11. Nuevas sensaciones

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Todos los pensamientos de Demián, fueron interrumpidos sorpresivamente por un beso de Adela, que llegó de manera inesperada por primera vez dando la iniciativa.

Un beso dulce, cálido, suave e inexperto con cierta timidez, el cual Demián decidió agregarle profundidad e intensidad, a lo que ella agarró su ritmo enseguida.

Ambos se dejaron llevar por todo el amor que estaban sintiendo, Demián coloca sus manos en la cintura de ésta, atrae aún más el cuerpo de Adela hacia él, como si no quisiera que se aparte nunca, sus corazones latían de una manera, como si fueran a estallar en cualquier momento.

— Me gustas Adela, quiero que lo sepas, que no te quiero solo para tener sexo, quiero que seas mía completamente en cuerpo y alma — Le susurra él al oído, haciéndola estremecer para comenzar a darle besos húmedos en su cuello, deslizando sus manos de la cintura hasta el borde del corto vestido para quitárselo en un solo movimiento.

Se quita la remera y su short, quedando ambos en ropa interior, se miran a los ojos mutuamente, él con deseo, ella igual pero con cierto temor e inseguridad en el rostro, su respiración es entrecortada.

— También me gustas mucho Demián, desde que te conocí en el registro civil empecé a sentir cosas fuertes por tí — Le alcanza a decir ella.

Sonríe él, tomándola suavemente del cuello, comienza a besarla con más frenesí apoyando ambas zonas íntimas, a través de la ropa interior, el roce era suficiente como para que ella sienta crecer la dureza del pene en su zona más íntima.

Adela comienza a temblar y a excitarse cada vez más, su respiración sintiéndose aún más agitada, su cuerpo se ve envuelto en un manto con forma de escalofrío apacible, hace un movimiento de caderas involuntario, el cual la avergüenza haciéndola entrar casi en pánico, a lo cual intenta apartarse, pero Demián la pega más hacia él.

— No te me vuelvas a escapar, siempre haces lo mismo Adela, me haces calentar y te vas dejándome así con las ganas de tenerte.— En ese instante él ve que ella tiene más temor en el rostro. — ¿Que sucede? Dime por favor.

— Es que no sé por qué, cuando llegamos a éste punto me da miedo de lo que pueda pasar, te juro que me encantaría estar contigo, pero siento que no estoy lista para ese paso — Adela decide sincerarse en parte, omitiendo decirle que aún es virgen, temía que pensara que era una excusa para evadirlo nuevamente.

— Ok, tranquila, no va a pasarte nada malo, tal vez te dé miedo por todo lo que te humillé estando ebrio meses atrás y por favor discúlpame por eso, no era conciente de mis actos, aunque admito que podría haberme retratactado, pero me encantas Adela y yo quería estar contigo todas esas veces, te lo juro.

Adela logra relajarse un poco ante las palabras de él, había decidido dejarse llevar por las emociones hasta entregarse por completo, después de todo, ella estaba enamorada y en algún momento quería tener su primera vez con Demián.

Ella le sonríe tímidamente, ambos vuelven a besarse profundamente con ganas mutuas, Demián nota que ella aún temblaba como si fuera de miedo y no de placer, el momento placentero no lo dejaba pensar con claridad en ese momento.

Entonces acaricia suavemente uno de sus pechos, ella lo mira sonrojándose, éste al ver que Adela tiene mirada de agrado, decide continuar mientras también besaba su cuello, no quería que estuviera asustada en esos momentos especiales para que pueda disfrutar también con él.

Adela suelta un gemido de placer, él quita su brasier, comienza a besar uno de sus pezones mientras ella entrelaza sus dedos en el pelo de éste dejándose llevar.

La recuesta suavemente en la cama sin dejar de besarla, acariciando su clítoris con el pulgar a través de la tela de la prenda diminuta, comienza a bajar los besos trazando un camino húmedo con la lengua tibia hasta la zona de la pelvis, cuando toma el elástico de la braga para deslizarlo hacia abajo la ve a los ojos.

Ella se remueve en la cama, cada vez tiembla más con mirada temerosa, era notable que estaba tensa y nerviosa, desorientada, como si no supiera que más hacer, tal hecho hace que Demián sospeche de su virginidad, pero no se anima a preguntarle sin que se ofenda por su aparente inexperiencia.

— Adela, tranquila, no te voy a hacer daño, quiero que hoy disfrutes. ¿Crees que puedas relajarte o quiéres que me detenga? No quiero que te sientas obligada por lo que te dije hace un rato.

Las palabras la tranquilizan al darse cuenta que él notaba sus miedos, no quería arruinar el momento, así que decidió sonreírle e intentar relajarse por completo, dejándose llevar, no sabía bien que hacer con respecto a lo que se imaginaba que venía porque había estado leyendo mucho sobre sexo en ese último tiempo.

— Quisiera que apagues la luz central y solo nos quedemos a oscuras. — Le pide con voz entrecortada, él le sonríe, deja la del baño prendida con la puerta entreabierta para que quede luz tenue.

— ¿Puede ser así o también te incomoda?

— Así está bien. — Asiente ella.

Demián vuelve a acercarse, le quita la ropa interior por completo, le abre las piernas y comienza a hacer círculos con su lengua del centro hacia el clítoris, ella emite un profundo gemido moviendo las caderas de manera involuntaria.

Adela siente todo lo que no creyó que sentiría, le encantaba la sensación que recorría absolutamente todo su cuerpo, todo eso era nuevo para ella, disfrutaba al máximo la nueva experiencia, su espalda se arquea a medida que las oleadas de calor se ponen más intensas, sus piernas comienzan a temblar haciendo que pierda el control absoluto de su cuerpo, el sonido se vuelve ensordecedor hasta que siente como una explosión se hace notable en su centro más sensible enviando descargas eléctricas al resto de su cuerpo.

Automáticamente lo mira sin entender nada a Demián, quien le sonríe con mirada lasciva mordiéndose el labio inferior derecho, había leído tanto de orgasmos pero sin tener idea de lo que en verdad se sentía, la experiencia le encantó.

Demián se quita el bóxer viendo la cara un tanto asustadiza de ésta por la sospecha de lo que seguía al siguiente instante, su cuerpo comienza a tensionarse nuevamente de los nervios de que a partir de esa noche iba a dejar de ser virgen.

Se coloca encima de ella, sus labios van directo al cuello de ésta comenzando a rozar suavemente su pene por la vagina aún sin penetrarla, ella cierra los ojos alistándose para lo que ya sabía que vendría.

















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