella luego de fulminarlo con la mirada, le pega una cachetada y cuando éste intenta reponerse lo empuja de manera brusca contra la pared con ambas manos.
— Me vas a escuchar te guste o no, me importa una mierda lo que pienses de mí, yo si quiero, ahora mismo puedo hablar con tu madre y decirle que renuncio.
Ambos se miran con desprecio, también había un destello de culpa y arrepentimiento en sus ojos, en el fondo ella no quiso golpearlo y él tampoco había querido provocarla de esa manera, pero las cosas se salieron de control para ellos dos a partir de ese momento.
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Beneficio
RomanceAdela fue contratada por la mamá de Demián para fingir ser la esposa de éste y figura maternas de sus nietas bebés. En los planes de ambos no estaba conocerse, mucho menos enamorarse. Los dos eran de carácter fuerte, son atraídos físicamente sin d...