10. Celos

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Eran casi las tres de la tarde, un día soleado, se oían de fondo los gritos de los niños más grandes que se encontraban saltando en el inflable divirtiéndose.

A Demián le dolió que Adela le dijera con tal descaro que pensaba salir con Santino, pero también sabía que no era momento de reclamar ni hablar nada, hizo silencio y se fue a seguir festejando con sus hijas tragándose su bronca por completo.

— Que estúpida eres Adela. — Se dice a sí misma cuando se queda a solas frente al espejo.

Luego de eso siguió atendiendo a los invitados, como si fuera una mezcla entre mucama y anfitriona, no quería conversar con nadie, se sentía pésimo por las dos situaciones inesperadas que se le habían presentado.

Días más tarde

Una mañana Demián la ve que sale bien vestida y perfumada de su habitación.

— ¿Te vas en una cita con Santino tan temprano? — Le pregunta él, al ganarle la curiosidad, reventaba de los celos, ella lo mira incrédula.

— Sí así fuera no es de tu incumbencia. Me voy a al pediatra por el control de las niñas.

— No sabía que hoy tenían control, entonces voy contigo.

— Yo no te dije nada porque tienes que ir a trabajar.

— No importa, avisaré que llego tarde.

Su relación era demasiado tensa, no peleaban pero tampoco se hablaban, excepto cuando estaban delante de las niñas o si eran asuntos respecto a ellas.

Días después

Adela tenía la primera "cita" obligada con Santino, para que éste otro no comente nada de que el casamiento había sido toda una farsa.

Demián estaba en el living, cuando la vió salir por la puerta principal se quedó impactado con la belleza que realzaba su figura envuelta en ese vestido que había escogido.

Le quedaba muy bien, admiraba verla así vestida, ya que pocas veces lo hacía, pero detestaba la idea de que fuera para verse con otro tipo y no con él, lo que no sabía Demián, es que Adela lo había escogido con el propósito de que éste mismo la vea salir así, así que ésta se fue contenta de que su deseo se cumplió.

Más tarde Adela con Santino estaban cenando en un lugar fino y elegante, no sabía que pedir de la carta porque no conocía el menú, nunca había ido a uno de esos lugares.

— Para ser de la alta sociedad, eres muy sencilla e inexperta en éstos lugares. — Dice él mientras acomoda su servilleta en el regazo, ella se limita a sonreír de lado, estaba incómoda, prefería no hablar para no decir algo que después incomode a Leonor, entonces Santino al notar que Adela no dice nada, vuelve a hablar.

— ¿Sabe Demián que estás conmigo?

– Por supuesto que lo sabe, con él me llevo perfectamente bien y por favor no quiero hablar de Demián ésta noche. — Dice ella tomando un sorbo de vino.

Más tarde las conversaciones fueron dirigidas a otros temas más cómodos, sobre gustos, aficiones, hasta Adela se lo terminó pasando bien con él, Santino a pesar de ser un chanta y arrogante creído, a la vez era amigable buena onda, la llevó en su coche de alta gama hasta la puerta de la mansión.

Se bajó para abrirle la puerta y ayudarla a bajar como todo un caballero.

— Me lo pasé muy bien en la cena Adela, lástima que te quisiste volver temprano a dormir, podríamos haber ido a otro lado a terminar la noche aún mejor. — Le dice Santino viendo en dirección hacia arriba algo que le llamó la atención.

Adela ya sabía que Santino se refería a que tuvieran sexo, había estado leyendo mucho en Internet acerca de ese tema del que poco sabía hasta hace unos meses atrás.

Santino le parecía un chico muy atractivo, pero no sentía nada por él, era uno más del montón, como muchos otros hombres que había visto a lo largo de su vida, no le interesaba en lo absoluto, ignoró su comentario y se quiso despedir.

— Que descanses, gracias por traerme de regreso. — Saluda con la cabeza para evitar el contacto físico, cuando se está girando en dirección al portón de entrada, éste, que volvió a ver hacia arriba, la toma bruscamente del brazo, regresándola a la posición anterior, para tenerla de frente y así besarla con fuerza.

