Confesión

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El sol de la mañana se filtraba a través de las ventanas del aula de economía, iluminando el rostro cansado y ojeroso de Fyodor, quien había llegado arrastrando los pies. La noche anterior había sido épica, pero ahora la resaca se hacía sentir, y no solo por el alcohol. Había algo más en juego. La idea de que le quería decir Nikolai ayer en el boliche y le daba vueltas en la cabeza como un torbellino.

— ¡Mirá quién llegó! —exclamó Ranpo desde el fondo, con una sonrisa burlona. — ¿Ya superaste la vergüenza de bailar como un demente?

Fyodor lo fulmino con la mirada, pero su mente realmente estaba centrada en una sola cosa: ¿Qué mierda le iba a decir Nikolai?. La última vez que lo había visto, la conexión entre ellos había sido palpable, y la idea de que realmente le este empezando a gustar ese tonto lo mantenía en un estado de nerviosismo constante. ¿Por qué Fyodor creía que le gustaba si el nunca admitiría algo como eso? Fue bastante difícil darse cuenta, incluso hizo un test para confirmarlo, y no le gusto el resultado.

— Cállate, pelotudo—respondió dirigiéndose al de ojos esmeralda, aunque su tono no sonó tan convincente como esperaba.

Mientras el profesor empezaba a hablar sobre la teoría de la oferta y la demanda, Fyodor se perdía en sus pensamientos. A su lado, Chuuya y Ranpo murmuraban comentarios sobre la fiesta, lanzando miradas cómplices hacia Fyodor, que estaba sentado en su lugar habitual, sumido en un libro que parecía no interesarle a nadie más.

— ¿Te diste cuenta de cómo Nikolai te miraba mientras bailaban? —preguntó Chuuya, con una sonrisa pícara.

Nikolai sintió que el calor le subía a las mejillas. — No digas boludeces. Seguro estabas ebrio por tomar tanto vino y viste mal —

A medida que avanzaba la clase, el nerviosismo de Fyodor crecía. Había pasado desde que se levanto hasta ahora dándole vueltas a lo que había vivido, a cómo Nikolai los apartaba a los dos de la pista de baile para decirle algo. Esa imagen no se le iba de la cabeza, y se dio cuenta de que cada vez estaba más enfermo, o como diría la gente normal excepto Fyodor "enamorados".

El timbre sonó, sacándolo de sus pensamientos. Los estudiantes comenzaron a levantarse, riendo y hablando sobre los eventos de la noche anterior. Fyodor salio del aula sumergido en su mundo, sin esperar encontrarse frente a Nikolai apenas cruzo la puerta. Nikolai respiró hondo y se acercó al azabache.

— Ey, Fyodor —dijo, tratando de sonar casual. Su voz temblaba un poco, pero Fyodor prefería ignorar esa parte

— ¿Qué? —respondió Fyodor, levantando la vista por primera vez.

Nikolai sintió un nudo en el estómago. — Quería hablarte de algo importante...

Justo en ese momento, Ranpo apareció como un torbellino, interrumpiendo el momento justo cuando Nikolai estaba a punto de abrir la boca.

— Ah, vaya, sorry, siempre los termino interrumpiendo. Anyway, ¿me permiten decirles que se muevan de mi camino ya que quiero bajar a la cafetería a comer? Ah, y también vienen ustedes, vamos a juntarnos todos allí para hablar de la gran noche que vivimos ayer, y claro, planificar las pelotudeces que haremos en Bariloche. Ah, y de paso, para que Fyodor me compre una rica medialuna de jamón y queso —dijo, guiñándole un ojo a Fyodor

Nikolai se frustró. — ¡No, Ranpo, espera! —gritó, pero Ranpo ya se había alejado, arrastrando a Fyodor y también Chuuya con el.

Nikolai miró a Fyodor, que lo observaba con una ceja levantada, y se sintió como un idiota. — Bueno, quizás no sea el mejor momento —murmuró, sintiendo que la oportunidad se le escapaba de las manos.

En el pasillo, Nikolai intentó retomar su compostura. Había que encontrar otro momento. Mientras caminaba hacia la salida, Dazai y Sigma lo siguieron, riendo y bromeando sobre la "gran declaración".

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