Era tanta la presión que ejercía en el beso, que a Adela le costó soltarse para interrumpirlo, que además de no gustarle, no sintió absolutamente nada, excepto repulsión y rechazo.

— ¿Pero qué haces, te volviste loco?

– Creí que lo estabas esperando, las mujeres siempre quieren que las besen en la primera cita, aunque aparenten lo contrario, lo usual es que quedan contentas. ¿Por qué tú no?

— Por supuesto que yo no lo esperaba, ni siquiera me gustas, a mí el que me gusta es Demián, aunque ahora estemos separados, yo lo sigo amando, acepté salir contigo, solo para que me dejes de molestar en el cumpleaños de Mili.

— Entonces atente a las consecuencias Adela, mi tía se va a enterar de toda la farsa que tú y Demián planearon para engañarlos a todos.

— Pues dí lo que quieras, no me interesa, vas a quedar como un ridículo tú, porque nosotros no tenemos nada que ocultar.

— Ve viendo como te arreglas con Demián, el que dices que tanto te gusta, porque desde la ventana de arriba nos vió cuando te besé. — Le dice Santino, señalando en dirección a la ventana de Adela.

— Deja de mentir, su habitación ni siquiera da a la calle, ya vete, no te quiero volver a ver, al final tan bien que lo habíamos pasado en la cena y resultaste ser un patán.

Adela entra a la mansión, sube las escaleras enojada, entra a su cuarto y de manera inesperada se encuentra sentado en el borde de la cama a Demián de brazos cruzados, quien la miraba con decepción en los ojos.

El corazón de Adela se paraliza al pensar que Santino le decía la verdad, de que Demián los había visto por la ventana.

— ¿Qué haces aquí Demián? ¿Desde cuando entras a mi cuarto de esa forma sin pedir permiso, además de que me encuentraba ausente?. — Dice ella completamente nerviosa por la incertidumbre de no saber que fue lo que vió, secándose los tacones y dirigiéndose al baño a lavarse los dientes para no tener que verlo a cara.

Demián la sigue hasta el baño, se para en el umbral cruzado de brazos. — ¿Ese idiota besa mejor que yo?. —Le pregunta, estaba demasiado celoso, ella confirmó que Santino lamentablemente no le había mentido, termina de enjuagar su boca y decide contestarle.

— Demián por favor, no tengo ganas de hablar contigo ahora, me tengo que dormir, quiero madrugar. — Le dice ella con pesar, siente que es en vano decirle la verdad si no le va a creer.

En cambio él quería escuchar precisamente de sus labios que Santino no le interesaba para nada, que la había besado por la fuerza, si ella le decía eso, él le creería.

— Solo dime la verdad, te gustó más como te besa él o como te he besado yo.

— ¿Tú qué crees?. — Le pregunta ella desafiándolo, mientras se quita el maquillaje con agua micelar y un algodón. — Anda dime, no te quedes callado.

— No pude verte bien por la distancia y altura de la ventana, solo sé que lo dejaste besarte por un instante más largo de lo que me estuve imaginando desde que te fuiste a cenar con él, conmigo por ejemplo han sido de mucho más tiempo, además de que te derrites como una gelatina. — Le dice él muy campante con mirada lasciva.

Adela recuerda todos aquellos besos, que para ser que habían pasado demasiados meses, eran suficientes para sentir que se estaba humedeciendo su zona más íntima, empapando su ropa interior, recordar todo eso, la hacía revivir todos esos síntomas que le suelen suceder en privado cuando piensa en él, pero ahora estaba delante de Demián, quien la ve y se da cuenta de lo que pasa por la cabeza de ésta, lo cual hace que él también se excite.

Ambos se miran a los ojos con deseo y fervor, Adela muerde su labio inferior, acto que deleita aún más a Demián que le es difícil controlar el impulso que se había prometido meses atrás y debía cumplir si no quería ser rechazado nuevamente.














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